La tensión es atmosférica; parecida a la que existe segundos antes de que empiece una carrera en un hipódromo. A diferencia de caballos o yeguas, en el partidor color lúcuma se encuentran apostados cinco perros galgos, afirmados cada uno por un hombre distinto que los mantiene en su posición. Los animales tienen el hocico cerrado a la fuerza y la mirada fija en una bolsa que está a una distancia corta. Ésta se encuentra amarrada a un tirador que nace desde el otro lado de la pista, pasada la meta, a 250 metros.
Las puertas se abren y comienza la competencia. Son doce o trece segundos: en ese tiempo la bolsa es recogida con rapidez, los perros tratan de pillarla, los cinco alcanzan una velocidad similar –pero no falta el que se impone por sobre el resto–, las personas gritan desde las gradas y todo se termina cuando cruzan la línea final.
De eso se trata esta práctica por lo menos en el momento de la carrera. Minutos antes y minutos después la política suele asimilarse –otra vez– a la de la hípica, con apostadores y pagadores. No cabe duda que esta tradición tiene una raigambre en el mundo popular; pertenecen en específico al contexto cultural que se ha desarrollado en cierta fracción del campesinado, y como buena costumbre relacionada al trato con animales, podría enfrentar cuestionamientos el próximo 2018.
Sin rodeos
El inicio de este 2017 estuvo marcado por la actividad de grupos animalistas para impulsar la aprobación y posterior promulgación de la ley de tenencia responsable de mascotas. Ya avanzados los meses, más cerca de septiembre, comenzaron otra vez las campañas contra el rodeo, que cada vez son más frecuentes y que en esta oportunidad obtuvieron logros como la prohibición de la actividad en algunas comunas y, en otras, la reducción de su protagonismo para el aniversario de Fiestas Patrias.
Así, una batalla que quedó al debe fue la que buscaba vetar las carreras de galgos. A nivel internacional, se registra la experiencia que ocurrió en Argentina durante 2016, año en que fueron prohibidas en la totalidad del territorio, lo que provocó peleas afuera del Congreso trasandino y anuncios de juicios y este 2017, por último, las primeras detenciones a personas que las organizaron de manera ilegal.
Esa posta de veda la quiso tomar Animal Libre este 2017, pero su agenda estuvo cooptada nuevamente por la cruzada contra el rodeo, por lo que el plan para este 2018 es retomarla y poder visibilizarla en la opinión pública a través de acciones en el nivel legislativo.
De esta manera lo cuenta Mauricio Serrano, director ejecutivo y fundador de la ONG: “La iniciativa seguramente va a ir algo similar a lo que fue en Argentina, o sea, un proyecto de ley en esa materia, pero tenemos que resolver cuál puede ser la vía. Eventualmente dentro de alguna de las leyes actuales en torno a la protección animal. Quizás algún tipo de modificación que pueda hacer más a mediano o corto plazo. Eso vamos a evaluar este año”.
Un congresista que impulsó la ley de tenencia responsable de mascotas –que marcó un precedente histórico en el trato con los animales– fue el senador Guido Girardi. En conversación con Radio y Diario Universidad de Chile no opina en específico acerca de la prohibición de esta tradición, pero dice que “nuestra prioridad hoy día está en una reforma constitucional que establece derechos para animales y plantas, otro que establece que los animales dejen de ser cosas o muebles, otro que termine la cárcel animal y otro que termine la posibilidad de hacer experimentos con animales para fines cosméticos. Pero también vamos a apoyar iniciativas que tengan el mundo animalista, como el fin al rodeo y el fin de las carreras cuando puede haber situaciones de daño o de sufrimiento animal”.
Ahora solo queda esperar y ver cuál será la reacción del mundo rural y de la fanaticada de esta práctica luego de que no solo sean puestas en cuestión, sino que además reciban esta campaña en su contra.