Una sinfonía de observaciones y recuerdos en estas noches blancas magallánicas.
“Vendo pelo, auténtico, al detalle y por mayor” Y va el teléfono de dónde proviene la oferta. Es en la esquina de la calle 5 con el Pasaje 9, cuelgan de una casa dos carteles de plástico con este anuncio aquí en el Jardín de la Patagonia, barrio de Punta Arenas.
Me pregunto si al detalle es pelo por pelo. En lo personal, nada que ofrecer pues mi estadio esta pelado.
Nunca había leído una oferta de ésta índole. Sirve para la cabeza y cojines, supongo.
El 6 de enero muere Ricardo Piglia. Ese mismo día, sin saberlo, por la noche terminaba “Nombre falso”, selección de cinco cuentos y una novela corta inspirada en Arlt. O sea, la muerte le ganó a la lectura.
Curioso este Arlt, hijo de alemán y austriaca que en medio de la literatura oficia de inventor de un hilo de goma y otros elementos para componer los puntos corridos de las medias. Antes era toda una profesión.
Interesante también cuando menciona a Igor Stravinsky y las ventajas de cuando al artista le ponen límites y normas. Explica que cuando existe una libertad total, el creador cuenta con tantas variantes cuesta ceñirse a una. Con límites, todo es posible, y en esos tiempos de la URSS, imponían muchos, de lo contrario como se explica que Prokofiev haya partido a los Estados Unidos castigado por Stalin. De todos modos, el sistema con todos su defectos garantizaba educación, salud, alimentación y vivienda gratis. Un comentario a Ricardo Lagos: prefieron la URSS de Kruschev al Chile suyo. Con Nomenklatura, con dachas y KGB. Quizás nada perfecto pero nada peor que la miseria.
Escribía Willy Brandt en Die Freiheit die ich meine (La libertad que yo planteo), “¿Qué saco con tener libertad de prensa si no tengo que comer?”. O Brecht:” es preferible que te pongan en la boca un pedazo de pan que una piedra” (La Ópera de los Tres Centavos”).
Divagaciones.
Un reciente estudio delata que Jean Beausejour pese a sus constantes cambios de club, tiene políticamente más futuro que Johnny Herrera. Aducen que el discurso del haitiano mapuche es más claro y va más al grano que su colega de la Chile. Habría que esperar unas elecciones para cotejarlos.
Hojeo viejas revistas y mis ojos recaen en Susy Vecky, intérprete de La ballena, tema de clásico universitario de Rodolfo Soto. Ya con treinta años, pasado su cuarto de hora nuevaolera, la cantante dejó que Julio Bustamante le tomara unas fotos muy atrevidas para llevar al Japón. Pese a sus kilos, Susy lo mostró todo, en el completo sentido de la palabra. Taty Segura, quizás el mejor cuerpo que haya desfilado por el Bim Bam Bum, viajó a Tokio pero cuando le exigieron algo que nunca había hecho en Chile, despojarse de su ropa interior, retorno rápidamente.
En mis comienzos, entrevisté en Valparaíso al, dueño del American Bar, Armando Canales. Lucía bien a sus ochenta y tantos. Cuando le pregunté si imponía una dieta especial, respondió simplemente: la buena coca. Me dio para probar, no me hizo efecto. Comentó Canales: es que hay que ponerle un poquito de fe.
Por suerte no tuvo efecto pues a lo mejor estaría sumido en el polvo blanco.
Durante una visita a Chile de Steffi Graf, tenista grandiosa en su tiempo, de pronto me puse a pensar sin darme cuenta que le observaba la nariz. La verdad es que le afeaba el rostro. Y justo le pregunto sin querer: ¿Se sometería a una operación quirúrgica?, sin mencionar parte de cuerpo ni cara en especial.
Me miro extrañada, se turbó y la entrevista se dio por terminada…
Margot Kahl, animadora de matinales de éxito y nocturnos de fracaso, me comentaba una mañana en TVN: “Me operaria de cualquier cosa, pero la cara no me la tocan”.
Como estaba quedando calvo a los treinta pregunte al doctor Zahri si podían hacerme trasplante de pelo. Su respuesta fue escueta: “lo que te queda no es pelo, es pelusa”.
En el World Music Awards de Mónaco en 1990, fue tal la cantidad de intérpretes ganadores de discos Platinos presentes, que en un momento dado apareció Ringo Starr. ¡Hellow boys!, exclamó y solo una persona “lo pescó”, el Lolo Peña, quien acompañado de su esposa, la cantante Loredana Perasso. El resto: Whitney Houston, Kely Milogue, Turner, Michael Jackson, Úrsula Andress a título de mujer Bond del álbum y una teen ager, Claudia Schiffer. La Perasso lanzó una frase para el bronce hace exactamente diez años: Raquel es su amante, yo soy su esposa.
Mucho antes, en los sesenta, en el aeropuerto de Palma de Mallorca, esta por embarcarse Joan Miró. Corro hacia un mesón, saco una servilleta de papel y le pido un autógrafo. El artista me mira y lamenta: Mi agente me mata. Yo ignoraba que esa firma en una servilleta valdría miles de dólares. Al contrario del mallorqués y de Pablo Ruiz Picasso, y, éste no tuvo esposas brujas que oficiaban de agentes de sus maridos o reconocían como auténticas las imitaciones a cambio de dinero como las de Matta, Dalí y Víctor Vasarely.
Estoy en desacuerdo con casi todo lo que escribe mi ex concuñado Fernando Villegas, menos en eso de orinar sentado. Tati Penna reclamaba: ¿Cuántos hombres se necesitan para levantar la tapa del WC? ¿Y cuántos más para tirar la cadena? Villegas siempre lo hizo sentado quizás previendo que en la vejez, la mitad salta fuera de la taza.
Un pariente de la encantadora Dominique del Castillo de Mulchén, ingirió un medicamente para contraer la próstata y así postergar la intervención quirúrgica. Sin embargo el remedio además contrajo su corazón y el hombre “passed away”, como definen la muerte los ingleses. Nadie le dijo que el Duodart no era apto para cardiacos.
Terrible semana se avecina: asume Trump.
Y para concluir, un happy end: queda sólo poco más de un año de este gobierno. Dicen que Madame Bachelet marca una equis cada día menos que resta para noviembre; luego hasta marzo 2018, es paja molida: buscar pega para los atornillados y esperanza para los que lo harán por cuatro años.
Como lectura sugiero “El Engaño”, de Philip Roth y los libros de la radio Universidad de Chile: entretenidos o instructivos, refrescan la mala memoria chilena.