Marta Dillon: “La rebeldía de las mujeres despierta aún más violencia en los sectores conservadores”

Dillon es hoy una de las más representativas mujeres del feminismo en el cono sur, su voz y su imagen están directamente relacionada al Movimiento "Ni una Menos" que ayudara a fundar y que hoy se expande más allá de Argentina, en países como Chile, Brasil, Perú, Colombia y Uruguay.

Dillon es hoy una de las más representativas mujeres del feminismo en el cono sur, su voz y su imagen están directamente relacionada al Movimiento "Ni una Menos" que ayudara a fundar y que hoy se expande más allá de Argentina, en países como Chile, Brasil, Perú, Colombia y Uruguay.

Cuando la presentan da la sensación de que es una estrella. Marta Dillon, de chaqueta de cuero, pelo corto y rizado y semblante serio, proyecta una figura imponente. Dillon es popular acá en Argentina. Es una de las fundadoras de un movimiento que dejó de mover masas solo en Argentina y se dedicó a hacerlo en todo el continente.

Cuando le pasan el único micrófono de la noche inaugural lo primero que dice, después de buenas tardes y gracias, es que los medios hegemónicos son una asfixia. “Sin embargo, podemos respirar porque hay expresiones de comunicación que abren espacios de libertad, que sirven para respirar”, agrega. “La comunicación ha sido central en la derrota cultural que estamos viviendo en Brasil, Argentina y otros rincones de América Latina, pero también es central para empezar a construir esas resistencias que deben pasar a la acción”, concluye.

Así, en medio de las actividades de Facción 2017, que en estos días reúne a cientos de medioactivistas de latinoamérica, Europa y Estados Unidos, en la ciudad de Buenos Aires, Dillon se da tiempo para conversar con Radio Universidad de Chile, sobre la proyección del Movimiento Ni una Menos, el rol de los medios y más.

¿Qué tan importantes han sido los medios de comunicación en la expansión que ha vivido el feminismo?

Los medios de comunicación, los hegemónicos, han trabajado y trabajan en contra. Lo vemos en campañas muy sucias que hacen después de cada movilización, diciendo como que queremos salir a matar machos, hablando de lo vandálicas que somos porque pintamos paredes… Esto ha sido un movimiento popular que se ha nutrido y ha crecido gracias a los medios de comunicación alternativos y gracias a nuestra propia posibilidad de comunicar, como movimiento que somos. Pero sin la ayuda de los medios hegemónicos. Los medios hegemónicos nos juegan en contra.

¿Cómo luchar contra ese fuerte que representan los medios hegemónicos?

Tenemos que generar nuevas narrativas, medios alternativos de comunicación, comunicación comunal, que nos permita generar otras voces y poder narrarnos. Sentirnos narrados y narradas en otras voces que no sean solamente las de la televisión abierta ni la de los medios hegemónicos.

Hablaste de que este ha sido un movimiento popular. En Chile el feminismo aún se encuentra acotado a grupos de elite, ¿en Argentina ha alcanzado a permear otras capas?

No, acá no está para nada acotada a las elites. De ninguna manera. Hay un feminismo popular que crea sus propias herramientas, que no está atado a la academia, ni a los feminismo blancos, ni a los feminismos liberales, sino que se hace de la experiencia de las mujeres encontrándose entre ellas en los movimientos sociales, alrededor de las ollas populares, en los piquetes, en las luchas sindicales, y eso habla de una expansión que no tiene que ver con la elite.

¿Qué crees que ha significado el movimiento Ni una Menos para esta nueva emergencia que ha vivido el feminismo en Argentina y América Latina?

Marta Dillon - Foto Martin Bs AiresMe parece que ha sido central en la posibilidad de aglutinar las voluntades feministas en una consigna que desborde el feminismo y que pueda seguir captando más voluntades y más cuerpos para esta lucha que es fundamental, que es cambiarlo todo. Salimos a pelear contra la violencia machista, pero para pelear contra la violencia machista tenemos que cuestionar las estructuras políticas, económicas, culturales. Entonces me parece que ha sido central, que ha sido tomado desde muchos otros países y sigue creciendo.

¿Cómo se interpreta que el guante de esta lucha se haya recogido en diferentes países de Latinoamérica?

Lo que está diciendo es que había una necesidad de levantar un grito de indignación sobre el modo en que nuestros cuerpos están siendo tratados. Y que la posibilidad de haber puesto en juego una consigna que fuera aglutinante, que pudiera decir claramente “basta” de una manera que nos sintamos identificadas todas, me parece que ha sido importante. La masividad que han tenido las movilizaciones acá contagia de entusiasmo. Es una marea, y se van sumando cada vez más.

¿Cuál es este denominador común al que te refieres que le hizo sentido a toda la zona?

Decir “ni una menos”. Decir “ni una menos porque nos están matando en todos los confines” y que sobre el cuerpo de las mujeres se juegan batallas que están obsoletas. El patriarcado se ensaña contra nuestros cuerpos y nosotras, al decirle “no al patriarcado”, también le decimos “no al capitalismo”, y eso es algo que lo sienten las mujeres. Lo que gritan las mujeres está escrito en sus cuerpos. Esta experiencia, de lo que es la violencia, de poder decir “basta”, no es una consigna cualquiera, es una consigna que está escrita en nuestros cuerpos.

¿En qué se ha avanzado desde el nacimiento de Ni una Menos?

Se ha avanzado muchísimo en la transformación de los sujetos y las sujetas. Hay una transformación muy profunda. Se ha corrido el umbral de la tolerancia hacia las violencias, se ha permitido articular acá en Argentina con movimientos sindicales, con movimientos sociales, que el feminismo está llegando a todas partes. Y eso es un cambio fundamental. No podemos hablar de que se ha modificado la cifra de femicidios, pero eso responde un poco a esta expansión del feminismo y a esta rebeldía de las mujeres que despierta aún más violencia en los sectores conservadores. Lo vemos no solo en las relaciones interpersonales, sino en la violencia institucional, que se ensaña contra nosotras.

¿Qué rol juegan en esta emergencia el hombre y la nueva masculinidad?

Es un rol importante en la medida en que puedan plegarse y pensar que puedan emerger nuevas masculinidades. No es algo que estemos viendo con la misma fuerza con la que crece el feminismo, pero creo que es el desafío que tenemos por delante. Que los compañeros se sumen a esta lucha, porque el patriarcado también los somete a ellos.

Este crecimiento del feminismo, tanto en Argentina como en América Latina, ¿ha tenido errores en su camino?

Seguramente que tiene errores. Creo que esta es una construcción y que, más que pensar en los errores, estamos pensando en cómo seguir creciendo. No sé cuáles son los errores. Seguramente nos queda un enorme trabajo por hacer para incorporar los feminismo negros en los países donde tienen menos prevalencia. Seguramente tenemos que incorporar de forma más activa a los pueblos originarios, a sus mujeres, que tienen demandas propias. Nos falta seguir aumentando esa marea y eso puede pensarse como error. Pero esto está en construcción y, sobre todo, estamos viendo sobre qué ejes seguir creciendo.

¿Y sobre qué ejes seguir creciendo?

Fundamentalmente sabiendo que el feminismo es una herramienta popular y no es una herramienta de elite. Que la academia nos nutre pero que no es central en este crecimiento, sino que crece en base a la posibilidad de esparcir la ideología feminista en los diálogos entre nosotras y en los fortalecimientos de los lazos sociales.

Cuando estábamos adentro invocaste un cántico que en su última estrofa decía “abajo el patriarcado, que va a caer, y arriba el feminismo, que va a vencer”, ¿cuándo y cómo sabremos cuando el feminismo venza?

Vamos a saberlo porque van a cambiar las ideas de familia, la idea de lo que es un cuerpo correcto y un cuerpo incorrecto. Lo vamos a saber porque vamos a vivir con más libertad porque vamos a dejar que nuestro deseo nos mueva y porque vamos a construir una sociedad más igualitaria y más equitativa para todas y todos.





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