Se trata de la instalación de un reactor nuclear que comprometería territorio argentino de la provincia de Río Negro, localizada a unos 600 kilómetros del límite chileno en la región de Aysén. El reactor tendría una potencia de 1.150 megawatts y se ubicaría en un sector cercano al Golfo de San Matías y la Península Valdés, ambas zonas declaradas Patrimonio Mundial Natural por la Unesco.
Pero este no sería el único proyecto de estas características que el presidente Mauricio Macri pretende instalar. Sumado al anuncio de esta planta en la Patagonia el jefe de Estado transandino informó sobre “Antucha III”, una central que se emplazaría en la provincia de Buenos Aires.
Pero todo esto responde a una política energética que Macri ha venido levantando desde hace meses atrás. En 2016, el gobierno argentino solicitó el ingreso a la Agencia de Energía Nuclear (AEN), entidad que articula la cooperación entre los países que cuentan con tecnología nuclear avanzada.
En mayo pasado la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) aceptó su petición bajo el criterio de que todos los proyectos desarrollados con este tipo de energía deben tener fines exclusivamente pacíficos. Luego de esto, Macri firmó un acuerdo comercial con su par chino Xi Jinping para financiar las dos centrales nucleares descritas, que tendrían fecha de construcción para 2018 y 2020.
En nuestro país, el director del Comité Pro Defensa Flora y Fauna (Codeff) en su filial de Aysén, Peter Hartmann, explicó que en la década de los 80 las distintas organizaciones de la Patagonia ya se habían opuesto a un proyecto de residuos nucleares que se instalaría en la provincia de Chubut, que finalmente fue paralizado.
“No queremos lamentar accidentes como los que provocaron las centrales de Chernóbil y Fukushima”, señaló el ambientalista apuntando a las catástrofes nucleares más grandes registradas en la historia y que hasta ahora producen daños por la radioactividad.
Hartmann comentó una situación paradójica respecto del tema: “Mientras el presidente Macri firmaba el acuerdo con China para instalar dos nuevos reactores, un trabajador fallecía envenenado por agua que contenía material radioactivo en ese país”. En medios de prensa locales, se detallaba que el caso respondía a un intento de homicidio y que los análisis realizados al trabajador arrojaron una radiación de “130 y 180 milisieverts, cuando la medida máxima tolerada para un funcionario expuesto a la actividad nuclear es de 20 milisievrts por año”.
Con estos antecedentes, Peter Hartmann dijo que se evidenciaba el alto riesgo humano y tecnológico de utilizar este tipo de energía. “Ante cualquier accidente nuclear tenemos una radiación atómica en la zona que se extiende por 300 mil años. Lo otro son los residuos nucleares donde la radiación dura exactamente lo mismo. Además, esas centrales necesitan combustible que es el uranio y que en este momento los argentinos lo están importando”, precisó.
El experto se refirió al debate sobre esta materia en Chile y las opiniones que se han expuesto, donde se ha advertido sobre la peligrosidad de contar con reactores nucleares por las condiciones sísmicas que caracterizan al país. “Había gente muy entusiasta en el norte de Chile en el negocio atómico porque son millones de dólares que se mueven aquí, pero con el terremoto de 2010 y con otros de esa magnitud que ocurrieron posteriormente, esas voces se acallaron. Estamos en un país que tiene demasiados riesgos para creer que se puede instalar una central atómica”, comentó.
“En la Patagonia NO”
El periodista e integrante de la Corporación Privada para el Desarrollo de Aysén, Patricio Segura, enfatizó que esta es una amenaza a territorios comunes y que el daño a los ecosistemas no responde a divisiones fronterizas. Por lo mismo, explicó que han tenido conversaciones con las organizaciones ciudadanas del país vecino para acordar acciones conjuntas, una de ellas es la campaña que ha iniciado la Asamblea de Chubut “En la Patagonia NO”.
Además, Segura sostuvo que en los proyectos de cooperación energética binacional debería quedar eliminado el intercambio con algún material radioactivo proveniente de este tipo de centrales. “Es también un llamado al gobierno de Michelle Bachelet que se encuentra negociando iniciativas energéticas de intercambio y en esta discusión creemos que debiera dejarse de lado cualquier discusión sobre energía nuclear”, indicó.
En este contexto, un grupo de organizaciones de la Patagonia argentina dirigieron una carta al Embajador de China en ese país, Yang Wanming, expresando: “Más allá de la decisión de los gobiernos argentino y rionegrino, los habitantes patagónicos rechazan dicha acción por inconsulta, arbitraria e ilegítima. Por considerar esta fuente de energía como sucia, peligrosa y costosa”.
Agregan en el documento que no solo rechazan la central nuclear sino “el circuito completo del uranio, desde la prospección hasta los residuos, la infraestructura asociada y los usos que se le quiere dar a esa energía, especialmente porque cada uno de esos procesos contradice los objetivos y compromisos de atender el cambio climático. La Patagonia no es territorio para ninguna “externalidad” económica”.
Cabe destacar que de concretarse la construcción de estas dos centrales nucleares, Argentina se convertiría en el país con más plantas nucleares de América Latina, superando a Brasil que cuenta con tres y México con dos reactores.