El cambio generacional y la incorporación de las nuevas tecnologías al quehacer cinematográfico han sido factores que, con el paso del tiempo, han modificado las formas de pensar y hacer cine. Ante este nuevo escenario, el Festival Internacional de Documentales de Santiago (FIDOCS) decidió realizar para su versión número 21, una muestra de 58 películas, cuya principal característica es la experimentación.
De esta manera, el certamen, que se realizará entre el 9 y el 15 de noviembre, pretende dar a conocer el trabajo más reciente del cine actual: “En esta nueva versión de FIDOCS hay una muestra de todo lo que está pasando en el cine contemporáneo. Hay películas que son melodramas, que son comedias, que son ciencia ficción y otras que son muy experimentales, muy osadas, pero todas ellas tienen un lazo muy fuerte con lo real, con lo contingente y con la política”, comenta Antonia Girardi, jefa de programación FIDOCS.
“Entonces, para nosotros el cine documental ha evolucionado un poco hacia el cine de no ficción y eso es lo que nos interesa”, agrega Girardi quien además explica que en esta oportunidad el Festival decidió hacer una muestra mucho más acotada respecto de años anteriores, donde la programación llegó a las 100 cintas.
Por su parte, el director del certamen, Carlos Flores, sostiene que “durante estas 21 versiones de FIDOCS hemos descubierto cómo el documental ha ganado espacio”. En esta línea, el realizador afirma que actualmente “hay un agotamiento de la ficción”: “Este género ha entrado en una fase de comodidad y de letargo. No de toda la ficción, pero sí es algo que sucede”.
“Y, ante ello, el cine documental precisamente, por su condición un poco marginal, ha ido luchando por conseguir vincularse con el público de una manera nueva, porque no puede tomar los caminos de letargo de la ficción, y eso le ha dado una frescura y una especie de necesidad de experimentar”, afirma el realizador.
Nuevos tiempos, nuevos públicos y nuevos autores
Según Carlos Flores, el público del género documental también ha ido variando. Esto, principalmente por la accesibilidad de las tecnologías: “Hoy no hay nadie que no filme documentales con su teléfono celular, que no tenga un sistema de edición y pueda editar grabaciones de su cumpleaños, de sus viajes, en fin. Entonces, hoy nos enfrentamos a documentalistas”, dice.
Al mismo tiempo, el realizador indica que las nuevas generaciones de cineastas han desarrollado una característica común: la incorporación de sus subjetividades a las cintas. “Ellos no le tienen miedo al mundo subjetivo. Desde ahí pueden tener una mirada crítica de nosotros y del mundo social, y desde ahí pueden trabajar también en función de la transformación del mundo, que es un tema que a las generaciones antiguas no nos gustaba, porque considerábamos la subjetividad como algo pequeño burgués y no lo decíamos equivocadamente, porque era otra época. Pero esta generación no le tiene miedo a la subjetividad y creo que esa es una cosa muy sana”, recalca.
La selección
Dentro de la programación internacional del Festival se encuentran películas como Arabia de Joao Dumas y Alffonso Uchoa (Brasil, 2017), Caniba de Verena Paravel, Lucien Castaing-Taylor (Francia, 2017), Casa Roshell de Camilia Donoso (2017) y La vendedora de Fósforos de Alejo Moguillansky (Argentina, 2017), entre otras. Mientras en la selección nacional destacan cintas como El color del camaleón de Andrés Lübbert, Tierra sola de Tiziana Panizza y Robar a Rodin de Cristóbal Valenzuela Berríos.
Además, durante el certamen se realizarán distintos focos: uno dedicado a los Derechos Humanos y otro a Maite Alberdi, entre otros.
En esta ocasión, el Festival también contempla seis sedes, entre ellas, el Centro Cultural Gabriela Mistral, el Centro Cultural Casona Nemesio Antúnez de La Reina y el Centro Cultural de San Joaquín.