Alicia Vega: de educadora a "artivista"

La investigadora que entre 1985 y 2005 realizó talleres de cine para niños en diversas poblaciones de Santiago, fue reconocida el pasado miércoles por Balmaceda Arte Joven. “Para nosotros Alicia representa la perseverancia de trabajar, a través del cine, en los espacios más vulnerados de Chile. Ella es una artivista en el sentido de ocupar el arte para la transformación personal y social", explicó Loreto Bravo, directora ejecutiva del centro cultural.

La investigadora que entre 1985 y 2005 realizó talleres de cine para niños en diversas poblaciones de Santiago, fue reconocida el pasado miércoles por Balmaceda Arte Joven. “Para nosotros Alicia representa la perseverancia de trabajar, a través del cine, en los espacios más vulnerados de Chile. Ella es una artivista en el sentido de ocupar el arte para la transformación personal y social", explicó Loreto Bravo, directora ejecutiva del centro cultural.

En el marco del Primer Encuentro Internacional de Artivistas, Balmaceda Arte Joven (BAJ) reconoció el trabajo de la educadora e investigadora Alicia Vega, quien entre 1985 y 2005 dirigió, de manera continua, un taller de cine para niños realizado en distintas poblaciones del país.

“Para nosotros Alicia representa la perseverancia de trabajar, a través del cine, en los espacios más vulnerados de Chile. Ella es una artivista en el sentido de ocupar el arte para la transformación personal y social”, indicó Loreto Bravo, directora ejecutiva del centro cultural.

Según la gestora, “el artivismo tiene que ver con empujar agendas políticas a través del arte”. Además, se relaciona con la capacidad de utilizar el arte en la educación.

“Son actividades que dislocan un poco la vida cotidiana y hay muchos colectivos en Chile y Latinoamérica que trabajan con esta lógica”, sostuvo Bravo.

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Por otro lado, Alicia Vega, indicó que su labor siempre estuvo motivada por los niños, quienes durante la dictadura vivieron carencias afectivas y sociales: “Los talleres siempre se hicieron con mucho rigor, tratando a los niños como si fueran estudiantes universitarios para que ellos pudieran valorizar su infancia en una época donde hubo mucho dolor”.

“En esos años yo inventé y esquematicé un programa para que ellos pudieran, a través de su creatividad, descubrir lo que era el movimiento. Este trabajo se ofreció en poblaciones marginales de Santiago. Entonces, nos ubicamos en las capillas que los párrocos nos prestaron. Ese era el único lugar amplio que había en una población y allí estábamos resguardados por el prestigio que tenía la Iglesia en ese momento entre los pobladores”, recuerda Vega.

“Además, en ese tiempo los niños no tenían ni televisión ni un medio económico que les permitiera salir a la plaza a tomarse un helado, por ende, los talleres les permitieron trabajar de forma gratuita con materiales de primer nivel”, agrega.

Alicia Vega estudió en el Instituto Fílmico de la Universidad Católica de Chile, dirigido por el sacerdote Rafael Sánchez. Su primer trabajo documental fue Las callampas (1958), cinta en la que participó como asistente. También fue profesora en la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile. Como investigadora ha publicado textos como Re-visión del cine chileno (1979) y Taller de Cine para niños.





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