Astronomía: Pasión de pequeñas multitudes

"¿Qué hacía entonces ese grupo humano en el Cerro Calán si no son estudiantes regulares ni astrónomos de la Universidad de Chile? (...) Lucía aprendió junto a su padre el nombre de los planetas y a fascinarse con el cielo cuando él le permitía observarlo a través de su pequeño telescopio. Un hombre adelantado, sin duda. Lucía tiene hoy 81 años y después de haber dado 40 años de su vida al Trabajo Social y al gremial, como Presidenta del Colegio, aún tiene la curiosidad que le despertó su padre en su infancia".

"¿Qué hacía entonces ese grupo humano en el Cerro Calán si no son estudiantes regulares ni astrónomos de la Universidad de Chile? (...) Lucía aprendió junto a su padre el nombre de los planetas y a fascinarse con el cielo cuando él le permitía observarlo a través de su pequeño telescopio. Un hombre adelantado, sin duda. Lucía tiene hoy 81 años y después de haber dado 40 años de su vida al Trabajo Social y al gremial, como Presidenta del Colegio, aún tiene la curiosidad que le despertó su padre en su infancia".

Cuando ya eran pasadas las 10 de la noche del lunes 1 de agosto,  se veía bajar desde el Cerro Calán, a pequeños grupos de personas. Con escasos 10 grados de temperatura y a una hora inusual para descender por las despobladas calles que no cuentan con sistema de movilización, podía ser llamativo que tantas personas vinieran desde quién sabe dónde. Era posible pensar en una celebración familiar, alguna reunión de tipo religioso pero cualquiera de ellas habría estado muy lejana a la de asociar a ese grupo humano con la pasión por conocer el Universo.

Lo cierto es que en las faldas cordilleranas, al oriente de la ciudad, se ubica el Observatorio Astronómico Nacional perteneciente al Departamento de Astronomía de la Universidad de Chile. Un lugar privilegiado para observar nuestra contaminada ciudad, y que hace unas décadas, cuando la contaminación lumínica y el avance de la urbano no era tan acelerado, fue considerado como el mejor lugar para instalar un telescopio y desde ahí observar las estrellas. Y aunque aún se hacen algunas observaciones desde allí, lo cierto es que la manera de sondear el Universo ha cambiado. Hasta hace apenas unos siglos era solo experimental, luego fue analítica y después computacional. Pero hoy la astronomía es una ciencia intensiva en datos que crecen de manera exponencial, de modo que los astrónomos ya no exploran la naturaleza, sino que números y lo hacen a través de enormes telescopios que se han instalado lejos de la ciudad, en uno de los lugares más secos del planeta y los cielos más transparentes, en el desierto de Atacama.

¿Qué hacía entonces ese grupo humano en el Cerro Calán si no son estudiantes regulares ni astrónomos de la Universidad de Chile? Son alumnos del curso que está dictando el astrónomo Patricio Rojo llamado Planetas, la última frontera. Una iniciativa de abrir la ciencia astronómica a amplios públicos que implementó la Universidad de Chile el año 2009, pero que a partir del año pasado ha tenido que ampliar dejándolo como un área de extensión permanente debido al enorme interés que hay por saber más sobre el Universo. La estrategia implementada por José Maza, Premio nacional de Ciencias Exactas 1999 y el Jefe del Área de Comunicaciones del DAS FCFM, David Azócar de “llegar con la astronomía al mayor número de gente, encantando, a los medios de comunicación ofreciendo  talleres temáticamente variados, dictados por expertos que están la frontera del conocimiento humano en esta materia y que, al mismo tiempo, tienen la habilidad de explicar de manera fácil y entretenida a un público diverso, cuyo factor común es la curiosidad”, está dando buenos resultados.

¿Quiénes fueron  esos curiosos seducidos por este llamado? Aquí algunos ejemplos.

Axel tiene 22 años y estudió en un liceo técnico industrial, cuyos profesores tenían un escasísimo interés por la ciencia. Trabajó un tiempo y ahora se está preparando para dar la PSU y quiere estudiar Traducción, sin embargo, no dudó en inscribirse en cuando vio el aviso a través de Facebook. Ricardo, tiene 24 años y viene desde La Granja. Es alumno de la carrera de Psicología de la Universidad de Chile y un fanático de todo lo que tenga que ver con la ciencia ficción, sea en versiones cinematográficas o video juegos, y que ahora aspira a darle más densidad científica a sus pasiones a través del conocimiento. Katherine es una abogada de 31 años que no sabe mucho sobre el tema, pero quiere salir un poco de la atmósfera legal y asomarse a otros mundos a través de este curso del cual supo a través de la red social, y no solo está asistiendo los lunes, sino también al curso de los miércoles que dicta el profesor Ricardo Muñoz llamado La Vía Láctea, nuestro hogar cósmico. Lucía en cambio, aprendió junto a su padre el nombre de los planetas y a fascinarse con el cielo cuando él le permitía observarlo a través de su pequeño telescopio. Un hombre adelantado, sin duda. Lucía tiene hoy 81 años y después de haber dado 40 años de su vida al Trabajo Social y al gremial, como Presidenta del Colegio, aún tiene la curiosidad que le despertó su padre en su infancia.

Impresiona la variedad de personas, sus rangos etáreos, profesiones pero, sobre todo, la cantidad de ellos que manifiestan su interés por la astronomía. Un promedio de 90 personas asiste a cada uno de los 10 cursos anuales que se están dictando, lo que significa, una cifra que llega casi a las 1000 personas al año que suben hasta lo alto del Cerro Calán para escuchar clases magistrales de reconocidos astrónomos sobre las explicaciones más básicas de la existencia: de dónde venimos, hacia dónde vamos, qué es lo que somos…las respuestas no son tan exactas aun, pero sí se puede asegurar, como titula la astrónoma y Premio Nacional del Ciencias Exactas María Teresa Ruiz, que somos “Hijos de las estrellas”.

 

(*) El valor de estos cursos es de 50 mil pesos y toda la información se puede encontrar en  http://www.das.uchile.cl/das_cursos.html





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