Podemos en el nuevo escenario político de España

Bajo un discurso instrumental: el ahora o nunca, Unidos-Podemos no ha logrado convencer, siendo el mayor damnificado, Izquierda Unida, y Alberto Garzón. Una alianza que pasó por despejar el problema de la deuda de Izquierda Unida, cuyo monto es superior a los 10 millones euros. La alianza instrumental se tambalea si no está herida de muerte.

Bajo un discurso instrumental: el ahora o nunca, Unidos-Podemos no ha logrado convencer, siendo el mayor damnificado, Izquierda Unida, y Alberto Garzón. Una alianza que pasó por despejar el problema de la deuda de Izquierda Unida, cuyo monto es superior a los 10 millones euros. La alianza instrumental se tambalea si no está herida de muerte.

Las elecciones del 26 de junio han dejado una lección, las encuestas no son fiables cuando un 33 por ciento de la población electoral se muestra indeciso en el voto. Sin embargo, en España no ha sido la primera vez que las encuestas fallan. En 1993, en plena crisis política del PSOE, con los casos de corrupción, Los GAL y Felipe González en horas bajas, todos los estudios de opinión daban ganador al Partido Popular. Igualmente, las primeras estimaciones a pie de urna, lo corroboraban. Al finalizar el recuento, el ganador fue el PSOE quien logró una mayoría relativa con un 38, 78 por ciento de los votos y 159 diputados, mientras, el Partido Popular, llegó al 34, y se adjudicó 141 escaños. Nadie habló de fraude electoral, aunque las encuestas y los resultados no coincidieron. En esta ocasión, el 16 de junio de 2016, Podemos, experto en generar rumores, habla de pucherazo electrónico para evitar que Unidos-Podemos adelantase al PSOE. En otras palabras, que desde el Ministerio del Interior se urdió una trama para impedir el sorpasso. Es decir que el segundo fuese tercero y el tercero segundo. Sin ninguna base, el rumor se extendió, aunque no ha tenido mayor relevancia, ha sembrado la duda. Todo con tal de no realizar un análisis profundo de su pérdida de más de un millón de votos.

Han pasado dos décadas y en términos porcentuales, el Partido Popular logra, en esta ocasión 137 escaños, con el 33,04 por ciento, mientras el PSOE recoge el peor resultado histórico, 85 diputados y un 22,35. La topografía electoral no es la misma. Han surgido nuevos actores que no estaban en el escenario, y por otro lado, la crisis de 2008 sigue dejando cadáveres políticos. Las minorías nacionalistas e Izquierda Unida, cuyo peso se hacía notar cuando era necesario conseguir los votos para la mayoría absoluta y formar gobierno ha dado paso, a un parlamento a cuatro bandas más nacionalistas vascos y catalanes. La dispersión del voto con dos ejes el Partido Popular a la derecha y Ciudadanos al centro derecha y el PSOE como claro representante de la socialdemocracia y  Unidos-Podemos, conglomerado heterogéneo, donde prima Podemos. El equilibrio inestable se notó ya en la fallida legislatura, nacida del 20 de diciembre de 2015. No hubo pacto ni acuerdos. Sin embargo, si era posible apartar al Partido Popular del gobierno, mandándolo a la oposición y acabando con Mariano Rajoy. Pero Pablo Iglesias, secretario general de Podemos, prefirió jugar la carta de la inmediatez política y con un criterio oportunista demandar su presencia como vicepresidente de gobierno y descalificar cualquier pacto donde ellos no disfrutaran de espacios de poder. Sus 60 diputados tenían la llave para que un gobierno del PSOE y Ciudadanos se consolidase, siendo ellos fiscalizadores de las acciones de gobierno, desde fuera. Además, pasaban a disponer de un presupuesto inimaginable, cercano a los 50 millones de euros. Su visión de corto plazo, culmina en más derecha, Mariano Rajoy legitimado y la izquierda destruida.

La emergencia de Podemos hace apenas dos años, ha supuesto un cambio en el mapa político, al menos en el espacio que ocupa electoralmente, el centro, la socialdemocracia y la izquierda post-comunista. Lentamente ha ido aglutinando las fuerzas a la izquierda del PSOE, desde el movimiento anticapitalista, los comunistas, los verdes-ecologistas y los movimientos sociales de amplio espectro. Su política de alianzas ha consistido en romper la hegemonía del PSOE, al tiempo que proponerse como alternativa al Partido Popular. En esta dirección, ha buscado confluencias con fuerzas nacionalistas y plataformas de izquierdas para sortear la ley electoral que beneficia a los partidos mayoritarios. Su objetivo se ve frustrado. Ni siquiera logra un objetivo menor, ser líder de la oposición y nada garantiza ahora, que pueda ejercerla como tercera fuerza política. La suma de escaños no permitirá un acuerdo de gobierno con el PSOE, que baja en diputados, pero mantiene la segunda plaza. Los votos del PP y Ciudadanos confirman una mayoría simple a la que se pueden sumar abstenciones. La puerta abierta a un nuevo mandato de Mariano Rajoy es el escenario más probable a corto plazo, salvo un hipotético desencuentro final. Las declaraciones de los barones del PSOE y Felipe González llamando a una abstención para favorecer un gobierno del PP, desde la oposición se abre paso. Cada vez se aleja más del escenario, unas  terceras elecciones, lo cual sería una verdadera catástrofe política.

Bajo un discurso instrumental: el ahora o nunca, Unidos-Podemos no ha logrado convencer, siendo el mayor damnificado, Izquierda Unida, y Alberto Garzón. Una alianza que pasó por despejar el problema de la deuda de Izquierda Unida, cuyo monto es superior a los 10 millones euros. La alianza instrumental se tambalea si no está herida de muerte. La lógica del “sorpasso”, apelando al voto útil y emociones básicas: la sonrisa, el amor, la ilusión de un cambio fue insuficiente. Los primeros desencuentros se hacen notar. Mientras Izquierda Unida y Alberto Garzón convocan manifestaciones en rechazo de la visita de Obama, el escudo antimisiles y la OTAN, el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, asistirá a la cena de Estado, estrechará su mano, y se fotografiará junto al “líder del mundo libre”. Igualmente, en medio de la debacle, sus dirigentes plantean que ha llegado el momento de ser institución, si alguna vez no lo han sido. Los movimientos sociales, las mareas, y las manifestaciones son un lastre. De la noche a la mañana se desvinculan de los orígenes. El 15-M ya no les representa. La estrategia de Podemos de adueñarse del discurso del PSOE, reivindicando a Rodriguez Zapatero como el “mejor presidente de gobierno que ha tenido España desde la transición democrática”, y definiéndose como la nueva socialdemocracia, tampoco da resultados. Su programa plagado de ambigüedades, pasó de la indignación y la rabia a convertirse en la “sonrisa de España”. Apelando a las emociones primarias, el amor, la risa, el latido de la democracia y el corazón abierto, cosechó lágrimas y dejo un vació de interpretación de los resultados, que se han intentado cubrir con el rumor del fraude electoral. Hoy, llaman a realizar un estudio externo al Partido para que le digan en que fallaron. ¿Pero no eran doctores en ciencia política, sociólogos, consultores internacionales? ahora se muestran incapaces de comprender una elecciones.

Podemos, debe meditar si realmente quiere ser una opción de cambio a medio y largo plazo. Sus dirigentes ya han señalado que los resultados los consideran “malos”, aunque no hablan de derrota política. Han sido hábiles en el manejo de los medios de comunicación y  su mensaje les vale el lugar que han ganado en estos dos años, sin embargo su crecimiento se ha detenido, si su objetivo era debilitar al PSOE hasta convertirlo en fuerza residual, no lo han logrado y lo que es peor, han quedado inmersos en su propia trampa. No han sabido distinguir entre un gobierno de derecha liderado por Rajoy y un Gobierno socialdemócrata, sistémico, articulado en torno al PSOE, cuyas políticas sociales ya los distingue de la derecha conservadora.

En definitiva, el mapa político se ha movido poco, aunque la gran diferencia entre estas elecciones y las fallidas del 20 de diciembre de 2015, es la desaparición de la posibilidad de un gobierno PSOE con Ciudadanos y la abstención de Podemos, fiscalizando desde fuera. Hoy  se vislumbra un gobierno de los conservadores, con más recortes. La vieja politica rejuvenece y la nueva no es tan nueva. Más que vieja y nueva política, habrá que hablar de buena o mala política. En este sentido ninguna dimisión, justificaciones todas. Quien juega a las emociones no entiende de política. Si siembras risas lo más probable, es cosechar lágrimas y llantos.





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