Señor Director:

Todos los sábados paseo por el centro de Santiago, las calles representativas de nuestro país, y todos los sábados me invade un sentimiento de impotencia y debilidad al presenciar el desagradable trato que hay en nuestra población, la escasez de valores como el respeto y la solidaridad, que debieran ser parte de nosotros. Quiero decir, no es necesario una catástrofe para que pensemos y empaticemos con quienes nos rodean, pero ¿cuál es el trasfondo de lo mencionado anteriormente? Pues que carecemos de educación cívica y necesitamos colaboración. Debiera implementarse en los colegios como una asignatura obligatoria separada, en los más pequeños fomentar la convivencia con actividades lúdicas, mientras que en los jóvenes y adultos podríamos buscar la forma de forjar vínculos, relaciones espirituales, intelectuales, sociales y sociológicas mediante la educación, del mismo modo que se hace en países como Finlandia, donde hay un fuerte sentido de comunidad y moderados niveles de compromiso cívico. Dicha nación tiene uno de los mejores desempeños en la formación ciudadana y debemos imitar lo mejor de los demás.

Tenemos humanos de sobra, lo que nos falta es humanidad. Es un paso pequeño, pero es de este modo que podemos avanzar como país.

Claudia Saavedra Azúa
IIIºA, Colegio Alberto Pérez