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En tiempos en que el asalto violento es cuestión de todos los días se hace necesario comentar una experiencia que golpea y sorprende en sus dimensiones e implicancias culturales en la comuna más afectada por los llamados “portonazos”. Fue el artista y abogado Gonzalo Sánchez quien le dio el nombre de Portonazo cultural a esta iniciativa que dirige y que fue inaugurada en el corazón de Vitacura. Se trata de Ojo rojo, un espacio de arte, porque aclaran que no quieren ser identificados como una galería, que se ha abierto en el edificio institucional de Transoceánica. Un inmueble emplazado en plena avenida Santa María de Manquehue que se separa de los tradicionales edificios corporativos debido a su diseño y concepción en el que la sustentabilidad y la eficiencia energética fueron las matrices. Es el edificio institucional de las empresas de la familia Schiess, de origen alemán, y que teniendo como base el desarrollo de proyectos industriales, turísticos e inversiones, crearon el Teatro del Lago. Estamos hablando de una de las familias más emblemáticas en nuestro país en cuanto al mecenazgo artístico y cultural que ahora, han abierto un espacio de arte en su centro operativo en Santiago. Y lo han hecho de un modo bien particular, porque han integrado a un reconocido artista y gestor cultural chileno como es Sánchez, quien además es parte del directorio de Teatro del Lago, para conducir lo que han llamado Ojo rojo que abrirá con una de las figuras más señeras e importantes de las artes visuales de nuestro país: Matilde Pérez. Estamos hablando de la artista cinética nacional que habiendo sido reconocida internacionalmente no tuvo en Chile el mismo trato, muriendo hace un año sin ese Premio Nacional que tanto se merecía. Por eso es que la inauguración de este espacio de arte con una de sus obras y una retrospectiva de arte cinético y geométrico de artistas chilenos y extranjeros es una manera de homenajearla y reconocer la huella que fue dejando en esas generaciones de artistas que no dudaban de su genialidad y honestidad con su estilo.
En el marco de este homenaje, el curador de este espacio y también cineasta Manuel Basoalto presentó el libro Conversaciones en el jardín, que resume los diálogos que mantuvo con Matilde Pérez sobre su vida, pensamiento y obra que en el jardín de su casa, donde acostumbraba a trabajar. Un libro que la vuelve a poner en el centro de la escena artística como una precursora que tuvo el destino de todos aquellos que se atreven a romper con lo tradicional, como es la incomprensión y la desidia.
Esta retrospectiva en torno al arte cinético y geométrico con la que se abre Ojo rojo tendrá la misma línea de trabajo que ya ha caracterizado a la visión que tienen los Schiess de los espacios culturales: esto es ponerlo al servicio de la comunidad. De modo que se trata de una apuesta comunitaria y educativa, en la idea de que sean los vecinos de un barrio tradicionalmente encerrado en sus propias casas por altas rejas electrificadas, los que puedan darse cita, verse las caras y ojalá empaparse y contagiarse de este espíritu altruista tan poco común en las clases acomodadas y ricas de Chile.
Pero han entendido el vocablo vecinos en un sentido más amplio que el literal, de modo que han dispuesto visitas guiadas para grupos de estudiantes a las cuatro exposiciones que han proyectado para este 2016 y que se inicia con Matilde Pérez y que será relevada por Roberto Matta…no se vienen con chicas. Acá se unen los talentos de un artista como Gonzalo Sánchez, que suscribe sus obras como Pikti, y que en este momento expone en Paris y en criollo Museo de Arte Contemporáneo, con los de Manuel Basoalto, quien ha tenido el inteligencia de vincularse con lo más granado de nuestra escena visual y de paso, con sus principales mecenas, lo que le da proyección a este espacio.
Esperamos que siga sorprendiéndonos, de manera violenta, que nos remezca el trabajo que desarrollen en Ojo rojo y que se gane ese nombre de Portonazo cultural que tanta falta nos hace.