La situación internacional y, supongo, que la cercanía del fin de su mandato, está haciendo que la soberbia imperial esté alcanzando niveles impensables en la actuación y los discursos de Barack Obama y algunos altos personeros de su gobierno. Unos meses antes de salir de la Casa Blanca, para encaramarse en el Olimpo de los ex mandatarios en el que muy probablemente, tal como Tony Blair, cobrará 300 mil euros por una conferencia, además de un millón de dólares por asesorías bancarias como lo señala el portal chileno Politika, en las últimas semanas, Barack Obama ha comenzado a esbozar ideas que transmiten un pensamiento confuso, con el cual, al parecer está diseñando su proyección a futuro.
Así como Jimmy Carter ha hecho un gran negocio como el “Dios” de la observación en cuanta elección haya en el planeta, dando lecciones de democracia a la estadounidense y Bill Clinton ha ganado miles de millones de dólares aprovechando la miseria y el dolor del pueblo haitiano como negocio, Obama pretende transformar la condición de lo que en Estados Unidos se denomina “liberal demócrata” para abrirse paso cual nuevo colonizador vendiendo -valga la redundancia- democracia liberal como espejitos que pretenden hacer olvidar su pasado guerrerista y genocida, de la misma manera como lo lograron exitosamente sus dos colegas demócratas que lo antecedieron.
Sin embargo, la voracidad y descaro de este presidente que sin haber hecho nada le regalaron el Premio Nobel de la Paz, casi al comenzar su primer mandato, parece no tener límites. En reciente entrevista para la revista “The Atlantic”, este moderno Poncio Pilatos, lavándose las manos respecto del desastre creado en el Medio Oriente y el norte de África por las intervenciones militares de Estados Unidos y la OTAN, señaló que sus aliados europeos y árabes habían involucrado a su país en disputas regionales, que no tenían que ver con los intereses de Washington en la región.
Fue preciso: “ La competencia entre los saudíes e iraníes que ha contribuido a alimentar guerras de poder y el caos en Siria, Irak y Yemen nos obliga a decir a nuestros amigos, así como a los iraníes que necesitan encontrar una manera eficaz de compartir la zona y fundar una especie de paz fría”. Todo esto, después de cientos de miles de muertos y la destrucción de tres países que cuyo común denominador fue la intervención militar, directa o indirecta de Estados Unidos y la OTAN, a fin de obtener objetivos que solo ellos, los poderes imperiales, se propusieron.
Con respecto a Libia, la “cara dura” del inquilino de la Casa Blanca no se puede catalogar menos que de inaudita. Después de destruir al país más próspero y de mayor nivel de desarrollo social de África para convertirlo en un Estado inviable, sumido en una guerra tribal y sectaria que no se sabe cuándo terminará, causando sufrimiento, dolor y muerte a su población, Obama se limita a decir que la intervención de la OTAN en ese país fue un error sustentado en la suposición de que Gran Bretaña y Francia asumirían la mayor responsabilidad. Una vez más, el presidente estadounidense fue puntual. Según él, Nicolás Sarkozy, su colega francés “quería presumir de los vuelos que estaba haciendo en la campaña aérea en Libia, a pesar del hecho de que Estados Unidos había borrado (sic) todas las defensas aéreas y establecido toda la infraestructura de la intervención militar”.
Por otro lado, con respecto a Cuba, cuando Obama está a solo días de realizar una histórica primera visita de un presidente estadounidense a ese país en cien años, ordenó a su secretario de Estado adjunto Anthony Blinken que soltara una diatriba absurda, propia de la guerra fría, tal vez pensando que con eso iba a amedrentar a los cubanos. En el marco de una inmoralidad sin límites, Blinken acusó a Cuba, además de China, Rusia y Venezuela de ser países donde se violan los derechos humanos. Con respecto a Cuba, el funcionario dijo que “…estamos cada vez más preocupados acerca de las detenciones breves de activistas pacíficos por parte del gobierno, que alcanzaron cifras récord en enero. Exhortamos al gobierno cubano a abandonar esta táctica de acallar protestas pacíficas. En unas semanas el presidente Obama realizará una visita histórica a Cuba y destacará que sería mejor para el pueblo cubano que existiera un ámbito donde la gente se sienta libre de escoger sus partidos políticos y líderes, expresar sus ideas, y donde la sociedad civil sea independiente y se le permita prosperar”. Es decir Obama, ahora por otra vía, quiere lo mismo de siempre, es decir, que Cuba adopte el modelo político de Estados Unidos, el mismo que se caracteriza por graves violaciones a derechos humanos en todo el mundo, discriminación racial, violencia policial contra los negros y otras minorías, persecución de inmigrantes, práctica de tortura, existencia de cárceles ilegales y asesinatos de civiles inocentes con drones y otras perlas del “american way of life”. Estamos hablando del país que solo ha firmado 11 convenciones de la ONU sobre derechos humanos de más de 40 existentes.
Inexplicable para quien vocifera sobre derechos humanos en la ONU. Obama no ha hecho nada por cambiar esta situación durante su mandato.
En el colmo del paroxismo, respecto de Venezuela, abogó por dos delincuentes presos, los que antes de cometer su delito eran dirigentes de un partido político, olvidando que esos individuos son responsables de actos contra el orden constitucional en los cuales resultaron 43 muertos y más de 800 lesionados y por los que en Estados Unidos hubieran sido condenados a pena de muerte o cadena perpetua en el mejor de los casos.
En el extremo de su demencia, durante una entrevista en la cadena CNN, Obama dijo que el gobierno de Venezuela era ilegítimo, a pesar de haber sido elegido en comicios verificados internacionalmente en el que participaron cerca del 80 por ciento de los ciudadanos…y quién lo ha dicho, fue elegido (al igual que todos sus colegas) por alrededor del 25 por ciento de los votantes. Le respondió el ministro de Defensa de Venezuela, general Vladimir Padrino López quien dijo que “Obama es un peligro no solo para Venezuela, sino para toda América Latina”
Respecto de Argentina, en un ataque de sinceridad expuso que “a la presidenta Fernández yo la veía a menudo en los eventos del G-20 o similares. Teníamos una relación cordial, pero en lo que respecta a sus políticas de gobierno eran siempre antinorteamericanas. Creo que ella recurría a una retórica que data probablemente de los años 60 y 70, y no a la actualidad”, dijo el mandatario norteamericano. Mientras que al hablar del nuevo presidente Mauricio Macri, también fue claro: “El presidente Macri reconoce que debemos mirar adelante, y que la Argentina, que históricamente fue un país muy poderoso, ha visto debilitada su posición relativa en parte por no haberse adaptado a la economía mundial tan eficazmente como hubiera podido.”. O sea, te subordinas a los Fondos Buitre, despides decenas de miles de trabajadores, reprimes brutalmente a quienes protestan pacíficamente y dejas que Wall Street de las órdenes en tu país y eres eficaz y adaptado a la economía mundial, caso contrario, estás desactualizado y apegado al pasado. Ya en Panamá había dicho que había que olvidar la historia.
Pero internamente, tampoco las tiene todas consigo. En su último informe al Congreso, en enero pasado, Obama se vio obligado a responder al pre candidato republicano Donald Trump, pidiéndole a los ciudadanos que se mantengan fieles a los valores estadounidenses. Veladamente, le dijo a Trump que “quien diga que la economía norteamericana está en declive vive en un mundo de ficción”, y afirmó ufano como fuera el dueño del mundo quien hablaba “Estados Unidos de América es la nación más poderosa de la Tierra. Punto. En lo que respecta a todos los temas internacionales importantes, en el mundo no buscan en Beijing o en Moscú un liderazgo, nos llaman a nosotros”. Al parecer fue poco convincente, el propio Trump tuiteó que el discurso fue “realmente aburrido, lento, apático muy difícil de mirar”.
Al leer estas contradictorias declaraciones del presidente Obama y algunos de sus subordinados, no puedo menos que recordar aquella canción del extraordinario merenguero dominicano Wilfrido Vargas, que en su estribillo decía “Mami, ¿Qué será lo que quiere el negro?”, y por supuesto el coro que acompañaba la melodía “Que le den, que le den, que le den”.