“Después de un tiempo de confianza irracional en el progreso y en la capacidad humana, una parte de la sociedad está entrando en una etapa de mayor conciencia. Se advierte una creciente sensibilidad sobre el medio ambiente y al cuidado de la naturaleza, y crece una sincera y dolorosa preocupación por lo que ocurre con nuestro planeta”, señala el Papa Francisco al inicio de su encíclica.
El documento muestra como el entorno es parte de la misma creación de Dios y plantea la necesidad de amar al planeta como se ama uno mismo, ya que fenómenos como el Cambio Climático (el que asume como “un problema global”), y la falta de conciencia finalmente afecta a las propias personas.
Así lo deja ver cuando afirma que “la tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería. Muchas veces se toman medidas sólo cuando se han producido efectos irreversibles para la salud de las personas”
Para el sumo pontífice estos problemas “están íntimamente ligados a la cultura del descarte, que afecta tanto a los seres humanos excluidos como a las cosas que rápidamente se convierten en basura”.
Samuel Leiva, representante de Climate ActionNetwork Latinoamérica y vocero de la Mesa Ciudadana por el Cambio Climático, afirmó que con ésta y otras reflexiones el Papa Francisco hace una firme crítica al modelo: “cuestiona la forma en la que se ha elegido el desarrollo por parte de los seres humanos y que haya sido mucho más importante el consumismo, el capitalismo, en un discurso bastante fuerte si no analizamos desde la perspectiva de la Iglesia, la que no se había enfrentado directamente con una forma de desarrollo económico”.
En este contexto Jorge Mario Begoglio plantea que el problema tiene graves dimensiones, no sólo ambientales y sociales, sino que también económicas, distributivas, políticas y sobre todo, morales, ya que se observa la constante pérdida de recursos como el agua o el deterioro de la biodiversidad, pero también tiene efectos como el aislamiento a las migraciones forzadas, los que generan el deterioro de la calidad de la vida humana y degradación social.
Una situación que preocupa, según sostiene la encíclica, porque parece no tener final: “Mirando el mundo advertimos que este nivel de intervención humana, frecuentemente al servicio de las finanzas y del consumismo, hace que la tierra en que vivimos en realidad se vuelva menos rica y bella, cada vez más limitada y gris, mientras al mismo tiempo el desarrollo de la tecnología y de las ofertas de consumo sigue avanzando sin límite”, sostiene.
Es allí donde apela a quienes antes ha llamado “depredadores de la tierra”: Los poderosos, los grupos de poder, en particular las grandes multinacionales, los que con su acción han ido aumentando la brecha entre los pobres y ricos. Y lo dice claramente, existe una inequidad planetaria: “Tanto la experiencia común de la vida ordinaria como la investigación científica demuestran que los más graves efectos de todas las agresiones ambientales los sufre la gente más pobre”.
Estas ideas encontraron una rápida acogida en organizaciones religiosas. César Correa, vocero de la Coalición Ecuménica por el Cuidado de la Creación, afirmó que con la forma de concebir la relación de la humanidady su entorno plantea una transiciónparadigmática al interior de la Iglesia Católica.
“Desde la antropología actual el hombre tiene un lugar preminente desde el cual puede ‘hacer uso’ de los recursos y esta encíclica critica justamente eso, transitando hacia una visión donde el ser humano está incorporado y relacionado con el todo”.
Y es que la situación es realmente seria, ya que la inequidad que se está instalando a raíz de esta relación con el entorno no sólo afecta a individuos, sino a países enteros, y obliga a pensar en una ética de las relaciones internacionales.
Esto porque, según señala Francisco “hay una verdadera «deuda ecológica», particularmente entre el Norte y el Sur, relacionada con desequilibrios comerciales, con consecuencias en el ámbito ecológico, así como con el uso desproporcionado de los recursos naturales llevado a cabo históricamente por algunos países”.
En ese sentido, el Papa sostuvo que llama la atención la debilidad de la reacción política internacional ante la presión de intereses particulares que prevalecen sobre el bien común. “El sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas se muestra en el fracaso de las Cumbres mundiales sobre medio ambiente”.
Palabras claves cuando vienen de la máxima figura del Vaticano, quien será precisamente el cargado de la apertura de la cumbre de cambio climático que se realizará a finales de este año, entre el 30 de noviembre y el 11 de diciembre, en Paris Francia, la llamada Conferencia Internacional de las Partes (COP 21).
Ahora el desafío es justamente ver si la retórica del Papa logra instalarse en la preocupación diaria de los países y en qué forma las Iglesias locales dan el siguiente paso, implementando políticas y acciones que permitan internalizar este llamado a la toma de conciencia y generar un real avance.
Reacciones Internacionales
Varios presidentes y la ONU celebraron la encíclica papal.
El presidente Barack Obama saludó el mensaje “fuerte y claro” de Francisco, que exhortó este jueves a los dirigentes mundiales a actuar rápidamente para salvar el planeta.”Admiro profundamente la decisión del Papa de llamar a la acción sobre el cambio climáticocon toda la autoridad moral que su posición le confiere”, afirmó.
En la misma línea, el presidente francés,
François Hollande, indicó que espera que la “voz particular” del papa Francisco sea “escuchada en todos los continentes, más allá del ámbito de los creyentes” y añadió que saluda el llamado “cuando se prepara a recibir las negociaciones climáticas”, pensando en la COP 21. Para el presidente francés, “la encíclica del papa Francisco vuelve a colocar el tema ecológico en una perspectiva humanista”.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, también dio la bienvenida a la encíclica del papa y urgió a los gobiernos a que en la Cumbre del Clima adopten un acuerdo “ambicioso” contra el cambio climático. “El cambio climático es uno de los mayores retos que afronta la humanidad y que es un asunto moral que requiere de un diálogo respetuoso con todas las partes de la sociedad”, dijo.
Además, la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) consideró un “hito” la encíclica y pidió un cambio global para hacer frente a los efectos del cambio climático. El director de la división de Clima de la FAO, Martin Frick, dijo que el documento es “realmente un hito porque nunca un papa habló tan directamente sobre el medioambiente”, a pesar de que los dos anteriores, Juan Pablo II (1978-2005) y Benedicto XVI (2005-2013), ya se habían “expresado a favor del medioambiente”.
“El modelo de negocios del último siglo funcionó, sacó a mucha gente de la pobreza y creó procesos tecnológicos fantásticos, pero ignoró completamente los límites del planeta”, sostuvo Frick, que agregó que eso hace necesario un “nuevo orden mundial”.