“Entonces vio la compañera / que había un mundo que cambiar;
que era preciso batallar / en busca de la primavera
y con revuelta cabellera / y con dos manos desgarradas
se confundió en la marejada / que destrozaba los cimientos
del viejo mundo descontento, / para hacer limpia la alborada.”
Elegía para una muchacha roja, Patricio Manns
Las principales víctimas
Numerosos testimonios, reportajes e incluso estudios han mostrado cómo las mujeres, principalmente en áreas rurales y márgenes urbanos, son las principales víctimas del cambio climático y sus desastrosos efectos: por estar al cuidado de los niños, los ancianos y el hogar, mientras los hombres se encuentran trabajando asalariadamente, deben enfrentar solas y tienen mayores dificultades para abandonar el hogar en caso de tormentas, lluvias intensas, huracanes, inundaciones, sequías, plagas y otras manifestaciones extremas del calentamiento global.
Como uno de los factores importantes, Lakshmi Puri, directora adjunta de ONU Mujeres, señala: “Debido a la escasez de agua, en muchos países en desarrollo de Asia, África y América Latina las mujeres tienen que caminar cada vez más lejos para encontrar agua, ya sea por la desertificación o porque están disminuyendo los niveles freáticos”
En el plano laboral, las mujeres rurales han asumido un rol principal como temporeras en la industria agro-exportadora, sufriendo las difíciles condiciones de un trabajo caracterizado –según un reportaje de Red Global en 2009- por “extensas jornadas laborales, prolongada exposición al sol (propensión al cáncer y otras enfermedades de la piel), y contacto directo con plaguicidas y agro-tóxicos, que fácilmente pueden derivar en problemas de salud y malformaciones congénitas.”
En las poblaciones urbanas, las mujeres deben –cotidianamente- hacer frente a la marginalidad y la segregación socio-espacial de las ciudades, sufriendo la falta de servicios, las peores condiciones ambientales de estas zonas (contaminación de aire y suelo, falta de áreas verdes, abundancia de microbasurales) y los riesgos de la marginalidad, que hoy incluyen la violencia del narcotráfico.
En la defensa de los territorios
No obstante, y como respuesta a esta situación de injusticia estructural de género, las mujeres están, desde hace tiempo, adquiriendo un rol principal en la defensa del medio ambiente y la naturaleza.
Aparte de figurar liderando organizaciones ambientalistas, son mujeres las que crecientemente aparecen manifestándose e incluso ejerciendo la vocería de grupos locales o comunidades enteras que resisten ante las amenazas o los impactos de proyectos depredadores o contaminantes.
Asimismo, son mayoritariamente -y a veces exclusivamente- mujeres, las que se organizan en las poblaciones urbanas para defender, no sólo sus familias y hogares, sino los espacios públicos que comparten.
En la construcción de alternativas
En el mundo rural e indígena, las mujeres juegan un rol protagónico en el resurgimiento de alternativas al modelo desarrollista y extractivista. Enfocadas en el bienestar comunitario, son actores principales en el desarrollo de economías alternativas, ejerciendo y promoviendo de manera organizada la agricultura familiar campesina, la guarda y reproducción de semillas y la soberanía alimentaria.
En las ciudades, las mujeres también son actores protagónicos en la generación de redes y organizaciones para la recuperación y el mejoramiento de los barrios, la cohesión social, mediante la acción colectiva, las redes de economía solidaria, los huertos urbanos, las cooperativas de consumo y de reciclaje, y otras iniciativas comunitarias.
Vaya nuestro homenaje, cargado de amor y admiración, a las mujeres que defienden sus territorios y luchan por un mundo justo y sustentable.