Miguel Castillo Didier, director del Centro de Estudios Griegos, Bizantinos y Neohelénicos y autor de Jorge Peña Hen (1928-1973) Músico, maestro y humanista mártir (LOM), es parte del patrimonio de la Universidad de Chile. Estudió en las facultades de Ciencias y Artes Musicales, Ciencias Jurídicas y Sociales y en la de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile. Junto al trabajo que dedica a las letras griegas, especialmente la obra de los escritores Constantino Kavafis y Nikos Kazantzakis, la música ocupa un lugar central en su quehacer, tanto en su faceta de investigador como de músico.
Esta pasión por la música lo llevó a formar parte y a rescatar la historia de Jorge Peña Hen: “La vida y obra de Jorge Peña Hen son un ejemplo, no sólo para todos los músicos y artistas, no sólo para todos los chilenos. Son un ejemplo para todo ser humano”, dijo. En la presentación, dedicada a las víctimas de la Caravana de la Muerte, a sus familias y a Víctor Jara, músico, creador, intelectual y profesor universitario al igual que Peña Hen, Castillo Didier expresó que su vida se puede resumir en tres líneas: “Llevar la belleza a todos, llevar la música a todos y a todas partes y hacer, a través del arte, más hermosa y plena la vida y más fraterno al ser humano: por esto vivió y murió Jorge Peña Hen”.
Durante los primeros meses de dictadura, Miguel Castillo Didier se enteró del asesinato de 15 personas en La Serena y que entre ellas se encontraba un músico famoso. Luego supo que las matanzas habían seguido en otras ciudades del norte y que el nombre del músico era Jorge Peña Hen. A los 45 años, el 16 de septiembre de 1973, Peña Hen fue fusilado junto a otros 14 prisioneros en la primera jornada de la Caravana de la Muerte. A partir de ese momento, Castillo Didier comenzó una campaña en busca de justicia, a través de cartas enviadas a las autoridades eclesiásticas de la época. Fueron tres años de trabajo y denuncia que finalizaron en 1976, cuando Castillo Didier fue forzado a dejar el país y conducido a Venezuela. En 1989 logró volver del exilio y de inmediato tomó contacto con la familia, colegas y ex alumnos de Jorge Peña Hen. Nunca olvidó la deuda moral pendiente: dar a conocer la vida del maestro asesinado por la dictadura cívico-militar chilena.
En 1995, luego de trabajar con el archivo familiar y los testimonios de sus estudiantes y amigos, Castillo Didier logró imprimir una reducida edición de 50 ejemplares para algunas bibliotecas. Con la presentación del libro, esta historia tiene un nuevo impulso, ya que finalmente “la vida y obra de Jorge Peña Hen podrá ser leída ampliamente”.
La música en Chile antes de la dictadura militar
En los años 40 del siglo pasado se crea en Chile un conjunto de instituciones fundamentales para el desarrollo de la música en el país, entre ellas el Instituto de Extensión Musical, la Orquesta Sinfónica de Chile, el Instituto de Investigación Musical y la Facultad de Ciencias y Artes Musicales de la Universidad de Chile. En este contexto, Jorge Peña Hen ingresa al Conservatorio Nacional, dando muestra de una multifacética vocación artística que marcaría su vida como instrumentista, compositor, director de orquesta y de coros, como organizador de conjuntos musicales y como un pedagogo lleno de crítica y compromiso social.
Fernando García Arancibia, académico, compositor y Premio Nacional de Música 2002, presentó la biografía de Peña Hen destacando que “gracias a los aportes entregados por Miguel Castillo Didier tenemos un panorama total del considerable desarrollo que logró la vida musical chilena entre la década de 1920 y el fatídico golpe militar de 1973, a consecuencia del cual se destruyó casi todo lo alcanzado en el campo de la cultura musical”.
La historia de Peña Hen da cuenta de un momento en la historia en la que el Estado chileno se responsabilizaba por el desenvolvimiento de la vida musical del país, financiándola por vía estatal. “Hay que recordar que en esos tiempos en Chile ni siquiera existía una orquesta sinfónica estable y la formación profesional del músico era insuficiente”. El conservatorio, que dependía del ministerio de Educación, pasó en 1929 a formar parte de la Universidad de Chile -junto con la Academia de Bellas Artes y la Escuela de Artes Aplicadas-, lo que llevó a la creación de la Facultad de Bellas Artes, comenzando a funcionar en 1930.
“De esta manera, la música en nuestro país quedaba cobijada bajo el alero de la Universidad de Chile, es decir, del Estado chileno”, explicó Fernando García. En la universidad, junto con la formación de músicos, se aseguraba la investigación musical y la formación de musicólogos. Lo que aún faltaba eran instituciones de difusión de la música, los organismos para formar auditores, como conjuntos musicales y la Orquesta Sinfónica.
Para resolver el problema del público se creó el Instituto de Extensión Musical en octubre de 1940. Al año siguiente, la Orquesta Sinfónica de Chile realizaba su primer concierto. “Nuestro país tenía por primera vez en la historia una orquesta sinfónica estable”, explicó Fernando García. Con este mismo impulso se crearon nuevas instituciones como el Coro de la Universidad de Chile, la Revista Musical Chilena, un Cuarteto de Cuerdas, un Quinteto de Vientos, un conjunto de percusión, la Ópera Nacional y los Festivales de Música Chilena, entre otras.
A pesar de los avances, esta proliferación de espacios musicales aún tenía el problema de la centralización. Esta situación comienza a ser revertida en 1950 con la fundación de la Sociedad Bach en La Serena, dirigida por Jorge Peña Hen. Es en este momento que las regiones comienzan a tener relevancia musical a nivel país. Es importante mencionar que Jorge Peña Hen siempre mantuvo fuertes lazos con la Universidad de Chile y la Facultad de Ciencias y Artes Musicales, siendo resultado de esta relación la creación del Conservatorio Regional de La Serena en 1956, dependiente de dicha facultad.
En su libro, Miguel Castillo Didier destaca: “Por primera vez la Casa de Bello, desde su fundación en 1843, extendía sus tareas más allá de las regiones de Santiago y Valparaíso”. Asimismo, Fernando García cita al historiador Jaime Eyzaguirre, quién escribió que “podemos decir que Jorge Peña es el precursor de la Universidad de Chile en provincia”, en una época en la que había sedes de la Universidad de Chile en Arica, Iquique, Antofagasta, Copiapó, La Serena, Valparaíso, Santiago, Talca, Chillán y Temuco.
Las orquestas infantiles y juveniles
Walter Valdebenito, director ejecutivo de Fundación Orquestas Juveniles e Infantiles, destacó el movimiento inaugurado por Jorge Peña Hen, el cual se ha replicado en América Latina y ha inspirado, por ejemplo, al sistema venezolano de orquestas que ya cumple 40 años.
“En mayo de 1964, Jorge Peña Hen, director y profesor del Conservatorio Regional, Fundador de la Sociedad Bach y creador de la Orquesta Filarmónica, comenzó a poner en práctica una idea acariciada durante años. Tras un rápida selección de 100 niños de cuarto de preparatoria, de cinco distintas escuelas primarias, inició el desarrollo musical sin restricciones de este grupo, impartiéndoles una enseñanza basada en los nuevos métodos musicales modernos, de tipo práctico, que produjera en un corto plazo músicos activos”.
En 1965, el entonces ministro de Educación Juan Gómez Millas invitó a la Orquesta a Santiago, donde ofrecieron dos conciertos en el Teatro Municipal y otro en el Senado. En 1967 realizaron una primera gira nacional con conciertos en Santiago, Valparaíso, Viña del Mar y Concepción. En 1968 ya sumaban 45 conciertos con dos giras al extranjero, dando cuenta de un trabajo creativo, una dedicación, pasión y un tipo de país que cambió radicalmente a partir de 1973.