La ciudad de La Meca, sitio sagrado para los mil 400 millones de musulmanes, ha sido nuevamente escenario de una catástrofe de proporciones. La muerte, según las últimas cifras, de más mil 500 peregrinos en una avalancha humana, puso nuevamente en el centro del debate la falta de una administración adecuada, de la escasa política de seguridad preventiva y el descontrol de las autoridades saudíes, para atender a millones de peregrinos que año a año visitan esta ciudad santa.
En la localidad de Mina, a cinco kilómetros al este de La Meca -en el valle de Mina está el Puente Jamarat, ubicación precisa donde se realiza el ritual de la lapidación del diablo– Hach– en la carretera que une el centro de La Meca con el Monte Arafat, la muerte de mil 300 fieles y las heridas de otros 3 mil enlutan a los millones de creyentes a lo largo del mundo.
Según señaló el Diario Libanés Al Diyar, parte importante de la responsabilidad de la tragedia estaría dada por la irrupción del Ministro de Defensa Saudí, Mohamad bin Salman que acompañado por cientos de soldados y policías decidió participar en el ritual del Hach enfilando hacia la Meca vía Mina, lugar de la tragedia. Esta decisión del hijo del Rey y lo que conlleva su protección por parte de la comitiva de escolta, junto a la decisión administrativa de las autoridades saudíes de cerrar dos de los cinco caminos que los peregrinos toman desde Mina a La Meca, obligó a la muchedumbre a enfilar en una dirección distinta ocasionando con ello, un aumento del flujo de fieles que se dirigían hacia la zona donde se disponían a realizar el ritual religioso, en el marco del Eid al Ahda –la gran fiesta islámica del sacrifico– de la “lapidación del diablo” que es uno de los ritos centrales del Hach.
Al-Diyar, en su nota, consigna que tras observar los resultados de su irrupción la comitiva del hijo del rey saudí abandonaron la escena de la estampida dejando un reguero de muerte y dolor “La tragedia ya había comenzado. El hijo del rey dio por terminado su viaje, mientras los peregrinos se empujaban, caían y eran aplastados bajo los pies de otros miles de peregrinos”, ha señalado el diario libanés dando a conocer también que las autoridades de la Casa al Saud encubren la historia imponiendo un bloqueo informativo sobre la presencia de Mohamad bin Salman en los ritos del Hach.
Responsabilidad saudi
El incidente, ocurrido en la mañana del jueves 24 de septiembre, significó la muerte de 131 ciudadanos iraníes y 60 heridos lo que causó una gran congoja en la nación persa e hizo declarar al líder de la revolución islámica de Irán, el Ayatolá Seyed Ali Jamenei, que la responsabilidad de estas muertes recae en las autoridades saudíes, decretando tres días de duelo oficial. En un sentido mensaje el líder religioso señaló que “El Gobierno saudí está obligado a asumir su gran responsabilidad en este amargo incidente y cumplir con sus obligaciones conforme con el imperio de la Justicia y la Equidad. La mala gestión e inapropiadas medidas tomadas por las autoridades saudíes han sido factores que provocaron esta tragedia y no deben pasarse por alto”. La fiscalía de Irán, informó que denunciará ante un tribunal internacional a las autoridades de Arabia Saudita. La responsabiliza por la estampida durante el Hajj cerca de La Meca, porque las autoridades saudíes bloquearon una carretera usada por los peregrinos para permitir el paso de un convoy real. Señalan que eso provocó la convergencia mortal de dos oleadas de peregrinos.
La Organización de Hach y Peregrinación de Irán a través de su presidente Said Ohadi, considera que los fallos administrativos de Arabia Saudí y el cierre de dos de los caminos que daban a Mina fueron elementos desencadenantes de la muerte de los mil 300 peregrinos y una cifra de heridos que se eleva sobre los tres mil según los últimos reportes. No se ha descartado tampoco la presencia de elementos terroristas takfiri, que fuesen un elemento catalizador de la estampida tomando en consideración a la gran cantidad de muertos de la nación persa.
Se ha señalado que La principal causa de la negligencia del país árabe para garantizar la seguridad de las personas durante las ceremonias de Hach es que las autoridades saudíes están ocupadas para llevar a cabo ataques contra Yemen. Opinión que es compartida por figuras políticas y religiosas paquistaníes. Por su parte, el jefe de la Federación rusa de Migración, Mohamad Amin Mayumder, tras repudiar los recientes incidentes en el país árabe durante la ceremonia de Hach de este año, ha afirmado que “Arabia Saudí, en colaboración con el régimen israelí, se ha dedicado a asesinar al pueblo yemení, en vez de cumplir sus responsabilidades ante el mundo del Islam”. “La muerte de más de 700 peregrinos, en el día de Eid al-Adha pone de relieve que el país árabe es incapaz de administrar la ceremonia de Hach”, ha señalado
Cualquiera sea la razón, una de ellas, o la suma de varias, lo concreto es que las autoridades saudíes han mostrado su ineficacia en resguardar este lugar santo para el mundo musulmán y requiere tenerse entonces una mirada crítica, donde la voz de los cientos de millones de fieles se hagan sentir y exigir que las medidas de seguridad, una administración de calidad, el cuidado de medios de transporte, el uso de medios de rescate y sobre todo medidas de prevención frente a multitudes que año a año acuden a la ciudad santa sean una realidad. Como también la exigencia de evitar políticas de exclusión, que deben ser parte de la política de la Casa al Saud con respecto a los lugares de peregrinación. Si no son capaces de ofrecer un mínimo de seguridad entonces hay que plantearse seriamente el que un comité externo se haga cargo de esta labor, que puede ser una de las alternativas o aquellas que el mundo musulmán exija con fuerza.
A las muertes consignadas debemos sumar aquellas ocurridas hace apenas un par de semanas cuando una grúa cayó sobre la masa de asistentes a la Mezquita Al Haram en la misma ciudad de La Meca dejando 110 muertos y 300 heridos. Adicionalmente hay que sumar las muertes de otras decenas de fieles en incendios de hoteles y residenciales usadas por los visitantes a la ciudad santa. Junto a ello la nación persa recuerda con dolor la muerte de 275 iraníes –de un total de 402 personas fallecidas– el 31 de julio del año 1987 cuando partidarios de la revolución islámica, que se manifestaban en La Meca contra la política estadounidense en Oriente Medio fueron masacrados por la policía saudí, que en su versión oficial señaló que esas muertes se debieron a la estampida generada tras usar gases lacrimógenos.
En el trágico recuento de víctimas debemos considerar también la ocurrida el 27 de mayo del año 1994, que significó la muerte de 270 peregrinos, principalmente magrebíes y asiáticos en una estampida en el valle de Mina, que engrosaron la cifra de otras 559 personas fallecidas producto de la insolación u otros problemas de salud generando fuertes críticas por la lentitud en el rescate de heridos, la escasa atención sanitaria de las personas afectadas y desorden administrativo de quien se supone debe velar por el orden, la seguridad y la paz en un sitio sagrado del mundo musulmán. Ya en esos años la casa al Saud fue blanco de fuertes críticas por su inexcusable ineficacia en resguardar los lugares santos.
El 15 de abril del año 1997, 220 peregrinos, fundamentalmente indios, paquistaníes y bengalíes murieron en un incendio ocurrido en el campamento que ocupaban en las cercanías de La Meca. Al año siguiente murieron otras 120 personas en la peregrinación ritual del Hach. Tras algunos años sin cifras masivas de muertes que lamentar, llegó febrero del año 2004 cuando fallecen 260 fieles, en su gran mayoría ancianos y niños, aplastados durante una avalancha humana durante el rito de la lapidación del diablo, también en Mina. En enero del año 2006 100 personas murieron producto del derrumbe de un hotel de siete pisos en la Meca. Todas ellas tragedias posibles de prevenir cuando se cuentan con políticas de prevención de riesgos adecuadas. Dinero para su implementación la Casa al Saud tiene de sobra ¿voluntad? Ese parece ser el concepto que no conocen.
Todas las muertes consignadas reflejan la falta de medidas de protección y seguridad en una ciudad que recibe millones de visitantes y que requiere autoridades responsables y alejadas de prácticas de exclusión, como ha sucedido con los fieles persas, que además han tenido que lidiar con abuso a menores por parte de las autoridades policiales saudíes. Autoridades iraníes como el vicepresidente primero de Irán, Eshaq Yahanguiri, ordenaron, respecto a la catástrofe del 24 de septiembre, el uso de todas las capacidades necesarias para atender a los peregrinos iraníes heridos en este accidente, pero signado que “la responsabilidad de proteger y garantizar la seguridad de los peregrinos recae en el Gobierno de Arabia Saudí, y éste tiene que cumplir con sus deberes y asumir las consecuencias de su ignorancia y negligencia” concluyó el alto cargo del gobierno de la república islámica.
En este recuento de hechos trágicos, no se puede olvidar la decisión de las autoridades iraníes de suspender la peregrinación de fieles iraníes menores a la ciudad santa de La Meca mientras el gobierno de Riad no ofrezca disculpas oficiales y castigue a los policías acusados de abusar sexualmente de dos menores iraníes en el mes de abril del 2015, en el marco de la peregrinación a esa ciudad, mostrando con ellos las debilidades en el cuidado y seguridad de los fieles que acuden a cumplir su deberes como creyentes, pero que encuentran un marco de corrupción, inseguridad, fallas administrativas, escasa prevención ante posibles accidentes y sobre todo el no asumir responsabilidades frente a hechos de muerte como los que han sucedido. Tal vez ha llegado la hora que sean otros los que asuman la responsabilidad de velar por los lugares santos del mundo musulmán, teniendo en cuenta el actuar negligente de las autoridades saudíes y no seguir lamentando tragedias como las ocurridas este último mes.
*Articulo del autor cedido por www.islamoriente.com