El año pasado la Red de Acción en Plaguicidas Chile y la Alianza por una Mejor Calidad de Vida, entregó una misiva al gobierno de Sebastián Piñera solicitando el retiro de los insecticidas del género neonicotinoides Gaucho, Poncho y Cruizer, de Syngenta y Fipronil de Bayer/Basf, solicitud que no fue respondida.
Después de más de un año de la solicitud, en octubre de 2014 se registró otro fenómeno de muerte masiva de abejas, donde más de 30 mil ejemplares fallecieron en la región del Maule a causa de Sevil, insecticida considerado como “altamente peligroso”, pero no sólo para los insectos, sino que también para los seres humanos. Un episodio similar se repitió pocos días después en la Región del Bío-Bío.
En ese sentido, María Elena Rozas coordinadora de RAPAL, afirmó que existe una total inercia de los servicios a cargo y pidió que exista una voluntad política, pero desde un alto nivel: “El ministerio de agricultura tiene que hacerse cargo de esto y mandar las señales a los servicios porque estas son resoluciones que no son tan difíciles de adoptar porque ya hay precedentes en la Unión Europea y otros países en que se ha suspendido el uso de estos plaguicidas después de comprobar que efectivamente causan daño y muerte a las abejas”, afirmó y añadió que, en ese contexto, no ven razones para que no se aplique el principio de precaución en Chile.
De todas maneras, ingresaron al Servicio Agrícola Ganadero (SAG) una solicitud para eliminar, aunque sea de forma temporal estos plaguicidas, hasta que las autoridades realicen los estudios que requieran, o comparen la evidencia internacional ya existente. El SAG tendría un plazo de 20 días para responder a esta solicitud, plazo que comenzó a contar del pasado 7 de noviembre.
Pero al problema de los plaguicidas, se suman también los efectos del cambio climático y el mal manejo ambiental, afirmó Paula Pedreros, ingeniera agrónomo y fundadora de Plan Bee, el trabajo por la vida, primer organismo de la sociedad civil en Chile preocupado de forma exclusiva a la mortalidad de las abejas y de potenciar su entorno.
En conversación con Radio Universidad de Chile, la especialista afirmó que a lo largo del mundo las abejas están desapareciendo a un ritmo de un 35 a 40 por ciento al año, sólo en las melíferas, el número de abejas nativas es mayor. Esto pone en juego también la estabilidad de la agricultura, ya que la muerte de las abejas reduce el margen de polinización y, por ende, limita la reproducción de las especies.
“El 70 por ciento de los alimentos que nosotros consumimos diariamente son polinizados por las abejas: la palta, la naranja, las almendras, los duraznos los melones, las sandías, las lechugas, la coliflor, el alfalfa, que es un alimento crucial para la gente que tiene engorda de animales, el trébol y así un montón de productos, además de la flora nativa chilena: el boldo, el quillay, la avellana, entre otras que necesitan la polinización para poder seguir reproduciéndose”, señaló Pedreros.
En este contexto, las organizaciones afirmaron que estarán atentas a la respuesta que den los organismos públicos, para evitar que la amenaza escale y se llegue a convertir en una crisis. De no tener respuesta, afirman, llegarán con su demanda a la misma Presidenta Michelle Bachelet.