Por poco más de una hora y media se extendía El primer año, el primer largometraje documental que realizó Patricio Guzmán. Era una película “humilde”, en palabras de su autor, filmada con escaso presupuesto para registrar los primeros doce meses del gobierno de Salvador Allende, pero que gracias a las gestiones del cineasta francés Chris Marker terminó exhibiéndose en salas de Francia, Bélgica y Suiza, entre otros países.
Esa es también una de las películas que analiza Ignacio del Valle en la investigación que recién publicó: Cámaras en Trance. El Nuevo Cine Latinoamericano, un proyecto cinematográfico subcontinental, que acaba de ser lanzada esta semana.
El libro es fruto de un trabajo que el autor, de nacionalidad chilena y española, comenzó en 2008 cuando cursaba un magíster en la Universidad de Toulouse, en Francia, y que continuó hasta este año, cuando realiza un posdoctorado en la Universidad de Sao Paulo.
Luego de adjudicarse recursos del Fondo del Libro, en febrero comenzó la traducción, síntesis y actualización del material que había recopilado, que ahora se puede encontrar en el nuevo libro.
En sus páginas, Ignacio del Valle analiza también Compañero Presidente, de Miguel Littin, y películas realizadas en Argentina, Brasil y Cuba, agrupadas bajo la etiqueta del nuevo cine latinoamericano, como se le conoció masivamente desde el Festival de Cine de Viña del Mar de 1967.
Se trata, explica, de filmes vinculados por su vocación política, marcada por la reciente Revolución Cubana y los movimientos que a fines de los ’60 se desarrollaban en diversos países latinoamericanos: “Es un cine explícitamente político, bastante militante, de concientización y de reflexión. Está guiado, a pesar de ser un de reflexión, por un sentimiento de urgencia de cambios estructurales en las sociedades, de una cierta urgencia revolucionaria que se manifiesta también en formas cinematográficas que traducen esa urgencia audiovisualmente”, dice.
Aunque el libro se enfoca en cuatro países, Ignacio del Valle precisa que el nuevo cine latinoamericano también tiene ejemplos y representantes en Bolivia, México y Colombia, por ejemplo. Entre sus favoritas menciona el documental argentino La hora de los hornos, dirigido por Fernando Solanas y Octavio Getino; Tierra en trance y Dios y el Diablo en la tierra del sol, del brasileño Glauber Rocha; y de Cuba destaca La primera carga al machete, de Manuel Octavio Gómez, y Memorias del subdesarrollo, de Tomás Gutiérrez.
Sin embargo, advierte que bajo la etiqueta se agrupa una diversidad de enfoques: “Yo no hablaría de un solo cine latinoamericano, creo que son diferentes propuestas, de diferentes países, que convergen en algunas cosas, no necesariamente estéticas”, afirma.
“Son películas que tienen un valor patrimonial importantísimo, tienen un valor para entender qué es la memoria de nuestro pasado, cuáles fueron las discusiones del pasado. Y sobre todo, para entender un proceso que todavía se vive hoy, que es intentar, con diferentes recetas, crear un espacio audiovisual latinoamericano. Por supuesto, hoy no se sigue la misma ideología que en ese momento, pero son preguntas que ya estaban presentes entonces”, añade.
Cámaras en Trance. El Nuevo Cine Latinoamericano, un proyecto cinematográfico subcontinental, de Ignacio del Valle, se encuentra disponible a través de la editorial Cuarto Propio.
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