El ex presidente Piñera, quien desea repetirse el plato, mintió a todos los chilenos sobre el asunto reseñado en el título de esta columna, ya que él sí tenía, a través de Bancard, el control total de sus millonarias inversiones en el país y en el extranjero. Lo anterior, conforme a lo tratado el 11/01/17 en la Cámara de Diputados.
Es más, un periodista del prudente y conocido medio de prensa británico Financial Times, publicó que en el atiborrado escritorio presidencial en La Moneda su ocupante por 4 años disponía de una pantalla de Bloomberg. Quien suscribe, dándole crédito a lo expresado por ese profesional, concluye entonces que mientras Piñera revisaba papeles oficiales en su elegante y tradicional despacho miraba al mismo tiempo los movimientos bursátiles en esa colorida pantalla, teniéndose en cuenta que con esa moderna facilidad cibernética, era muy fácil teclear en el terminal para hacer los negocios que él quisiera en línea.
El funcionario titular de la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS) tuvo que acudir ante la Comisión Investigadora de la Cámara de Diputados por el caso Bancard y en esa instancia parlamentaria expresó que el mentado fideicomiso no cumplía con los estándares mínimos exigidos, con lo cual, aseveramos que dadas sus abiertas características, se deduce que el ex presidente, a su sola voluntad, tenía el derecho a conocer cómo iban sus inversiones manejadas por el administrador del mismo, designado como es obvio por el mismo, por ser un profesional de su absoluta confianza. Según supimos, ese actor debía informarle los movimientos accionarios, todo ello mientras ejercía la presidencia de la República (sic).
Piñera es multifacético, grandilocuente y gesticulador en sus conferencias de prensa y se las sabe todas y por ello comete tantos pequeños errores lingüísticos conocidos como piñericosas. En nuestra opinión, también tiene la capacidad técnica y administrativa para ejercer copulativamente esa importante alta función pública como sus negocios en los distintos mercados del mundo, pero su pecado capital fue haber mentido, pues él afirmaba con la seguridad propia de aquellos que tienen una inteligencia superior, pero con un marcado déficit ético, que no tenía cómo conocer los movimientos de sus cuantiosas inversiones.
Los medios de prensa especializados en finanzas dicen que el ex mandatario tiene un patrimonio que lo sitúa entre los 4 más importantes en Chile y tal como van las cosas, por su conocida voracidad comercial, esta fortuna se acrecienta año tras año. Los leales escuderos de Piñera, ¡era qué no!, lo defienden a rajatabla argumentando que la SVS intenta manchar su limpia y transparente campaña electoral y que, a pesar de esta fea movida del actual gobierno, tal como hasta ahora se refleja en las encuestas, la centro derecha con su sabihondo adalid ganará la próxima elección presidencial, lo cual podría ser posible porque prácticamente no tiene competidores de peso y porque el escaso porcentaje de votantes que acuden a las urnas pasa por alto este tipo de prácticas non sanctas.
Quien también salió a defender a Piñera fue el diario El Mercurio, quien en una pequeña crónica del 12/01/17 titulada “SVS dice que no tiene competencia en operación de Exalmar” aludía a la exposición del superintendente en la comisión investigadora por la inversión de Bancard, exculpándolo de todo porque tal operación, como lo dijo esa autoridad, se hizo en el Perú. Pero ese medio de prensa omitió la aseveración del titular de la SVS, Carlos Pavez, en orden a que “el fideicomiso ciego suscrito por el ex presidente en 2009 respecto a las inversiones de sus empresas en Chile y el extranjero no tiene un carácter jurídico, ya que se trata de un contrato entre dos partes”. A mayor abundamiento, esta autoridad llegó a decir que el fideicomiso no tenía validez y que incluso contradecía la ley.
Este caso nos demuestra que en Chile la impúdica mentira es recurrente porque existe una impunidad asegurada para los de arriba, esos políticos y grandes empresarios mecenas de los anteriores, los que en conjunto conforman el 0,1% de la población, a diferencia de lo que sucede en los países serios en donde la falsedad, provenga de donde provenga, es penada con el máximo rigor de la ley. Por estas latitudes las leyes sobre estos asuntos son muy contemplativas porque existe una efectiva asociación de socorros mutuos que resguarda los intereses de esos regalones.
Piñera es muy inteligente, aprovecha bien las oportunidades, tiene una memoria privilegiada, un gran desplante y maneja al dedillo las cifras. Recordamos que en la campaña presidencial que ganó, su secretaria nos invitó a su oficina porque él nos quería conocer, habida cuenta el rol fiscalizador que ejerce la fundación Defendamos la Ciudad.
El directorio del grupo ciudadano se hizo presente en su edificio de Apoquindo 3.000, Las Condes y cuando el dueño de casa, con la compañía del arquitecto Pablo Allard, nos saludó, lo hizo amablemente pero con una afirmación que buscaba achicarnos ante su augusta presencia : nos dijo que sabía de nosotros, aunque también estaba en conocimiento que perdíamos las causas que abordábamos. No le dimos mayor importancia a esa muestra de ostentación y la reunión en todo caso fue grata. Todo lo que le propusimos en políticas públicas para mejorar las ciudades, a pesar de que tomaba nota de nuestras ideas, quedaron en el vacío porque en su gobierno se hizo todo lo contrario incluso publicando Decretos Supremos que, por sus fantasías, tuvieron que ser derogados por el actual gobierno.
Finalmente, aquellos que sabemos cómo funcionan las cosas en Chile y conocemos los temerarios comportamientos de Piñera, desde hace un buen tiempo, repetíamos en nuestras reuniones sociales que el famoso fideicomiso en cuestión era absolutamente trucho, lo que ha quedado de manifiesto en la Comisión Investigadora del miércoles 11 de enero recién pasado.