Dicen que luchan contra el terrorismo y que lo exterminarán en cualquier lugar del mundo, pero protegen en su territorio a Posada Carriles que es un criminal confeso de haber puesto una bomba contra un avión civil cubano. Así mismo, esconden a los asesinos del canciller chileno Orlando Letelier, asesinado en el propio Washington.
Dicen que combaten el terrorismo internacional pero crearon, armaron financiaron y entrenaron el movimiento Talibán -para que combatiera al gobierno afgano en los años 80 del siglo pasado- y al Estado Islámico pensando que éste cumpliría sus objetivos de derrocar al gobierno sirio en años recientes, además cobijaron, protegieron y fueron aliados de Osama Bin Laden antes del año 2001.
Eligen un presidente negro, pero la policía sigue asesinando adolescentes y jóvenes afroamericanos con total impunidad y protección de la “justicia”.
Se dicen luchadores e insignias de la democracia en el mundo, pero han apoyado a las peores dictaduras del planeta. Fomentaron los golpes de Estado en Brasil, Bolivia, Uruguay, Chile y Argentina, que causaron centenares de asesinados, miles de desaparecidos y torturados y decenas de miles de exiliados. Protegieron las dictaduras criminales de Pérez Jiménez, Batista, Trujillo y Somoza. De éste dijeron “es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. En su “defensa de la democracia” aúpan a las monarquías medievales del Medio Oriente como la de Arabia Saudita donde no hay parlamento, ni partidos políticos, ni sindicatos, ni elecciones y donde las mujeres son segregadas y discriminadas.
Dicen que luchan contra el narcotráfico, pero la DEA actuando como un cártel, regula, controla y manipula el mercado de la droga, sin actuar contra su propio sistema financiero a donde van a parar los miles millones de dólares que tan “lucrativo negocio”, inyecta a su economía ¿quién ha visto un narcotraficante estadounidense preso?
Se ensañan inflexiblemente contra el nuevo gobierno griego de Alexis Tsipras por no plegarse a preceptos que significan seguir el hambre y la exclusión para el pueblo griego, pero tratan con “manos de seda” a la corrupta banca internacional, aportando miles de millones de dólares para el enriquecimiento de sus ejecutivos, mientras siguen apretando el dogal de los pueblos.
Dicen ser los mayores protectores del medio ambiente y la naturaleza, pero se niegan a ratificar el protocolo de Kioto sobre cambio climático.
Se dicen preocupados por la situación de la justicia en el mundo, pero no aceptan la jurisdicción de la Corte Penal Internacional encargada de juzgar delitos como el genocidio, los crímenes de lesa humanidad, los crímenes de guerra y la agresión. Lo hacen para actuar impunemente en sus prácticas intervencionistas y guerreristas, muchas veces al margen del derecho internacional. Tampoco acatan las decisiones de la Corte Internacional de Justicia de La Haya cuando sus fallos no le favorecen.
Dicen promover los derechos humanos en la región, pero no suscriben la Convención Americana sobre Derechos Humanos y teniendo la sede de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, no forman parte de ella a pesar que ambas fueron creadas a su imagen y semejanza bajo el alero del aún insepulto cadáver de la OEA.
Se gastan miles de millones de dólares en seguridad y no son capaces de proteger ni a su propio pueblo, mandan a sus hijos a inmolarse en guerras absurdas sin saber por qué lo hacen. Para ello, inventan armas nucleares en Irak, uranio enriquecido para fabricar misiles en Irán y tanques rusos en Ucrania. Nunca, nadie ha visto nada de eso.
Se ganan el Premio Nobel de la Paz, pensando que eso les servirá para legitimar el genocidio y la muerte de inocentes.
Dicen que van a normalizar las relaciones con Cuba, pero mantienen el inhumano bloqueo y la ley de ajuste que fomenta las salidas ilegales del país.
Se ufanan de tener grandes amigos, aliados y socios, pero espían a sus líderes, mientras admiten que los presionaron y obligaron a implementar sanciones contra Rusia y que en ocasiones les tuercen el brazo cuando no hacen lo que quieren.
Tienen un gigantesco déficit presupuestario, pero siguen financiando guerras de rapiña en todo el planeta. Respecto de eso, demócratas y republicanos no tienen contradicciones. Los debates en el Congreso solamente buscan definir si los gastos de guerra los pagan los pobres o los ricos. Al final, los pobres siempre pagan proporcionalmente más.
Se dicen muy preocupados por Venezuela, mientras amparan y aúpan acciones terroristas, golpes de Estado, sabotajes petroleros y maniobras desestabilizadoras violentas que ningún sistema democrático admite, en primer lugar el de ellos mismos. A los ejecutores de esas políticas la llaman “oposición que disiente del gobierno”.
Al respecto, el historiador estadounidense Morris Berman considera que aunque en su país afirman que “… disentir es patriótico, que es crucial para una sociedad democrática”, en realidad eso “…es pura hipocresía”.