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Copa América Centenario: El desafío chileno

Se viene en Estados Unidos la Copa América Centenario, inusual torneo que celebrará los cien años del nacimiento del campeonato de fútbol más antiguo del mundo. Para la Selección Chilena será un torneo particularmente difícil, no sólo porque defender el éxito es más complicado que alcanzarlo, sino también por todo el desorden y suciedad que rodea por estos días a nuestro fútbol.

Francisco Cárdenas

  Miércoles 1 de junio 2016 10:24 hrs. 
chile centenario

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Se viene en Estados Unidos la Copa América Centenario. Este inusual torneo celebrará los cien años del nacimiento del campeonato de fútbol más antiguo del mundo. Para conmemorar su nombre, en esta versión además de las habituales diez selecciones sudamericanas, han sido incluidos seis equipos provenientes de la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe (Costa Rica, Jamaica, México, Panamá, Haití y el combinado local). Es la primera vez que la Copa se disputará fuera de Sudamérica y el evento se realizará en diez ciudades de los Estados Unidos.

Para la Selección Chilena será un torneo particularmente difícil. No sólo porque defender el éxito es más complicado que alcanzarlo, sino también por todo el desorden y suciedad que rodea por estos días a nuestro fútbol. Si el titulo en la versión anterior logró acallar cuestionamientos y alargar la estancia de los ladrones, la verdad es que hoy nada podría ayudar a ocultar la vergüenza y el hastío del hincha con todo lo que sucede en la ANFP.  Además la selección esta vez no contará con el apoyo incondicional del publico local y deberá encontrar en sus propias fortalezas los argumentos que le permitan retener el trofeo. Es cierto que la selección cuenta con jugadores de alto nivel pero todavía falta saber cuánto afectó el desorden interno del fútbol chileno al equipo. Lo que si es evidente es que la inestabilidad dirigencial y el cambio de entrenador no le han permitido mantener el protagonismo y después de la victoria con Venezuela es poco lo que podemos elogiar.

Deportivamente,  la selección debe superar definitivamente la salida de Jorge Sampaoli y encontrar junto a Juan Antonio Pizzi y sus ayudantes una nueva versión que respeté la identidad colectiva adquirida y que potencie la calidad individual de los jugadores. En los amistosos no se han visto bien pero es obvio que esos partidos no son un buen parámetro por la cercanía del torneo y por la imposibilidad de contar con el plantel completo. Recién en el debut contra Argentina podremos tener una idea más clara del trabajo del nuevo entrenador con sus dirigidos y de las aspiraciones tácticas del director técnico nacional.

En la cancha se ve que el equipo se conoce y salvo algunos pocos nombres nuevos, todos han sido parte de los últimos procesos selectivos. Por ello el buen funcionamiento no debería costar tanto ni las transformaciones debieran ser tan profundas. Defensivamente el equipo conoce muy bien el esquema y son capaces de complementarse a la perfección. Si bien hay niveles individuales que se observan bajos, da la impresión que lo colectivo alcanza para superar y nivelar esas diferencias. Arriba la calidad de los jugadores es indiscutible pero hay pocas oportunidades y cuando se pierde la pelota se recupera muy lento y en campo propio, lo cual duplica los esfuerzos físicos y hace que terminen agotados. Para evitarlo se debe jugar con un equipo bien corto, presionar muy arriba y recuperar cerca del arco rival. Bajar la intensidad del juego obliga a defenderse cerca del área propia y en ello no somos tan buenos.

De todos modos el mayor problema aparece en la generación de juego y el pase final. Hoy parece que dejar fuera a Jorge Valdivia no fue una buena decisión ya que él tiene la capacidad de resolver por si mismo esa faceta (y por eso sorprende su ausencia). Valdivia no es indispensable (nadie lo es) pero si lo es la construcción de oportunidades claras para los delanteros y eso es lo que parece extraviado. En este sentido será fundamental decidir por un constructor y dotarlo de la confianza para asumir ese rol con eficiencia. Ya lo hizo Matías Fernández con Marcelo Bielsa por ejemplo. Otra opción es abstenerse de un jugador único en esa labor y construir de modo colectivo, dominando la posesión del balón y atacando con mucha gente. En fin, existen varias alternativas y jugadores que puedan realizarlas también, pero lo importante es definir alguna, que los jugadores la tengan clara y por supuesto que funcione. En ello radica el éxito de cualquier sistema.

Hasta acá la selección chilena ha mostrado una fuerza colectiva importante pese a las adversidades deportivas, disciplinarias y dirigenciales. Si logra mantener esa unión dentro de la cancha, puede llegar lejos. Esta vez la selección necesita un esfuerzo colectivo importante para poder suplir las deficiencias y complicaciones del proceso. Sólo así podrá mantener la intensidad y calidad de la propuesta que lo hicieron campeón. Actuar como un grupo y dejar de lado los intereses personales. Ese es el desafío y ojalá resulte porque de paso serviría de ejemplo a todo el país.

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