Entre las películas participando en la competencia chilena de la décimo segunda versión del Festival de Cine de Santiago, SANFIC, destaca “Nunca vas a estar sólo” de Alex Anwandter. Esta cinta se estrenó en la sección Panoramas del Festival de Cine de Berlín, en febrero de este año, y fue galardonada con el Teddy Award, un premio que se entrega a películas de temática gay, lésbica, bisexual o transgénero. El paso por festivales de esta cinta ha sido bastante exitoso, obteniendo hasta ahora el Premio a la mejor película iberoamericana en el Seattle International Film Festival y el galardón a Mejor película de ficción en el certamen especializado en temáticas LGTB, Tel Aviv Film Festival. En salas comerciales chilenas tiene fecha de estreno para principios del mes de noviembre.
El primer largometraje de Alex Anwandter -conocido por su trabajo musical en la agrupación Teleradio Donoso y luego por su trabajo solista- está inspirado en la muerte de Daniel Zamudio. Y aunque “Nunca vas a estar solo” dedica gran parte de su metraje a retratar la vida de un chico gay en un barrio popular de Santiago, su centro está en el padre de ese muchacho. Un hombre mayor y gris, interpretado brillantemente por Sergio Hernández, que va viendo como el mundo alrededor de él se derrumba y que aquellos sueños que mantenía, y que aún le daban algún nivel de sentido a su vida, van desapareciendo.
La película resulta interesante en varios sentidos. Por una parte, aún es raro ver filmes chilenos que directamente aborden temáticas LGTB, y ésta lo hace de una manera que a la vez es natural y brutal. El personaje del adolescente juguetón y ligero que, aunque esta asumido con su identidad sexual debe tratar de hacerla pasar desapercibida en su entorno para no generar complicaciones, está bien construido tanto en el guión como en la puesta en escena y eficientemente interpretado por Andrew Bargsted. La violencia de la que es víctima este personaje, aunque indignante lamentablemente no nos resulta extraña, y nos hace recordar que no es lo mismo ser gay en el barrio alto, que una “loca” en un barrio de clase media baja. Acá también el ser está definido por el tener. Y aunque la película funciona perfectamente como una denuncia de esa injusticia no es ese su centro.
El motor de la película es el padre desesperado y desesperanzado. Un padre que intenta aferrarse con todo lo que tiene a que la realidad puede ser distinta a la que es. Que no entiende a su hijo, pero que tampoco lo cuestiona. Que ve como la fábrica de maniquíes que administra va volviéndose cada vez más prescindible y cuyo futuro cierto es la decadencia y la desaparición. El mismo personaje parece encaminarse también a ese futuro, y se resiste a él con las pocas herramientas que tiene, saliendo de los límites de su propio carácter y revelándose contra este orden.
La película tiene varios aciertos visuales que dan cuenta de que el director y su equipo poseen un gusto estético calculado y delicado. Los colores llamativos que definen al personaje adolescente contrastan con el mundo gris del padre, que va tomándose atmosféricamente la película. Hay algunas imágenes como las tomas con los maniquíes y la clase de danza realmente conmovedoras por el contraste entre lo estructurado del personaje y lo sinuoso de su entorno. Finalmente “Nunca vas a estar sólo” se instala como una película al mismo tiempo dura e interesante que se acerca de manera honesta a temas y personajes que, aunque solo llegan a las portadas de los diarios cuando la violencia estalla, están ahí con nosotros, en nosotros.