En las primarias presidenciales de 2013 el candidato de la DC y el del PRSD obtuvieron 298.117 votos entre los dos, 30 mil menos de los que sacó el Frente Amplio este domingo, por lo que vale la pena analizar dichas cifras, donde el movimiento que eligió a Beatriz Sánchez como su candidata al sillón presidencial nació hace un año y el PRSD hace más de 100 años, lo mismo con la DC, que tienen más de medio siglo de vida. De tal manera, no es una cosa menor, es un fenómeno que a diferencia de los partidos tradicionales que van en baja, este nuevo movimiento les ganó en una primaria en la que partieron de cero y llegaron a miles de personas. A Velasco no lo cuento, porque es de derecha y a Bachelet tampoco, ya que fue un fenómeno electoral.
Lo preocupante es que la DC va a primera vuelta y no se cuadra con el candidato presidencial como lo hizo el 2013, lo que se agrava cuando la Nueva Mayoría no hace primarias. En estas condiciones, el escenario es bastante complejo y hace ver a la Nueva Mayoría como el gran perdedor, ya que al no estar en primarias, se presenta con bastante desventaja frente a los votos duros del Frente Amplio y de la derecha que multiplicará sus esfuerzos.
Sin embargo, pareciera que ninguno de los candidatos con miras al sillón presidencial es producto de una construcción social y ciudadana, sino que más bien, parecen ser el resultado de una construcción comunicacional, mediática. Llama la atención este efecto, especialmente, cuando hay candidatos que hacen todo lo posible por llenarse de pueblo, quién es más de izquierda que el otro y auto nombrarse candidato ciudadano, o quién es más allendista que el otro, cuando en la práctica los mismos representantes del PS fueron a Inglaterra a buscar a Pinochet, el mismo que asesinó a Salvador Allende y, por lo demás, si son Allendistas ya debieran haber nacionalizado el cobre y el agua. Definitivamente por eso mismo es probable que un 60% del país no vote, tal vez, como dice Lavanderos, votarán cuando terminen el saqueó de Chile.
Frente a este panorama cabe preguntarse ¿cuándo se terminará la usura de los bancos?, ¿cuándo se cobrará el royalty a las mineras? Sin embargo, estas interrogantes no son parte de los temas que a los presidenciables les quite el sueño, sencillamente, no están dentro de sus inquietudes, porque no les afecta su propio bolsillo y siempre es adecuado conservar buenas relaciones con la derecha. Eso, lo saben y lo tienen muy presente.
En fin, lo urgente ahora es salir de ese debate miope y sesgado de quién es más de izquierda que el otro o seguiremos divididos y no veremos al verdadero enemigo, que es la derecha, que mantiene a la ciudadanía en pobreza y al pueblo mapuche sin derechos territoriales, políticos y económicos. Si profundizamos el tema, debo reconocer que, al parecer, la peor izquierda de todas es la izquierda hipócrita, que habla de Marx y su religión es el social mercado, que habla de participación y sólo participan ellos y sus amigos, que hablan de democracia y sólo ellos imponen sus candidatos, que hablan del pueblo y trabajan para los empresarios que financian sus campañas. Y después se preguntan ¿por qué la gente irresponsable no vota? Para que sepan, es porque no tienen por quién votar, es porque ustedes no los representan.
Hay que salir de ese infructuoso debate de quién es más de izquierda que el otro, ya que la historia demuestra que la falta de unidad permitió el éxito de aquellos que han transformado al Estado en fábricas de pobres. Por ejemplo, Hitler fue posible, porque el Partido Socialista y Comunista alemanes se peleaban entre sí. Franco fue posible, porque el Partido Comunista, Socialista y el Anarquista españoles se pelearon entre sí. De unidad, nada, sólo competencia. Si Piñera llega ser posible es porque la Nueva Mayoría y el Frente Amplio se pelean entre sí.