Los exportadores chilenos no tienen mucho que agradecer al presidente Donald Trump. Desde que el empresario asumió la primera magistratura norteamericana, el peso chileno ha mostrado un fortalecimiento del orden de $5, llegando a niveles por bajo los $640, una cifra respecto de la cual muy pocos especialistas y agentes habrían apostado antes de su asunción del mando de la principal potencia mundial.
En efecto, hace un par de semanas, la mayoría de los analistas estimaban que el dólar tendería a ubicarse en un nivel más alto del que está actualmente, especialmente debido a que durante la campaña y mientras se acercaba a su inesperado triunfo electoral, sus discursos y promesas de mayor gasto fiscal en grandes planes de infraestructura dieron un fuerte impulso a la divisa a nivel global, manteniéndose en Chile en el orden de los $670.
Pero después de las primeras semanas de gobierno de Trump, la moneda norteamericana ha venido perdiendo fuerza debido a las, cada vez mayores, evidencias de que el programa fiscal propuesto por el magnate no es viable para un país cuya deuda supera el 100 por ciento de su PIB y que, además, se encuentra en proceso de alzas de sus tasas de interés, razones por las cuales difícilmente podrá cumplir rápidamente con sus promesas. Esta convicción ha revertido la apreciación del billete verde a nivel mundial y ha favorecido entre los inversionistas la canasta de monedas emergentes de países con buen comportamiento institucional y mejores tasas que las de EE.UU. o Europa.
Es decir, más allá de los estrambóticos discursos de Trump, la fuerza comunicacional de la Federal Reserve ha podido más, y los ahorrantes han estado apostando a que, dado que no habrá un mayor gasto fiscal, tampoco habrá más inflación, por lo que la Fe dirá más lento en su proceso de normalización de la tasa y las alzas inmediatas que se esperaban se verían postergadas, debilitando así su fortalecimiento.
En Chile, como se sabe, entre los factores que históricamente han determinado el tipo de cambio peso-dólar está el precio del cobre y éste, debido a mejores proyecciones de demanda en 2017 y cierta disminución de stocks, ha subido sobre 5 por ciento en lo que va del año, hecho que permite predecir un incremento del flujo de dólares a la economía chilena, lo que aprecia al peso.
Es decir, el que el metal rojo esté por sobre los US$ 2,6 la libra deriva tanto de la debilidad del dólar a nivel global -moneda en la que se transa el metal- como de factores de fundamento, aunque en Chile, el alza de precio del metal influye con mayor fuerza, porque asegura mayor oferta de divisas en un mercado que, como contrapartida, muestra superávit comercial y una tendencia a la contracción de las importaciones, debilitando su demanda.
Por otro lado, la propia debilidad del dólar respecto de otras monedas ha incrementado el interés de inversionistas internacionales en economías emergentes de la región, en especial en los países más seguros, que siguen creciendo y/o, no están en recesión, como el caso de Chile, dadas las oportunidades de rentabilidad superiores a las potenciales de economías desarrolladas, afectadas por años de bajas tasas y menores rendimientos.
El factor especulación financiera también está presente, en la medida que Chile, no obstante haber reducido su tasa de instancia en 0,25 puntos, sigue ofreciendo un diferencial interesante con las de naciones desarrolladas, fenómeno que incentiva el denominado “carrytrade” (en el que el inversionista vende una cierta divisa con una tasa de interés relativamente baja y compra una divisa diferente, con una tasa de interés más alta), haciendo subir las apuestas en favor de peso. De acuerdo a informes de operadores, se estima que en desde inicios de 2017 han ingresado al país alrededor de US$ 1.800 millones, lo que constituye un volumen relevante para un mercado chico como el chileno y que, aunque se trate de entradas de alta volatilidad, igual han fortalecido el peso.
Aunque existen diferencias entre los operadores en torno al futuro inmediato del tipo de cambio, la mayoría estima que, dada la coyuntura internacional y nacional, es posible que el dólar siga cayendo para romper, incluso, el piso de $630. Los factores internacionales que estarán en la mira de los agentes serán, como siempre, los ajustes económicos en China, la política fiscal en Estados Unidos y la evolución del precio del cobre.
Así y todo, algunos creen que mientras en Chile no mejoren los niveles de confianza, no se incremente la velocidad de crecimiento y no haya certezas de dónde saldrán los recursos para enfrentar las exigencias derivadas de los incendios forestales -cuyas pérdidas se estiman en el orden de los US$ 600 millones-, a mediano plazo, las apuestas apuntan a un tipo de cambio en el orden de los $ 670, considerando las próximas bajas de tasas que proyecta en Central chileno. Pero si el Gobierno decidiera usar parte de los ahorros en dólares de los Fondos de Reserva para tal efecto, la divisa norteamericana podría tener un muy techo inferior, lo que no es buena noticia para los exportadores menos productivos.