La impunidad que favorece los malos comportamientos de los deportistas

  • 31-08-2017

Aunque mi tema no es propiamente el deporte, también soy un chileno que le gusta el fútbol y vibra con las grandes competencias deportivas.  Especialmente con los juegos olímpicos y aquellos que le dan cobertura a las diversas manifestaciones del atletismo, la gimnasia y tantos otros.

Soy también de aquellos cada vez más sorprendidos y admirados por  los contratos millonarios que reciben algunos cultores nacionales del fútbol en otras naciones del orbe. Que varios de ellos hayan inscrito su nombre como titulares de los más afamados y poderosos clubes mundiales y que en pocos años se hayan convertido en famosos y multimillonarios.

Valoro la sobriedad de algunos de estos privilegiados deportistas chilenos, pero realmente nos avergüenza el comportamiento de otros futbolistas o tenistas sin clase que se creen facultados para hacer lo que quieran con su dinero. Para protagonizar escándalos en restoranes, casinos y otros lugares de esparcimiento que los dejan muy mal parados  pero que, en definitiva, afectan el prestigio de nuestro país en el exterior.

No hay para qué nombrarlos, pero usted posiblemente los identifique muy bien cuando sus acciones son las primeras que golpean con notoriedad a los medios nacionales y extranjeros. Por sus bochornosos comportamientos generalmente  asociados al consumo irresponsable de alcohol y al desdén. El desprecio, que manifiestan por quienes los atienden en estos recintos públicos.

La historia es larga y vergonzosa al respecto, y sin duda está avalada con la impunidad que generalmente obtienen por sus despropósitos. Figuras que conducen en estado de ebriedad y causan, además, serios accidentes, pero que, por resultar tan importantes para la integración de nuestros seleccionados nacionales, logran escapar de la acción de la Justicia, pero sobretodo de la reprimenda y sanciones que debieran darle sus clubes y dirigentes del deporte.

En ningún ámbito del quehacer humano el dinero no puede ser un salvoconducto para hacer lo que se nos ocurra. Ni a los grandes empresarios y millonarios es posible tolerarles sus atropellos y excesos. Tampoco, por supuesto, debiera aceptársele a quienes son deportistas o atletas, cuyo estado físico es tan determinante en su rendimiento.

No se vale, por lo mismo que los que lucen la “roja de todos” tengan licencia para su mal comportamiento. Representar al país no es solo una cuestión que se mide en goles, partidos ganados o buenos puntajes en resistencia física o velocidad. La camiseta del país debe dar cuenta de los valores generales de los chilenos, de su nivel educacional y buenas costumbres. Nuestra Selección Nacional de Fútbol debe estar esforzando por llevarnos a todos al Mundial de Rusia y, por lo mismo, es inaceptable que uno de sus astros se permita nuevamente causar un escándalo en un casino de juegos y hotel, por mucho que ya se le haya tirado tierra al incidente. Muy loable sería que, algunos de estos pésimos ejemplos para nuestra juventud e imagen nacional fueran alguna vez seriamente sancionados por las autoridades del Deporte.

Así como desde estas líneas siempre hemos fustigado a los políticos o a los empresarios corruptos no podemos soslayar estos comportamientos también inadecuados y faltos de probidad. Mucho más cuando estos excesos no son atribuirles solo a la juventud o inmadurez de estos infractores, sino al dinero que pueden despilfarrar con sus cómplices y verdaderos parásitos que suelen acompañarlos y alentarlos en sus malas conductas.

Irrita comprobar que con todos los recursos económicos de estos famosos futbolistas no hagan un esfuerzo por instruirse y ejercer buenas acciones en favor de su país y compatriotas que los aplauden y alientan casi incondicionalmente. Sabemos, por supuesto, que tenemos casos de deportistas que gastan dinero en completar sus estudios, aprender los idiomas de los países en que viven y procurar razonablemente que sus descendientes no tengan nunca más que enfrentar la pobreza y la discriminación que ellos mismos  sufrieron en su niñez y adolescencia. Pero lamentablemente, parecen ser solo las excepciones entre este cada vez más amplio número de jóvenes deportistas que triunfa en el extranjero. Justamente en otro país latinoamericano supe de un futbolista que luego de ganar mucho dinero volvió a su país, se convirtió en un exitoso emprendedor y, sobre todo, dispuso de dinero para salvar de la miseria a muchos niños de su pueblo natal.

Pero así es que conocemos a otros que, incluso, habiendo obtenido todo lo que necesitaban para asegurar su vida y la de sus descendientes, terminaron pobres y arruinados por el alcohol, la droga y otros excesos. Truncando, además, su propia carrera deportiva y desprestigiando a su país.

Debe ser tarea, también, de los hinchas y de los periodistas deportivos, especialmente, acabar con el consentimiento y la impunidad de a estos incorrectos y soberbios personajes. Para que o nos sigan metiendo goles a nosotros mismos y atajando las sanciones que se merecen.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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