Luego de las primarias, diversos bancos de inversión de la plaza han previsto que sus resultados impactarán favorablemente en el precio de los activos medidos por el IPSA en la Bolsa de Comercio durante 2017, sosteniendo la tendencia observada en los últimos 12 meses, cuando este índice avanzó más de 15%, impulsado tanto por inversionistas externos -que han privilegiado a Chile dentro de Latinoamérica- como por este factor propiamente político-electoral.
En efecto, para el BCI la confianza empresarial está “intrínsecamente” relacionada con las elecciones “y las expectativas de triunfo de un candidato pro inversión y mercado”, lo que, a su juicio, debiera verse reforzado por el reciente resultado de las primarias.
Banchile/Citi, más cauto y pese al holgado triunfo de Piñera, estima que su eventual victoria en las presidenciales de noviembre, no obstante tener las mejores posibilidades, sería solo en segunda vuelta, mientras que Creditcorp ha valorado la alta participación ciudadana, a pesar del partido de Chile contra Alemania por la final de la Copa Confederaciones y aun cuando aquella haya sido más evidente en comunas de mayores ingresos que en las populares, descartando el efecto Ossandón en la zona sur-oriente de Santiago.
Por de pronto, efectivamente la participación superó las expectativas de todos los analistas y mostró a una derecha revitalizada por primarias competitivas, las que -no obstante su rudeza-, “arrastraron” a las urnas a unas 600 mil personas más que en iguales comicios de 2013, subiendo la votación de Chile Vamos desde 800 mil a 1.4 millón de sufragios y con el ex Presidente superando él solo la cifra anterior.
Las expectativas del “mercado”, empero, tienen características distintas a aquellas con las que operan las perspectivas de los actores propiamente político-partidistas, aunque, por cierto, pueden dar luces que muestran con cierta “claridad pragmática” el estado socio-cultural de las personas que se han expresado. En efecto, mientras las expectativas económicas apuntan a la preservación y aumento del capital y patrimonio de las personas, la segunda tiende a poner foco en cierta voluntad político-programática de poder para solucionar necesidades no satisfechas del ciudadano.
Mirando este fenómeno a través de un ejemplo, el movimiento No+AFP instó, hace un tiempo, a un traspaso masivo desde fondos de mayor riesgo (accionarios A-B) a los más conservadores (como el E), buscando “hacer colapsar el sistema”. Miles de afiliados a las AFP lo escucharon y trasladaron sus ahorros, como forma de demostrar su malestar con un sistema de capitalización que no cumplió sus promesas iniciales de jubilaciones que cubrieran el 70% de sus ingresos activos.
Pero, la decisión política jugó una mala pasada a dichos ahorrantes, en la medida que las poco predecibles decisiones de mercado del primer semestre hicieron subir fuertemente los fondos accionarios (casi 14%), mientras los más conservadores, cuyas inversiones son en papeles con tasas de interés previstas, rentaron 4,1%. La decisión política, en este caso, hizo, pues, perder renta a quienes la adoptaron.
Situaciones similares se han podido observar entre quienes, por razones políticas, retiraron sus fondos desde compañías como SQM, involucrada en criticados vínculos entre política y dinero. Sin embargo, en los hechos, “el mercado”, ha premiado el valor de esa acción siguiendo las potencialidades del litio, llevando su precio en dirección inversa a la de la opinión política.
Así las cosas, para BCI, los resultados de las primarias deberían conllevar “a una recuperación, al menos parcial de IPSA en julio, respecto de las correcciones observadas en junio”, reafirmando que para fines de 2017, el IPSA podría estar en 4.990 puntos, apoyado por el direccionamiento de los flujos globales, que han mostrado “una clara preferencia de inversionistas extranjeros por el mercado local”, explicada por la mejor rentabilidad relativa de países emergentes versus los desarrollados, tendencia que, empero, podría variar por una sorpresiva salida de flujos de Latinoamérica.
Para el Citigroup, en tanto, de darse una victoria de Piñera, las acciones chilenas podrían llegarse a transar en 17 veces sus ingresos futuros (precio/utilidad) -cercano a las más de 19 veces que llegó a observar en 2010- aunque, de no hacerlo, caería a 13 veces, afirmaciones que pudieran interpretarse como parte de una suerte de conspiración contra candidatos de izquierda o centro izquierda que expresamente apuntan como fuente de los problemas actuales a las empresas o con programas de transformación radical de la actual estructura político-económica.
Pero en tal divergencia de lógicas económicas y políticas, los capitales, más allá de las preferencias político-sociales de sus detentadores, buscan siempre su reproducción -nadie ahorra o invierte para perder-, y cualquier amenaza en contra de dicho objetivo tiende a materializar el viejo adagio según el cual “el capital ataca huyendo”. Y es muy probable, en consecuencia, que, si las perspectivas políticas son favorables a candidatos que apoyan esa reproducción, la revalorización de activos apunte al alza, mientras que, si aquella certeza se esfuma, la tendencia sea la inversa.
Desde la lógica económica, aunque las primarias solo representaron poco más del 12% del total de votantes legalmente habilitados, se releva el hecho que más 1,4 millón correspondió a sufragios “moderados”, y solo poco más de 300 mil, a “anti sistémicos”, al tiempo que, si se considera que las primarias de 2013 votaron 3,1 millones de personas, podría esperarse que hay otro gran sector de personas que, desde el ámbito de centro izquierda, presentan una posición conocida, cifras que implican una mayoría relativa que no pondría en veremos las estructuras del actual modelo.
Un cruce de las expectativas económicas con las políticas, asumido que la lógica económica antes descrita corresponde a una predicción correcta de los hechos futuros, dotan de mayor certeza al capital frente a la eventualidad de cambios políticos mayores, relativizando impactos estructurales, lo que pareciera justificar el incremento del valor en bolsa de las empresas, así como las mejores de expectativas de los agentes económicos hacia el final de la actual administración.