¿No se han dado cuenta?

  • 23-05-2017

La señora Mariana Aylwin ha señalado con despreciativo gesto que en Chile la corrupción era a penas “pichiruche”.

Uno, ante tal afirmación no sabe si hacer como los fariseos, que se rasgaban las vestiduras, escandalizados por cualquier anatema, herejía, blasfemia o apostasía, o sentarse a llorar por lástima a que la mente humana sea tan limitada de alcances, a veces de manera voluntaria y no por simpleza de alma.

Es como señalaba el parlamentario Ávila respecto de otro parlamentario, que decía que no tenía incompatibilidad de intereses porque sus acciones eran muy poquitas, entonces este otro parlamentario le respondió, ingeniosamente, que esto es como los embarazos, es decir que no se puede estar “un poquito embarazado”. Se está o no se está.

Entonces, señora Mariana, a usted se le debe responder exactamente igual que a su camarada Zaldívar: no se puede ser un poquito (pichiruche) corrupto, se es o no se es, punto. En estas cosas de la ética-al contrario de las cuentas numéricas de los econometristas del provecho y el plusvalor no hay cifras menores: todas son absolutas. Esa es la diferencia.

Entonces, doña Mariana peca por doble falta, pues no existen los “pichintunes” ni “pichiruches” en los temas de la ética (y ella lo debía saber, como ex ministra de educación) y, por otra parte, la corrupción no es menor en Chile, ni siquiera comparada con otros países; lo que sucede señora Mariana, es que en Chile la corrupción se baja del caballo por la cabeza, mientras que en otros países se desmonta por la cola. En Chile, la corrupción es de los de arriba y la han construido con el código bajo el sobaco, con lo cual raramente serán penados; también lo han hecho en connivencia con otros poderes: políticos, con empresarios, con jueces o fiscales, con Generales o Cardenales. En fin, todos los poderes engavillados en todos los crímenes.

Pero-señora Mariana- eso que usted llama un “Pichiruche”, para las necesidades del pueblo representa una fortuna, o representa la diferencia entre la vida y la muerte.

Mire, saquemos cuentas: Si usted toma el libro de María Olivia Mönkeberg y le pone número a todas las transferencias de riqueza que se robaron en dictadura y que casualmente fueron a dar a manos de los derechistas civiles y militares cercanos a Pinochet, se dará cuenta que ahí se robaron cerca de US$ 35.000 millones de ahora (unos 8.000 millones de entonces). Si a eso le suma la fuga de dólares antes de la devaluación de 1983, con otros US$ 7.000 millones que debió reconocer el Estado-como deuda propia- y que debimos pagar todos los chilenos con menos inversión y más pobreza; siga con  lo que se apropió Piñera en Banco de Talca, Yuraszeck (en Endesa), caso Inverlink, caso Ferrocarriles, caso oro en Colonia Dignidad, caso tráfico de armas, comisiones de las fragatas, caso Cema Chile, caso de los “pinocheques”, caso La Polar, caso ventas a futuro con Dávila y luego con los Chinos, los 10.000 millones de dólares que se lavan anualmente en los bancos del país (denunciado por Somerville); si sumamos Penta, Soquimich, Corpesca, los políticos parlamentarios de la UDI, la DC y del PS, que se birlaron al Estado, y cien mil estafas menores que transitan por los tribunales en busca de una justicia que raramente llega.

Si usted suma todo eso y no contabiliza como corrupción la entrega de la riqueza minera a manos de transnacionales y de nacionales corruptos, a cambio de financiamiento político y cargos familiares de alta renta, tendremos que lo que se ha “robado” está en el polo opuesto de su “pichiruche”.

En Chile se ha robado mucho y se sigue robando, pero con el código bajo el brazo. En otras partes, señora Mariana, se roba como en el lejano oeste, con el pistolón en la mano; aquí no necesitan matar a nadie, pues ya los mató la dictadura, porque la dictadura mató el derecho a ser iguales ante la justicia y eso constituye la madre de todas las corrupciones; la dictadura impuso la impunidad de los ladrones y lo continuó la Concertación, con el puño izquierdo levantado y la mano derecha en el bolsillo del Estado y-lo peor-también del pueblo.

Yo la desafío que encuentre un país en que se robe más que en Chile y que haya menos presos de corbata por estos delitos. Porque en Brasil se puede robar mucho, porque es una economía más grande; pero, incluso, allí, ya van tras el Presidente; así y todo, de seguro que proporcionalmente es menos que en Chile. Parafraseando a Piñera: “nunca tan pocos robaron tanto”. Porque en Argentina se roba mucho, según dicen, pero está el robo dividido en cada Estado o región, en cambio acá al pueblo no le cae ni el rocío.

Parafraseando al Nazareno, que en estado agónico exclamó: ”Padre, perdónalos porque no saben lo que  hacen”… Habría que agregar también lo que dicen en este caso: ¡O no, señora Mariana!

Porque no hay sociedad caracterizada por una gran desigualdad, que no anide también una gran corrupción.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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