Vale la pena recordar a la escritora y primera generación de bibliotecólogas de Chile, Pepita Turina, seudónimo de Josefa Alvina Turina Turina. Ella nació el 1 de marzo de 1907 en Punta Arenas y murió el 1 de marzo de 1986 en Santiago. Entre múltiples e inteligentes textos destaca su frase célebre “también somos lo que no queremos ser”.
“Apreciaba las vibraciones más sutiles del complejo humano. Se captaba en ella una aptitud tenaz, no una rebeldía negativa, sino temperamental y literariamente constructiva. Tenía sus propias ideas políticas, religiosas y artísticas. Sus impresiones escritas y habladas eran su veracidad; camino poco grato para los que gustan de las respuestas halagadoras. No cultivaba la simpatía por medio de la expresión gratuita, ni buscaba el canje social”, escribió su marido Oreste Plath en 1986, después del esparcimiento de sus cenizas en el estrecho de Magallanes.
Juan Antonio Massone del Campo, en una carta que escribió a Pepita Turina después de su muerte, señaló que: “No se me borra de usted su voz enfática, buena pronunciación y también su sentido del humor. Me parece que en sus palabras se acortaba la distancia entre habla y escritura. Hablaba tan bien como apuntaba sus cavilaciones”.
No fue una escritora conocida. El 9 de marzo de 1986, en La Últimas Noticias, Filebo (Luis Sánchez Latorre) señaló sobre ella: “Aquí, donde se perdona todo menos que las personas sean de veras cultas e independientes, Pepita Turina no estaba destinada a hacer escuela. Y no la hizo”.
En todo caso, las obras de los escritores hablan por sí solas de su calidad literaria. Al acercarme a la obra de Pepita Turina, dilucidé los aspectos que siguen. Entre múltiples artículos publicados, destacan su cultura y erudición. En sus cuentos, se puede leer entre líneas su amor y respeto por los niños, así como el interés para que se acerquen a los libros, al ballet y a los espectáculos culturales. La magia como resolución de los relatos para pequeños es permanente.
A través de la literatura de Pepita Turina se puede observar que ella era avanzada para la época. En 1944, en la revista Atenea N°223, escribió un cuento titulado “Cuando ella volvió”, donde abordó la infidelidad de la mujer. “Conozco mi falta; una coquetería que no se detuvo”, frase de la protagonista. También en otro relato escribió sobre la infidelidad masculina. Entre sus ensayos se distingue “MultiDiálogos”, el cual ha sido comentado y aplaudido. En “Sombras y entresombras de la poesía chilena actual”, señala que la poesía no debería explicarse.
Si alguna crítica se puede hacer a su obra es la humildad en su tratamiento y la poca longitud de sus escritos. Si bien es un rasgo aplaudido en esta época, hubiera sido deseable un poco más de desarrollo, para haber degustado por más tiempo su pluma.
Su escritura es muy diversa y está reunida en un delicado y artístico sitio web realizado con mucho amor por su hija Karen Plath Müller Turina. La dirección es www.pepitaturina.cl.