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Red de Salas de Cine: una oportunidad para ver

Hay mucho cine de Hollywood que me encanta, como me encantan las hamburguesas, pero ya sabemos que si uno se alimenta solo de ellas el cuerpo se termina enfermando. Con el cine pasa lo mismo.

Antonella Estévez

  Sábado 1 de julio 2017 13:09 hrs. 
cineteca

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En Chile hay cada vez más salas comerciales. Cada vez que se abre un mall viene acompañado de una multisala con una docena de pantallas para el cine. Esto podría alegrar a los cinéfilos porque más pantallas debería significar más variedad, ¿cierto? Falso. Le pongo un ejemplo: hace un par de meses tuve la experiencia de ir a una multisala con el deseo de encontrarme con un par de títulos que sabía estaban en la cartelera comercial. El problema es que justo por esos días acababan de estrenar la nueva cinta de la saga Rápido y furioso y ocho de las doce salas de ese complejo estaban ocupadas por esa sola película. Esta es una de las razones de que las cintas hollywoodenses superen con tanta distancia las cifras de audiencia de las cintas chilenas. En mayo, por ejemplo, Guardianes de la galaxia 2 llegó a los 407 mil espectadores, mientras la chilena más vista ese mes, Un marido para mi mujer, fue vista por 50.628 espectadores. No se trata sólo de que el cine chileno -el latinoamericano, el europeo, el asiático e incluso el estadounidense que no provenga de Hollywood- tenga que competir con la maquinaria de marketing, con los efectos especiales y el atractivo del cine de gran industria. También se trata de disponibilidad. La gran mayoría de las decisiones respecto al consumo de cine se toman en la boletería del cine, a partir de la oferta de ese momento, y cuando una sola película ocupa dos tercios de esa oferta el libre mercado parece no ser tan libre.

El 2016 el circuito de multisalas -que considera casi 400 pantallas- tuvo un público que superó los 27 millones y medio de espectadores, mientras que las salas independientes -que son una veintena- llegaron a los 137 mil. El público que accedió a la cartelera de las multisalas tuvo en su oferta un 6,3% de cine chileno, mientras que en las salas alternativas las películas nacionales representaron más del 37% de su programación. De hecho, de los 44 largometrajes chilenos estrenados el año pasado, 26 de ellos sólo se exhibieron en salas independientes. Esto no es raro, es un hecho que el gran negocio de las multisalas no es la exhibición de películas, sino los impresionantes márgenes de ganancia que generan las confiterías. De allí que sea una decisión coherente que estos complejos privilegien aquellos tipos de películas que son acordes al consumo de cabritas y todo tipo de chucherías. Y el cine chileno -o, de nuevo, cualquiera que no venga del gran Hollywood y que en su gran mayoría sigue más cercano al lenguaje del cine arte- no parece ser una opción atractiva para los objetivos de las multisalas.

Para aquellos que buscamos ir más allá de la limitada oferta que propone la cartelera comercial existen las salas alternativas. Salas pequeñas que, en su mayoría, son el resultado de la porfía y el sacrificio de cinéfilos soñadores que sostienen espacios que permiten al público encontrarse con otros cines, con películas al mismo tiempo más cercanas y menos accesibles. Por eso celebramos el lanzamiento oficial de la Red de Salas de Cine de Chile -un proyecto apoyado y financiado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, mediante su Programa de Intermediación Cultural- que recientemente realizó su primera actividad al estrenar en conjunto el filme Paterson, lo más reciente del reconocido director Jim Jarmusch. La red está formada por diez salas -Sala Centenario de La Serena, Sala Insomnia de Valparaíso, Sala K de Providencia, Cine Arte Alameda, Cineteca Nacional de Chile, Cine Radical de Santiago, Cine Artecón de Constitución, The Oz de Chillán, el Cine Club Universidad Austral de Chile de Valdivia y el Cine de Puerto Varas- y tiene por objetivo poner a disposición del público cine de calidad proveniente de Chile, Latinoamérica, Asia, Europa y Estados Unidos, y también generar espacios de formación de audiencias como talleres, charlas y seminarios de apreciación cinematográfica; cine-foros y conversaciones con realizadores, técnicos, críticos y diversos académicos que, se espera, abrirán nuevas perspectivas a las audiencias.

Y aunque es evidente que queda mucho por hacer para que un público amplio se entusiasme por la diversidad que el cine ofrece y reconociendo la necesidad de avanzar en la descentralización de los contenidos -cuatro de las diez salas están en la región Metropolitana- saludamos esta iniciativa como una oportunidad de ver, de encontrarse y de potenciar el trabajo cinéfilo para cinéfilos. El cine es una posibilidad de descubrirnos y de aportar a enriquecer nuestra mirada respecto al mundo y nuestra sociedad. Si seguimos viendo películas que sólo hablan desde un lugar -Hollywood y por lo tanto una mirada masculina, de primer mundo, heteronormativa y androcéntrica- esa posibilidad se limita enormemente. Y que quede claro, hay mucho cine de Hollywood que me encanta, como me encantan las hamburguesas, pero ya sabemos que si uno se alimenta solo de ellas el cuerpo se termina enfermando. Créame, con el cine pasa lo mismo.

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