Si bien este incendio fue de menores proporciones que el ocurrido en 2014, donde resultaron tres mil viviendas consumidas y doce mil afectados, las causas y condiciones en que se gestó fueron similares. Así, se convierte en la segunda ciudad con mayor registro de incendios en las últimas cuatro décadas.
Las plantaciones forestales fueron el primer foco de críticas: Valparaíso tiene el 30 por ciento de su superficie total con este tipo de vegetación, principalmente con eucaliptus, especie que ha cambiado el suelo de la región y ha incrementado la desertificación en la zona al absorber mayor cantidad de agua de las napas subterráneas. Además, sus aceites naturales los convierten en una especie mucho más inflamable, por lo que libera mayor energía al contacto con el fuego.
Por esas razones, el alcalde Jorge Sharp apuntó a la necesidad de deforestar los predios y reincorporar especies nativas para devolverle la humedad costera a la zona. El problema de las plantaciones forestales se concentra en los sectores altos de la ciudad, los mismos que se han incendiado en los últimos años.
La propuesta del jefe comunal puso en el centro un conflicto de desarrollo nacional. Por un lado, la presión empresarial, sector que prefiere los eucaliptus por su rápido crecimiento; por otro, la necesidad de gestar una ciudad que responda a las necesidades de sus habitantes.
El incendio perfecto
“Los incendios son multicausales y, en general, hay que tener precaución cuando se combinan las características del 30-30-30, es decir, más de 30 grados de temperatura, menos de 30 grados de humedad en el sueño y más de 30 nudos de viento”.
Paulina Alduce, profesora asociada en el Departamento de Ciencias Ambientales y Recursos Naturales Renovables de la Universidad de Chile, explicó que por las condiciones climáticas, la región se convierte en un nicho perfecto para la proliferación de los incendios, más cuando se suma a ello la inflamabilidad de los eucaliptus, sumando un cuarto factor de desencadenamiento de fuego.
Con la sostenida alza de temperaturas provocadas por el calentamiento global, el único de los cuatro factores que se podría controlar sería el de las especies vegetales instaladas en la zona. Sin embargo, deforestar tiene un impacto económico inconmensurable, por lo que algunos especialistas reconocen que es una tarea imposible de abordar.
Las alternativas
Independiente de qué camino se recorra, en lo que todos coinciden es que no se puede seguir esperando por una solución estructural. En este sentido, el investigador del Laboratorio de Incendios Forestales de la Universidad de Chile, Guillermo Julio, señaló que toda la vegetación ubicada en los cerros se torna compleja bajo estas condiciones y no solo las plantaciones de eucalipto.
El científico cree que plantear un recambio vegetativo es inviable por el costo económico asociado, por eso llama a implementar cortafuegos y cortacombustibles. Esto último, se trata de un mecanismo para manejar bosque y disminuir el peligro de incendio. Sin embargo, también es una política costosa considerando que un kilómetro de cortafuegos se estima en 10 mil dólares y lo que se requiere cubrir son cerca de 184 kilómetros.
Julio indicó que se requiere establecer cortafuegos muy seguros, porque no se puede permitir arbolado hasta el borde mismo de las casas. En el bosque mismo, en tanto, propuso intervenir con operaciones silviculturales con podas y limpiezas del suelo, de las cuales no se estarían haciendo cargo los dueños de los predios forestales.
El también profesor de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Chile explicó que es fundamental que todos los propietarios, forestales y particulares, tomen conciencia del rol que juegan en la prevención de los incendios. Limpiar los alrededores de las casas o tener algún medio para colaborar con la extinción de fuego disminuirían el riesgo de catástrofe.
Con las soluciones planteadas queda esperar la respuesta del Gobierno que, hasta ahora, no se ha pronunciado respecto de los recursos disponibles para ejecutar una intervención total que permita a los habitantes de la zona vivir más tranquilos. Una de las principales críticas que se les hace es que no fiscalizan a los privados dueños de predios forestales, por lo tanto, no se conoce el estado de limpieza de los lugares y cuánto influyen esas condiciones en la propagación de fuego.