CEMA: El fin de la máquina de propaganda y caja chica de la familia Pinochet-Hiriart

La disolución “gradual y paulatina” que enfrentará Cema Chile y el traspaso de bienes inmuebles donados por el Estado durante la Dictadura constituye un hito. No sólo por tratarse de la caída de la última trinchera abiertamente pinochetista, sino que también porque con esto se extingue para siempre el poder y la influencia de la primera dama del Régimen.

La disolución “gradual y paulatina” que enfrentará Cema Chile y el traspaso de bienes inmuebles donados por el Estado durante la Dictadura constituye un hito. No sólo por tratarse de la caída de la última trinchera abiertamente pinochetista, sino que también porque con esto se extingue para siempre el poder y la influencia de la primera dama del Régimen.

La información fue confirmada en el acta ordinaria número 215 de la Fundación Cema Chile. Aunque de manera “gradual y paulatina”, el organismo fundado en 1954 y adoptado como centro de operaciones por Lucía Hiriart durante la Dictadura, llega a su fin.

La disolución, acordada mediante un proceso de conciliación entre el Consejo de Defensa del Estado y Cema, se dio en el marco de la investigación por malversación de fondos públicos que enfrenta el organismo. El proceso comenzaría con la devolución de las sedes de Punta Arenas e Iquique, ambas ya en etapa de cierre. Además la institución habría acordado regresar los títulos que la designaban como dueña de la Plaza de Paine.

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En el plano práctico, esta disolución ha significado el embargo de 1.526 millones de pesos y la expropiación de 41 propiedades. En un nivel más profundo, el cierre de Cema Chile significa para la historia política de Chile algo más que la devolución de propiedades estatales.
“Desde el punto de vista simbólico es súper potente el cierre de Cema. Marca el fin de la era Pinbochet-Hiriart, que ha tenido varios hitos, entre ellos la muerte de Pinochet. Es un hito que antecede al momento inevitable en que Lucía Hiriart fallezca. Es un anticipo de la extinción de su poder y su influencia en Chile”, afirma Alejandra Matus, autora de Doña Lucía. La biografía no autorizada de Lucía Hiriart.

En conversación con Radio y Diario Universidad de Chile, la periodista e investigadora explicó que desde el Golpe de Estado hasta 2016, fecha en que la ex primera dama presidió la fundación, la historia de Cema puede dividirse en dos capítulos. El primero, situado entre 1973 y 1990 donde actuó como un organismo de propaganda política e ideológica del Régimen. El segundo, a partir del noventa en que se utilizó como una cuantiosa “caja chica” de la familia Pinochet Hiriart.

“Granito de arena para la paz”

lucia-hiriart-cmeaEl 15 de octubre de 1973, un inserto en El Mercurio anunciaba la restructuración de la fundación Cema Chile. El organismo, creado en 1954 durante el segundo gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, tenía como objetivo “la ejecución de actividades tendientes a proporcionar bienestar espiritual y material a la mujer chilena”.
Bajo ese espíritu, el inserto titulado “Mensaje a la mujer chilena” decía: “Madres de Chile: el trabajo de todas nosotras será la primera piedra para comenzar el engrandecimiento de nuestra patria, el granito de arena que aportaremos nosotras para la paz y para el entendimiento entre nuestros hombres, que oyen la voz cálida de la madre o de la amada”.
La nota rescatada publicada a sólo un mes del Golpe de Estado, marcó el comienzo de lo que sería el órgano de poder de Lucía Hiriart, autoproclamada primera dama del Régimen liderado por su marido, Augusto Pinochet.

Utilizando a CEMA como su principal plataforma, Lucia Hiriart se propuso entregar herramientas para que todas las mujeres del país cumplieran adecuadamente el papel de dueña de casa, madre y esposa que les estaba destinado. Con esta misión y con su propio ejército de voluntarias compuesto por las esposas de la generales, oficiales y otros funcionarios del Régimen, Lucía creó en Cema un espejo del ejército con ella misma a la cabeza.

El organismo, que llegó a contar con 45 mil voluntarias, se configuró rápidamente como un aparato de propaganda de la Dictadura, a través de su revista Utilísima y de un espacio diario en Televisión Nacional para difundir las labores de la fundación. Aquí, imprimió su sello católico, ultra-conservador y antimarxista.

“A su influencia sobre Pinochet – y no sólo a la de Jaime Guzmán- se debe el tono moralista y católico-integrista que adoptó la dictadura”, se lee en Doña Lucía.
“Las preferencias personales de los dictadores, y en este caso de la esposa del dictador, marcan un sello. En esta dictadura quedó grabado ese énfasis integrista, católico y conservador que ella tenía. Era su impronta. Fue miembro de la acción católica, su madre era muy católica también y además por ese lado materno eran descendientes de uno de los obispos más conservadores que se opuso a la independencia de Chile”, explica Alejandra Matus.

La red de influencias que construyó Hiriart, su cercanía con personajes clave como Manuel Contreras y el poder que ejercía repartiendo cargos públicos e interrumpiendo carreras militares, forjaron a Cema como un símbolo del poderío de la primera dama y su influencia ejercida durante los 17 años de Dictadura.

La derrota del Si en el plebiscito de 1988 significó no sólo el ocaso del Régimen sino que también un giro en las funciones que hasta entonces se había ocupado Cema Chile.
Cema Chile era una entidad armada para controlar, a través de los centros de madres, el orden de las familias al interior del país. Para esos efectos fueron donados una gran cantidad de bienes fiscales en plena Dictadura y continuó siendo financiada por una serie de municipios vinculados a la derecha más pinochetista.

La intacta “caja chica” de la post-dictadura

Desde el 90 en adelante comenzó una lenta desafección de las mujeres de los militares y Lucía se fue quedando con un grupo muy reducido de personas que todavía le eran leales. “Más que nada gente que le tiene cariño, agradecimiento o adhesión”, señala Alejandra Matus.
Sin el propósito que le dio origen, es decir, sin poder actuar como plataforma política, Cema fue lentamente extinguiéndose como organización. Y es que ya no había actos cívicos militares, ni desfiles, ni actividades públicas que presidir.

A partir de este punto, Cema pasa a cumplir un rol de sustento económico de la familia Pinochet-Hiriart. Algo así como una cuantiosa “caja chica” destinada a financiar sus gastos personales, al margen del propósito para el cual se había creado esa institución.

La investigación penal por el Caso Riggs en 2007 tuvo una pequeña arista que golpeó a CEMA Chile. Por primera vez, se descubrieron una serie de operaciones financieras destinadas a mantener los gastos de la familia del ex comandante en Jefe. La estadía de Lucia Hiriart y su familia durante la detención de Pinochet en Londres en 1998, fue uno de ellos.
Paralelamente, y según consta en las actas del consejo de Cema Chile, el verdadero giro que mantuvo activa a la Fundación durante toda la post-dictadura fue su dedicación a la compraventa de inmuebles, particularmente de aquellos que habían sido cedidos gratuitamente por el fisco para el cumplimiento de sus fines sociales.

Las propiedades, distribuidas de Arica a Magallanes, se destinaban a la actividad inmobiliaria y los recursos se guardaban en cuentas corrientes y fondos mutuos. Además, pese a constituir jurídicamente una fundación, habría operado ilegalmente utilizando distintos rut. “Algo que nadie en este país, excepto Cema, puede hacer”, aseguran fuentes cercanas al caso.

Como toda persona jurídica sin fines de lucro, los estatutos que fijan los objetivos de toda entidad de este tipo deben cumplirse. En caso contrario, al carecer de la causa o motivo que los origina, pierden su estatuto de persona. Pese a que las señales eran más o menos evidentes, sólo hace algunos años el Ministerio de Justicia, órgano que fiscaliza a las corporaciones y fundaciones, comenzó a investigar desde este punto de vista los fines consignados en los estatutos de Cema y su respectivo cumplimiento.

Esta investigación se originó tras la publicación de una lista oficial elaborada por el Ministerio de Bienes Nacionales, donde constaba que 134 inmuebles fueron donados a Cema entre 1977 y 1989. “A ellos se agregan los casi 20 inmuebles que recibió en concesión la fundación, cuyo destino se desconoce”, consigna Ciper.

Después de un estudio del caso, el ministerio determinó que la entidad no estaba cumpliendo su misión originaria de desarrollar actividades tendientes a “proporcionar bienestar espiritual y material a la mujer chilena”. Por lo que solicitó la intervención del CDE para su disolución.

Aunque no todo sería tan fácil. Después de todo se trataba del último eslabón de la Dictadura.

Una conciliación “en la medida de lo posible”

El Ministerio de Justicia pesquisó además la existencia de dos fundaciones cascadas que compartían sus directorios con Cema Chile y que, según consta en sus propios estatutos, serían las beneficiarias legales de su patrimonio en caso de disolución. Es decir, aunque la marca Cema Chile cayera, los bienes seguirían estando asegurados a través del traspaso de los fondos e inmuebles a la Corporación Damas de la Defensa Nacional y Fundación de Apoyo Social.

Por esta razón, el ministerio de Justicia, habría solicitado la extinción de la personalidad jurídica de ambas instituciones antes de pedir la de Cema Chile. La estrategia era cerrar las cascadas antes que la fundación originaria para evitar así el traspaso. Si esto ocurría, al momento de disolver Cema, todo su patrimonio habría sido entregado directamente al fisco.

Esta semana, Cema Chile se sometió a una conciliación con el CDE donde se acordó la disolución del organismo y el traspaso de los bienes donados por el Estado. Esta jugada ha permitido el embargo de 1.526 millones de pesos y la expropiación de 41 propiedades. En la investigación, aún se siguen periciando 15 propiedades y las cuentas corrientes que permitirán regresar al fisco los fondos que hayan sido conseguidos por ventas de bienes nacionales.

Pese a la positiva recepción de esta medida, lo cierto es que según ha trascendido sólo se traspasarían 56 propiedades de las 134 que habrían sido donadas a Cema entre 1977 y 1989.

Fuentes de Radio y Diario Universidad de Chile cercanas a este proceso, declararon que bajo la administración ministerial actual existió la intención positiva de paralizar la estrategia original a favor de la jugada de la conciliación a objeto de postergar que la decisión de disolver la entidad se realizara a través de los tribunales de justicia.

En este orden, la conciliación podría ser una jugada para evitar las responsabilidades penales y civiles que puedan existir respecto de quienes conformaron el directorio de Cema Chile. Esto, porque quedaría de manifiesto la intención de defraudar al Estado a través de estas donaciones y al mismo tiempo de enriquecerse ilícitamente todo el tiempo que duró esta entidad.

Con todo, la Corporación Damas de la Defensa Nacional, como legítima beneficiaria de Cema Chile, podría reclamar y oponerse a la conciliación.

Aunque esta hipótesis es poco probable, con Lucía nunca se sabe.





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