“Las instituciones universitarias concentran en su interior a una parte muy importante de la élite intelectual de Chile y, por lo tanto, debieran ser actores fundamentales en los esfuerzos que el país debiera emprender para mejorar el nivel de formación que les entregamos a nuestros futuros ciudadanos”, afirmó en una carta publicada esta semana el Premio Nacional de Ciencias y profesor de la Universidad de Chile, Dr. Jorge Allende, respecto del rol que deben jugar las universidades en el proceso de formación de los estudiantes chilenos.
A juicio de Allende, “hay un gran abismo que separa a las universidad y los universitarios de los docentes y alumnos que están en la parte inicial de su formación”, esto porque “hay pocas instancias en que nos sentamos a conversar sobre lo que separadamente hacemos, sin tener en cuenta que estamos embarcados en una tarea cuyos objetivos compartimos”.
En conversación con Diario y Radio Universidad de Chile, el académico sostuvo que “nunca hemos priorizado algo que es tan importante como la calidad de la educación, siendo que debería darse prioridad a este tema porque se trata del futuro de nuestro país”.
¿Cuál es la evaluación que usted hace respecto de esta realidad y que es tan fundamental a la hora de hablar de educación?
Yo creo que estamos en deuda en las universidades. Las universidades podríamos tomar más iniciativas para aproximarnos a los profesores y a los alumnos en los grados anteriores a la educación universitaria: la educación parvularia, básica y la media. Todos somos parte de un sistema de educación que está totalmente interconectado, compartimos muchos de los mismos objetivos y también somos interdependientes, es decir, los resultados en uno de los niveles afecta todos los otros niveles, lo que hacemos en un nivel también beneficia al resto. Tenemos mucho en común y, sin embargo, tenemos poca comunicación, eso es lo que he conversado con muchos profesores de esos niveles que se sienten bastante solos y desamparados. Creo que es algo que debemos corregir.
¿Qué beneficios trae potenciar este tipo de interacciones?
El beneficio más obvio es que esta interacción va a mejorar la calidad de la formación que se da en los otros niveles educacionales y eso, evidentemente, que a los universitarios nos beneficia muchísimo porque llegan los alumnos mejor preparados, y me refiero al campo científico que es donde tengo mayor experiencia, pero estoy seguro que lo mismo ocurre en los otros campos del conocimiento. Evidentemente que eso ayuda a la educación superior y también ayuda a que el país tenga mucho mejor capacidad humana para resolver sus problemas.
¿Cómo se puede potenciar esta interconexión?
Hay muchas maneras y que no son un gran invento, se pueden hacer muchos más esfuerzos en la actualización y capacitación de profesores de educación básica y media por parte de los universitarios. Tenemos que indagar, junto con los profesores de esos niveles, qué es lo que más necesitan, qué es lo que más quisieran recibir por parte de las universidades. Por ejemplo, uno de los temas en el área científica que nos interesa mucho es que las ciencias experimentales se aprenden haciendo ciencia, haciendo experimentos, eso está constatado por toda la literatura que existe sobre el caso. Para aprender ciencia uno tiene que aprender el método científico, tiene que aprender cómo diseñar un experimento con todos los controles, con todo el pensamiento que requiere el diseño experimental, y eso solo se aprende haciendo y de los errores, de lo que ocurre con los resultados. Todo ese tipo de cosas no se aprenden solamente en una pizarra o en un computador. Entonces, ese es uno de los grandes déficit de nuestra educación, especialmente de la educación secundaria.
Otro punto relevante es que las universidades que tienen mayor actividad científica no son las que más forman profesores de ciencia, muchos profesores no tienen ocasión de contactar a científicos, ni hacer prácticas de laboratorio, cosas que son necesarias para enseñar este tipo de ciencias. Entonces, tratando de corregir eso, nosotros hemos hecho durante los últimos cuatro años una experiencia piloto que es llevar laboratorios portátiles a los liceos en el área biológica y eso ha tenido un efecto interesante, tanto en los alumnos como en los profesores, porque les permite hacer experimentos del siglo XXI.
¿A qué atribuye que todavía se esté tan en deuda en esta materia?
De alguna manera, todos estamos muy ocupados: los académicos científicos tienen que estar haciendo sus proyectos, enseñando a sus estudiantes de pregrado y post grado en las universidades, escribiendo los proyectos y rindiendo cuenta de los resultados. Esas cosas nos han impedido priorizar algo que es tan importante como la calidad de la educación. Tendríamos que dar una alta prioridad a esto porque es el futuro de nuestro país. Si no mejoramos la educación, nuestro futuro no va a ser muy promisorio, tenemos que dar la importancia a esto y que las universidades también valoren el trabajo que se hace con los estudiantes preuniversitarios y los profesores y la carrera académica debería valorar más esa actividad porque ciertamente es muy necesaria para nuestro país.
“El hecho de crear un ministerio no garantiza que demos un salto en el desarrollo científico”
El Senado comenzó la tramitación del ministerio de Ciencias ¿qué expectativas tiene de lo que pueda resultar de esta iniciativa?
En general, la comunidad científica percibe esto como un paso positivo porque se reconoce la importancia que tiene el desarrollo científico para el desarrollo cultural y socio-económico de nuestro país, y si se le da un rango de ministerio quiere decir que ese ministro, va a estar sentado en el gabinete, donde se discuten los grandes problemas de nuestro país y va a poder presentar las inquietudes que surjan de la comunidad científica. Eso es algo positivo. Evidentemente, no basta con eso si ese ministerio no está integrado con gente que conoce muy bien el tema, y también si no tiene los recursos necesarios, entonces, eso tiene que acompañarlo. El hecho de crear el ministerio no garantiza que demos un salto en el desarrollo científico, pero ciertamente abre posibilidades de que esto avance más rápidamente y lo vemos positivamente.
¿Considera que se le ha dado la suficiente participación a la comunidad científica a la hora de pensar y crear este proyecto?
Ha habido una serie de comisiones y es algo en lo que personalmente he estado trabajando por unos 30 años o más. Me tocó ser presidente de la Academia de Ciencias, cuando le presentamos la idea de hacer un ministerio al gobierno de ese tiempo. Lo importante es que, por ejemplo, los países más desarrollados en el mundo de la ciencia no tienen ministerio de Ciencias, pero sí tienen un asesor del presidente de la República que actúa a ese nivel, porque tiene acceso directo a la autoridad máxima del país y es convocado para todos los grandes temas en que ese país.
La comunidad científica debería poner más trabajo a generar ideas, a hacer propuestas sobre política científica. Chile no ha tenido una política científica, una política nacional sobre la ciencia y que ponga prioridad en eso. Evidentemente es un país todavía pequeño, con una comunidad científica pequeña y no podemos hacer todo, no podemos estar en todas las áreas del conocimiento impulsándolas muy fuertemente. Tenemos que elegir cuáles áreas son más importantes en nuestro estadio de desarrollo, qué cosas, por nuestra geografía, por nuestros recursos, deberíamos enfatizar más.