Pascale Bonnefoy: Los horrendos crímenes del Estadio Nacional se mantienen impunes

La periodista y académica de la Universidad de Chile conversó con Juan Pablo Cárdenas sobre la reedición de su libro “Terrorismo de Estadio. Prisioneros de Guerra en un Campo de Deportes” el cual refleja cómo el principal recinto deportivo del país fue el escenario donde se probaron los agentes y torturadores que actuaron en la Dictadura cívico-militar.

La periodista y académica de la Universidad de Chile conversó con Juan Pablo Cárdenas sobre la reedición de su libro “Terrorismo de Estadio. Prisioneros de Guerra en un Campo de Deportes” el cual refleja cómo el principal recinto deportivo del país fue el escenario donde se probaron los agentes y torturadores que actuaron en la Dictadura cívico-militar.

“Siempre digo que el tema de DD.HH. está muy investigado y escrito, pero no, me doy cuenta que siempre hay más, y en el caso del estadio que hubo tantos miles de prisioneros, así de miles hay las historias también. Hay mucho más por descubrir”.

Con estas palabras, la periodista y profesora de la Universidad de Chile Pascale Bonnefoy en conversación con Juan Pablo Cárdenas se refirió a la reedición de su libro “Terrorismo de Estadio. Prisioneros de Guerra en un Campo de Deportes”, y en el cual deja de manifiesto la maquinaria interna dedicada a la tortura y ejecución de opositores a la Dictadura que se estrenó en el recinto.

En este sentido, la autora del libro pone énfasis en la impunidad que existe en relación a los hechos ocurridos en el principal recinto deportivo del país, que, a su juicio, es mayor que en otros casos emblemáticos de la Dictadura, situación en la cual tiene mucha responsabilidad la actual clase política, asegura.

Si tuviéramos que evaluar el número de personas que murieron en el Estadio Nacional, que fueron torturados brutalmente, que desaparecieron, y todas las historias que se vinculan con este campo de concentración, no fue, solo un campo de detención

Fue mucho más, y precisamente por eso lo empecé a investigar, originalmente el 2002-2003 empecé porque no se sabía mucho del estadio, porque se tiende a desestimar lo que pasó ahí, porque estuvo abierto solamente dos meses, pero dos meses en que concentró mucha violencia, era también la marcha blanca de la represión política, o sea aquí se empezaron a probar en terreno los agentes, los interrogadores, los métodos de tortura, se amasó el primer cuerpo de información sobre prisioneros y opositores políticos. Fue el conejillo de indias de los campos de concentración, y fue muy grande y como tú dices, uno nunca deja de saber cosas, conocer, por ejemplo entre la primera edición que salió el 2005 y esta última, que es de Editorial Latinoamericana, hay un mundo de diferencia, uno piensa que ya sabe más o menos, que dejó acotado lo que sucedió, porque originalmente yo quería descubrir cómo se organizó como campo militar, ese fue mi objetivo no recrear escenas de tortura, y diez años después, con un nuevo universo de fuentes y documentos de la época y documentos de expedientes actuales, uno descubre que hay mucho más, y de hecho todos los días descubro cosas que hay que seguir investigando.

Uno aprecia que aunque fue un campo de detención improvisado apenas se produjo el Golpe, la verdad es que da la impresión que los militares ya tenían una organización previa para enfrentar esta eventualidad.

La tenían que tener, en la medida que el Golpe no se produjo de un día para otro, que venía planificándose por mucho tiempo, muchos meses, eso incluía campos de detención, ellos sabían que tenían que tener en detención a decenas de miles de personas en todo el país, y en Santiago requería grandes centros de detención, entonces se eligió el Estadio Chile y el Nacional.

¿De dónde sale este Jorge Espinoza Ulloa, militar que se hizo cargo del estadio? ¿Cuáles son los organismos de inteligencia de las FFAA que se encargan, inicialmente, de organizar el Estadio Nacional?

Jorge Espinoza es responsable como el jefe del campo, pero en realidad no tenía poder de decisión de lo que pasaba ahí, porque ahí operaban mandos paralelos. Jorge Espinoza venía del Departamento de Personal, él no tenía un gran rol previo al golpe, él fue designado ahí y trajo a una plana mayor designada no por él, sino por el Ejército, pero operaba los servicios de inteligencia al interior del Estadio Nacional, ellos respondían a su jefatura los servicios de inteligencia, el Naval, el Ejército, DINE, de la FACh, hubo muchos reservistas navales enviados también al estadio, ellos no respondían a Espinoza, entonces uno puede decir de Jorge Espinoza es responsable de lo que sucedió en el campo porque era su jurisdicción, pero los interrogadores, torturadores y el proceso de toma de decisiones sobre el destino de los presos no pasaba por sus manos.

Claramente confluyen en el estadio elementos militares que vienen de todas las FFAA y Carabineros…

Pero el Ejército, en el fondo, es el que llevaba la voz cantante ahí, los principales interrogadores y el poder de decisión venía del Ejército. Fue la DINE, y particularmente un departamento que se llamaba Departamento IV de Servicios Especiales, que yo no había escuchado hablar antes tampoco de esto, el que tomaba decisiones, en consulta con el Estado Mayor de la Defensa Nacional, entonces en realidad el Ejército fue el responsable y concentró el proceso de decisiones. Pero ahí confluyeron Carabineros, Investigaciones, hubo reservistas civiles que llegaron y después se retiraron, o siguieron en una carrera represiva, entonces había de todo. Hubo médicos, civiles y militares operando ahí. Había de todo. Pero volviendo a lo de los mandos paralelos que mencioné, uno era como la plana mayor como de planta de Jorge Espinoza, otros eran los servicios de inteligencia que operaban ahí, y un tercero que eran las fiscalías militares, que respondían al Segundo Juzgado Militar que es preexistente al golpe, es permanente, siguen existiendo los juzgados militares, y ellos también hacían investigaciones con sus fiscales, y a veces se llevaban a los presos a la Fiscalía o a veces se instalaban en el estadio, también. Y ellos tenían su proceso propio, que a veces contradecía lo que decidían los servicios de inteligencia. De repente ejecutaban a gente, y las fiscalías militares seguían investigándolos por meses, incluso buscándolos en las cárceles para interrogarlos, y ya estaban enterrados en el Patio 29. Entonces, todo esto se intentó después cohesionar con un organismo que se llamaba Cesifa, que era el Centro de Contrainteligencia, que tuvo corta vida porque eso, en el fondo, el que se la llevó toda fue la DINA.

¿Qué oficiales de las FF.AA. se destacaron ya desde el primer momento, en la represión más brutal a los opositores?

Puedo hablar del Estadio Nacional y el equipo de interrogadores que la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE) mandó al Estadio Nacional, pero también al (estadio) Chile y al Regimiento Tacna, en esas primeras semanas. Hay un oficial que nunca ha respondido por sucesos del 73, porque fue ex director de la CNI en los 80, que es Hugo Salas Wenzel, que está preso en Punta Peuco, pero por crímenes cometidos en los 80, y él jugó un rol clave inmediatamente después del golpe, porque él se hizo cargo de una unidad que se llamaba Unidad de Trabajo, que era parte del Departamento IV de Servicios Especiales de la DINE, que tenía otro rol antes del golpe, pero que muchos de sus integrantes pasaron a ser interrogadores, y pasaron, un par de años después, a formar la Brigada de Inteligencia del Ejército que es responsable de muchos crímenes en los  ´80 también. Hugo Salas fue el jefe de ese equipo, y nunca se le ha investigado, y yo creo que ni siquiera se le ha consultado, qué estaba haciendo el 73, porque esta gente que asumió roles de dirección de la represión en los 80, de algún lado venían.

Incluso a Salas Wenzel se nos presentó, en algún momento, como un militar decente, y que se hacía cargo de la CNI después de todo los horrores que había cometido la DINA y la propia CNI, y sin embargo, ya estaba involucrado desde los primeros meses o días en el golpe militar.

Yo supe de él y su rol por entrevistas a sargentos de la Unidad de Trabajo de la DINE, pero yo que revisé 14 expedientes judiciales del 73, y otros 8 o 9 actuales, nunca ha sido mencionado, nunca nadie ha declarado algo sobre él, pero uno habla con estos ex sargentos y dicen que su jefe era Salas Wenzel, ‘él me pidió hacer esto, lo acompañé a esto, lo otro’.

Y tienes alguna interpretación para esto. ¿Alguien le dio protección deliberadamente?

Yo creo que si se le pregunta a un militar éste no va a responder. No ofrecen información adicional a lo que un juez o un detective le piden. Entonces si nadie le pregunta por Salas Wenzel nada va a decir al respecto.

Te hablaba sobre Augusto Lutz, que después se dijo que fue asesinado por el Ejército, o del general Herman Brady que gozó de mucho prestigio por mucho tiempo sin que se lo vinculara a este tipo de horrores.

Pero el general Brady no era ningún misterio. Él acumuló mucho poder, él fue jefe de la guarnición de Santiago, juez militar de Santiago, comandante de la II División, todo esto en los primeros tres meses de Dictadura militar, y él es como último responsable de mucho de los que sucedió, probablemente no tiene las manos con sangre, directamente, pero es autor intelectual, es encubridor y responsable de mucho de lo que sucedió los primeros tres meses de Dictadura, y creo que nunca se le ha investigado, realmente. Augusto Lutz, de quien se dice, y yo creo que es factible que fue asesinado por la pugna que tenía con la DINA, pero él era el jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), que era el nombre más informal, porque se llama, oficialmente Dirección de Inteligencia del Ejército, y por eso cuando hice solicitudes de transparencia al Ejército pidiendo las jefaturas del SIM o antecedentes sobre oficiales del SIM, me dijeron que el SIM no existe, que no tenían nada que decir, entonces tuve que volver a pedir, ahora con el nombre DINE y ahí dieron a medias. Él (Lutz) fue el director de inteligencia previo al golpe, o sea además hay que tomar en cuenta que hay muchos oficiales y suboficiales que estaban haciendo su carrera militar previo al golpe que no necesariamente eran golpistas, y ahí se decidía para dónde ir, podría haber renunciado, podría haber expresado su oposición o siguió de largo. Lutz siguió de largo hasta que entró en conflicto con la DINA, pero él tenía que responder por los crímenes.

Pero también en esto hubo militares que reaccionaron positivamente, que a cargo de los prisioneros políticos colaboraron para que se supiera fuera del estadio la identidad de algunos e inclusos les llevaban algunas cosas que les mandaban los familiares.

Incluso, el caso de muchas detenidas que hablaban siempre de un mayor de Ejército que venía del norte, que le decían “El Papi”, porque él era paternal con ellas y las ayudó muchísimo, y en la primera edición del libro nunca supe quién era, y ahora sí sé su nombre -aunque ya falleció- pero es bueno rescatar esos hombres, que le hicieron la vida bastante más soportable. Hubo otros que, poco después, fueron expulsados del Ejército, incluso perseguidos por la DINA, que se fueron al exilio, otro oficial que no era de izquierda, pero su padrino, al entrar a la Escuela Militar, había sido (Salvador) Allende muchos años antes, entonces eso ya era signo de poca lealtad, y también le dieron de baja y hay oficiales que siguieron su carrera de una manera decente. Hay uno que está siendo procesado ahora por un delito en el Estadio Nacional en el cual ni él ni la gran mayoría que están siendo procesados tuvo participación directa, y él fue de los que realmente ayudó a los presos, porque se tiende a ver todo en blanco y negro, porque uno de los oficiales me ayudó muchísimo en todo esto, que estuvo en el estadio un breve período también, en la parte final, y él ha colaborado muchísimo, ha declarado ante tribunales muchas veces.

Además, se suman otras escenas múltiples de horror de distintos prisioneros, y muy especialmente las mujeres, con quienes verdaderamente se ensañaron.

Siempre había un componente de violencia sexual, que lo hace aun peor para las mujeres, a pesar que a los hombres los violentaban sexualmente, pero para las mujeres era de las noches pasar a buscar y ellos elegían a quiénes querían violar, y las violaban en los jardines de la piscina. Incluso, me llamó atención que mucha gente no sabía que había mujeres presas en el estadio. Estuvieron en los camarines con los hombres los primeros diez días, y después las pasaron a la piscina, y el sadismo y denigración con las mujeres su muy brutal, porque además tenían que ser desnudadas para ser interrogadas, y aparte de la aplicación de las torturas que le hacían a todo el mundo, también había ese componente sexual y ese terror de las noches de lo que les iba a pasar.

Particular interés me generó el relato de los ciudadanos norteamericanos Charles Horman (que inspiró la película Missing) y Frank Teruggi, que causaron revuelo internacional. Esa es una investigación dentro del libro que es notable.

Entre paréntesis, esa investigación judicial está cerrada, hubo condena y llegó a la Suprema, pero en realidad no descubrió lo que había pasado ahí, porque los responsables en esa investigación judicial son un oficial naval estadounidense que fue acusado -y murió- de entregar información a los servicios de inteligencia chilenos. Pedro Espinoza Bravo, que también jugó un rol que no está claro, él era el jefe de la Unidad de Trabajo, algunas personas dijeron que él interrogaba, especialmente, a los prisioneros en el estadio. Un par de personas dicen que lo vieron en el estadio, incluso otros interrogadores, pero no está claro su rol. Y un agente civil de inteligencia, que es Rafael González Verdugo, que es otro capítulo completo, pero por ejemplo no se llegó, y es lo que traté de hacer, también, hubo dos sargentos de inteligencia que investigaron su paradero, que fueron ordenados por Lutz, para investigar dónde estaba Horman. En realidad, no qué le había pasado sino dónde estaba el cuerpo, porque había tanta presión internacional para descubrir qué le había pasado y dónde estaba, porque él estaba desaparecido. Entonces, estos oficiales, por separado, me relataron algo bien similar, uno me contó quién estaba a cargo de la patrulla que lo fue a arrestar, el que le dio la orden, que habló con ambos, de dónde venía la orden, no el por qué, pero ninguno de los dos llegó tan lejos a decirme qué es lo que le había sucedido, a pesar que yo sé que ellos saben. Y uno de ellos, el año 87 fue a la Embajada de Estados Unidos a relatar lo que realmente le pasó a Horman, y esos relatos lo tenemos por los documentos desclasificados de EE.UU., se hablaba de este informante que relató que Horman fue arrestado por información de Hugo Salas Wenzel, que él proveyó, o sea él tiene que responder por ese caso, creo que nunca ha sido interrogado por el caso Horman y Teruggi. Debería serlo. Por información que tenía Salas se le mandó a arrestar y terminó ejecutado en el estadio, o lo sacaron como era habitual, y después tiraban el cuerpo en la vía pública. Pero eso pasó un tanto desapercibido aquí porque el nombre fue tachado, y en octubre del año pasado, en otro documento de la CIA que desclasificaron, que trataba del caso Letelier, había unos parrafitos sobre este señor, con su nombre. Así que a ese señor lo busqué y él me contó. Pero él niega haber dicho eso en la embajada, él niega haber ido cuatro veces. Él quería salir del país, él pidió protección, porque la CNI, según él, estaba persiguiéndolo, el jefe de la CNI era Salas Wenzel, su antiguo jefe, entonces decía ‘si yo entrego esta información, yo estoy muerto. Protéjanme’. Y la embajada no lo hizo. Él se fue después, se fue a Argentina con su familia, y después el Departamento de Estado dijo ‘busquen a este señor’, y ya no lo encontraron, y nunca más lo buscaron hasta el día de hoy. Incluso, en la investigación judicial del ministro (Jorge) Zepeda tienden a pensar que tanto él, como este otro sargento que buscaron el cuerpo de Horman, eran chapas, eran nombres falsos, y yo le pedí información al Ejército sobre estos agentes de la DINE, que los eran y me respondieron que no existen. Y claro que existen, entonces hay un encubrimiento hasta el día de hoy.

El cadáver de Horman lo encontraron en el Patio 29 del Cementerio General…

Y además, una cosa que me impactó mucho fue que a los pocos días enterraron a otro cuerpo junto con él, de Juan Carlos Díaz, otro detenido-desaparecido, y después lo exhumaron por presiones de la embajada cuando descubrieron dónde estaba, le hicieron una autopsia, lo volvieron a inhumar en un nicho, y después, eventualmente, lo repatriaron el año 74.
Respecto del otro estadounidense, Frank Teruggi, hay una historia que me gustaría investigar que se refiere a un testigo belga que relató cómo murió, porque a él se lo habían contado los compañeros de camarín, y ese hombre murió en un supuesto accidente muy extraño en Bélgica, en momentos en que él estaba investigando las operaciones de la DINA en Europa. Se cae desde un edificio, se enreda en cables de su oficina y cae a la calle. Rarísimo. Él decía que las operaciones centrales de la DINA estaban en Bélgica, en Bruselas.

El Estadio fue visitado en los primeros días por el cardenal Raúl Silva Henríquez en un momento muy emocionante que relata tu libro, y el otro caso conmovedor es el del embajador sueco, Harald Edelstam, que terminó siendo declarado persona non grata por la Dictadura, y que sale del país después de haber cumplido una misión con mucho coraje. Es un enorme personaje que también descubres en este libro y relatas lo que hizo.

Edelstam fue considerado un héroe por muchos chilenos, de hecho por eso hay una comunidad chilena en el exilio en Suecia tan grande, porque él rescató presos no sólo del estadio sino se hizo cargo de muchos perseguidos políticos, y abrió todas las instalaciones de la embajada sueca y las cubanas porque él , la noche del golpe, se hizo cargo unilateralmente de toda la delegación cubana, que tenía departamento, oficina, vehículo y eso todo lo puso a disposición del rescate y protección de perseguidos políticos.

El Informe Rettig no consigna lo que fue la realidad del Estadio, donde pasaron más de cinco mil detenidos en este breve tiempo, personas que fueron torturadas y ejecutadas. La cifra que da el Informe Rettig es de 41 personas que habrían muerto en el estadio, pero al mismo tiempo que sucedía todo esto en el estadio, que era el principal centro de detención, a la morgue llegaban 1.117 cadáveres, por lo que da la impresión que todavía falta mucho por investigar lo que pasó en el Estadio.

Mucho, porque muchas veces se arrestaba a personas, las llevaban al estadio y después aparecían muertas en la vía pública, entonces no había cómo comprobar que fueron presos del estadio y ultimados ahí, salvo que haya personas que los vieron, y podrían haber estado un par de días. Pero, habitualmente, mataban gente dentro y dejaban los cuerpos en la calle, o los sacaban a la calle a fusilarlos, nunca dejaban mucho rastro que la muerte sucedió en el estadio o por responsabilidad de oficiales en el Estadio Nacional. Entonces las cifras son muy menores respecto de la cantidad, incluso hablé con oficiales que decían ‘no, teníamos pilas de cadáveres que teníamos que tirar a la calle’, entonces 41 en dos meses, no refleja la realidad. Yo pude comprobar 45 porque, involuntariamente, Manuel Contreras, jefe de la DINA, publicó un listado de presos políticos en su libro, el año 2000, y ese listado computarizado, se había confeccionado en el estadio, y ahí registra detención, el nombre, por género, nacionalidad, ocupación a veces, y el lugar de reclusión, y así se pudo comprobar que algunos sí pasaron por el estadio, incluso gente que murió y que nunca se denunció siquiera su muerte.

Hubo un especial ensañamiento con los extranjeros que pasaron por el Estadio. Me llamó la atención cómo trataban, particularmente, a los bolivianos que son tratados con un desprecio enorme que se prolonga en el tiempo.

Los interrogaban y les preguntaban sobre el mar. Los torturadores eran muy racistas y xenófobos, siempre con el tema del mar, algo permanente entre los chilenos. A los extranjeros les dieron muy duro, también, porque ellos eran, muchas veces, asilados políticos en Chile, que consiguieron asilo durante el gobierno de Allende, porque sus países estaban bajo dictadura, entonces había decenas o miles de extranjeros que estaban aquí o clandestinos o asilados políticos, entonces se hizo una razzia gigante, y también una campaña muy grande en la época de denunciar a cualquier extranjero.

¿Qué sensación es la que te queda a ti después de esta investigación, estamos en el camino de la justicia, falta mucho, tú crees que ya se consagró la impunidad en este país?

Respecto del Estadio a mí también me impacta el grado de impunidad, porque los que están presos están procesados,y tienen centenares de años de condena, son los de la DINA, algunos de la CNI, pero no de esta primera etapa, que son personas desconocidas, que pasaron piola por así decirlo. Muy pocos están siendo procesados hoy en día, muy pocos condenados, y son personas, por ejemplo. oficiales que llegaron al grado de general, pasaron a retiro y nada, andan dando vueltas por ahí, yo tengo los nombres de los interrogadores principales del Ejército. Uno ya murió, impune, que además fue de la DINA después, y el otro por ahí anda. Entonces, el grado de impunidad y mezclado con que me doy cuenta los ministros están apurando las causas, están tratando de cerrar pronto para no eternizar el proceso de las investigaciones en causas de DDHH, y porque además están falleciendo los responsables, y los familiares de las víctimas.

Qué pasó con todas estas víctimas, eso es lo terrible, qué puede haber sucedido con una mujer que fue violada muchas veces, torturada, humillada. Qué puede haber pasado con todas estas personas que quedaron con secuelas físicas y psíquicas para toda la vida, por todos los horrores que sufrieron. Falta mucho por escribir…

Sí, yo siempre digo que el tema de DD.HH. está muy investigado y escrito, pero no, me doy cuenta que siempre hay más, y en el caso del estadio que hubo tantos miles de prisioneros, así de miles hay las historias también. Hay mucho más por descubrir. Hay relatos como la historia de una mujer que fue torturada por un médico, ella le vio la cara, y ella rehúye a los médicos hombres, porque no sabe qué día le va a tocar un médico que va a ser su ex torturador. O mujeres que nunca más se metieron a una piscina. Una mujer de veintitantos años que ahí por ser violada, y ser constantemente amenazadas que iban a ser ahogadas, nunca más se metieron a una piscina. O gente que ya no come tal o cual cosa, o que los ratones las trauman porque hubo torturas muy bestiales. El caso de una señora extranjera que estaba embarazada y le pusieron ratones en la vagina y se comieron el feto. Y esas cosas pasaron, y esas personas siguen vivas, cargan con eso, hay mucha carga. Cuando uno ve a una persona mayor de 50 o 60, hay que preguntar cuál fue su experiencia. Pasaron muchas cosas.

Después de todo esto, cuál es tu impresión del comportamiento de la clase política en general, porque aquí hay nombres de personas horribles que, sin embargo después, se relacionaron con las nuevas autoridades políticas, contemporizaron con ellas. ¿Eran tan ignorantes los políticos que no sabían a quiénes tenían enfrente, y con quiénes tenían que negociar?

No les importó mucho o pensaron que había proteger la estabilidad o la nueva democracia. Pero, hasta hace poco supimos de una persona con responsabilidad en el Estadio, que era el que se ponía detrás del presidente de la Cámara de Diputados (un edecán), pero ellos no sabían por desidia, por negligencia, por no investigar quién era. Si tienes oficiales del Ejército, hoy en día, entre ciertos rangos de edad y que hicieron una carrera militar, tú tienes que suponer, o al menos investigar, qué hicieron durante toda la Dictadura. Pero, en el fondo, es parte de la transición pactada.





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