Esta vez el turno le tocó a los refugiados. El presidente Donald Trump firmó el decreto que lleva por título “Protegiendo a la nación de la entrada de terroristas extranjeros a los Estados Unidos”, que suspende por cuatro años el programa de admisión de refugiados, aprobado por ley en 1980, por el que unos 2,5 millones de personas perseguidas de todo el mundo pudieron encontrar acogida en ese país.
La orden incluye también un dispositivo que suspende durante 120 días (cuatro meses) la entrada de refugiados en territorio estadounidense provenientes de Irak, Siria, Irán, Sudán, Libia, Somalia y Yemén, todos de confesión musulmana.
Según el decreto, se establecerá un mecanismo de “chequeo extremo” afin de “mantener a los terroristas islámicos radicales fuera de Estados Unidos”. Los refugiados sirios serán los más afectados pues a ellos el presidente decidió simple y llanamente prohibirles la entrada hasta nueva orden.
En su edición de este sábado 28, el matutino New York Times apunta que un total de 15 países, en su mayoría africanos, fueron la principal fuente de candidatos a refugiados hacia Estados Unidos en 2016. República Democrática del Congo encabeza la lista con un total de 16,370 personas, seguida por Siria que registró 12,587. Cerca de 85,000 personas fueron admitidas en Estados Unidos durante el año fiscal 2016 (del 1° de octubre de 2015 al 30 de septiembre de 2016). Trump quiere reducir esa cifra a “no más de 50,000”.
La única excepción prevista por la Casa Blanca se refiere a las “minorías religiosas”, notablemente de confesión cristiana, lo que podría favorecer a los sirios de esa confesión, pero que igual podría ser calificada de inconstitucional por discriminatoria, según Stephen Legomsky, quien fuera consejero jurídico de los servicios de inmigración durante la administración de Barack Obama.
Tras conocerse la firma del decreto varias organizaciones de derechos humanos han críticado la medida. Malala Yousafzai, ganadora del premio Nobel de la Paz, quien fue víctima de un atentado perpetrado por los talibanes en 2012, dijo “tener el corazón destrozado porque el presidente Trump le ha cerrado las puertas a niños, madres y padres que huyen de la violencia y la guerra”.
Por su parte el director ejecutivo de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés), Anthony Romero, apuntó que el término “chequeo extremo” que incluye el decreto presidencial es sólo “un eufemismo para discriminar a los musulmanes”.
En una declaración conjunta emitida este sábado en Ginebra, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), pidieron al presidente Donald Trump mantenga la tradición de acogida de refugiados en Estados Unidos, sin hacer distinción de raza, nacionalidad o religión.