Liao Yiwu: Un artesano de recuerdos humanos

Liao Yiwu escribió un poema llamado "Masacre" a escasas horas de lo que sucedió en la Plaza de Tiananmen en 1989, contraviniendo la prohibición que desde hacía dos años pesaba sobre él de las autoridades de su país de no escribir. Por esto pagó con cuatro años de cárcel que le significaron la ruina familiar y personal al punto que terminó tocando la flauta en las calles para poder sobrevivir. Pero siguió escribiendo.

Liao Yiwu escribió un poema llamado "Masacre" a escasas horas de lo que sucedió en la Plaza de Tiananmen en 1989, contraviniendo la prohibición que desde hacía dos años pesaba sobre él de las autoridades de su país de no escribir. Por esto pagó con cuatro años de cárcel que le significaron la ruina familiar y personal al punto que terminó tocando la flauta en las calles para poder sobrevivir. Pero siguió escribiendo.

Escucha acá Cultura es Noticia.

No debiera pasar inadvertido para quienes nos preciamos en Chile de una pujante aunque siempre insuficiente industria editorial, que el Premio más importante que entrega la Feria del Libro de Frankfurt sea el Premio por la Paz, como tampoco que quienes lo otorguen sean los libreros. En Alemania, donde se desarrolla la más importante cita del mundo editorial del planeta desde hace más de seis décadas, los que tienen la palabra a la hora de señalar a la persona más destacada del mundo en la construcción de la paz son los libreros, personajes que en Chile pasan inadvertidos y son unas raras avis. ¿Qué librero conoce? ¿A cuántos visita periódicamente si es que usted se precia de ser una persona lectora? Estas son preguntas básicas para entender la distancia enorme que nos separa de la cultura germana, que tiene en los libreros a personajes clave del desarrollo cultural y también económico de su país. Son estos empresarios, pequeños y grandes, que no tienen ninguna inhibición para asumirse como tales y reivindicar una industria cultural tan determinante como la relacionada con el libro para hacerse del principal reconocimiento que se entrega en el mayor evento comercial del libro. Pero el reconocimiento no recae en el autor que haya logrado las mayores ventas ni tampoco en el ejecutivo que haya logrado el mejor fichaje del año, sino que sobre un hombre o mujer que desde la literatura, la ciencia o el arte hayan hecho un aporte a la paz mundial. Un premio que concibieron en 1950, a escasos años del término de la Segunda Guerra Mundial, cuando Alemania estaba en el suelo económica y anímicamente, pero enteros, al punto de convertirse de inmediato en un faro de la reflexión crítica y humanidad. De aquí que la lista de los galardonados sea amplia y diversa, desde un escritor como Herman Hesse hasta una pensadora como Susan Sontag y hace unos años, al escritor chino Liao Yiwu, desconocido para la gran mayoría pero no para quienes vieron en él a un escritor que ha logrado hacer de su obra y su vida una misma cosa. Una escritura comprometida con los derechos humanos y con las voces olvidadas del país más populoso del planeta.

Liao Yiwu escribió un poema llamado Masacre a escasas horas de lo que sucedió en la Plaza de Tiananmen en 1989, contraviniendo la prohibición que desde hacía dos años pesaba sobre él de las autoridades de su país de no escribir. El poema, como sucede con la poesía de los grandes que sabe hablar por las bocas muertas y también predecir lo que será de las suertes de los pueblos, ya estaba teñido de sangre, la misma que se derramó sobre Tiananmen. Por esto pagó con cuatro años de cárcel que le significaron la ruina familiar y personal al punto que terminó tocando la flauta en las calles para poder sobrevivir. Pero siguió escribiendo.

Uno de sus libros es El paseante de cadáveres. Retratos de la China profunda, un conjunto de entrevistas a personajes insospechados que entregan un cuadro nada de tradicional de la milenaria China. Liao Yiwu es un cronista, un escritor de ese género híbrido del periodismo que permite relatar la realidad haciendo uso de las herramientas y los recursos de la literatura. Y así, con ojo atento fue recogiendo de los márgenes de una sociedad tan desconocida como inabarcable, los testimonios de los que han sido repudiados por la China actual: mendigos, ladrones, homosexuales o disidentes, todos parte de un enorme vitral colorido pero sobre transparente, ya que a través de estas voces marginales aparece de fondo un país que no deja de asombrar.

La crónica que da el título a este libro El paseante de cadáveres es una conversación con quien ejerce una costumbre tradicional y desconocida, como es el transportar los cuerpos de quienes fallecieron lejos de su tierra natal y llevarlos hasta allí como si lo hicieran por sus propios medios. Lo que subyace a esta antigua costumbre es la convicción de que esas almas solo encontrarán el descanso eterno en su tierra y a través de rituales que incluyen procesiones donde se les dan órdenes a los no vivientes.

Resulta muy interesante la manera directa y sin ambages cómo Liao Yiwu enfrenta a estos hombres y mujeres, que son adivinos, espiritistas, caníbales, maestros, saqueadores de tumbas, artistas, sonámbulos, entre tantos otros que dan el título de cada una de las crónicas. Personajes que parecieran haber sido sacados de cuentos y que demuestran que una escritura como la de Liao bien puede leerse como ficción, por aquellos que se niegan a la presencia de lo extraordinario en la cotidianeidad.

Desde el año 2011, el autor de estos Retratos de la China profunda vive en Alemania, hasta donde llegó a buscar asilo. Al año siguiente de su arribo, los germanos lo premiaron con el Premio por la Paz y que ya podemos leer en castellano, gracias a la editorial mexicana Sexto Piso. Es lo que podemos llamar un acierto editorial al fichar a un autor que se define a sí mismo como “un artesano de los recuerdos humanos” y cuya voz es difícil de acallar, ya sea en la denuncia al gobierno chino como también al alemán cuando corresponda.





Presione Escape para Salir o haga clic en la X