En junio de 2016, decíamos en este mismo diario que la inestabilidad que atravesaba la Unión Europea, y, en especial, Reino Unido, tras el Brexit, constituía una oportunidad para observar el comportamiento de divisas fuertes, como el dólar, euro, yen o la propia libra esterlina, pero que, al mismo tiempo, podíamos estar asistiendo al primer punto de inflexión para este tipo de dinero “fiat” -impreso a raudales por los Centrales del mundo desarrollado tras la crisis de 2008-, factores que conformaban un escenario ideal para la irrupción global del “bitcoin”, criptomoneda que, para ese entonces, se cotizaba en 600 dólares por unidad, habiendo subido más de 5.000% desde 2013.
Afirmábamos, asimismo, que la moneda digital era un fenómeno consistente con la revolución tecnológica -creada, por lo demás, casi en la misma fecha en que se desataba la crisis subprime (enero de 2009). y cuyas características de escasez, privacidad, seguridad, descentralización y conmutabilidad, si bien incentivaba su uso en operaciones fuera de la línea de observación de los Estados nacionales, parecía diseñada para ir reemplazando paulatinamente a las monedas “fiat”, por lo que su consolidación era un tema de aumento de la confianza pública, la que, probablemente, se iría ganando, mientras más actores validaran su uso e intercambio.
Desde esa fecha hasta hoy, el bitcoin ha seguido avanzando en las confianzas de los operadores y su última y más reciente alza se produjo hace pocos días, momento en que superó holgadamente la barrera de los US$ 7 mil por unidad, cifra que lo ha transformado en el medio de intercambio más rentable del conjunto de valores financieros ofertados, entregando una utilidad para sus tenedores que supera el 660% solo en lo que va de 2017: a inicios de año un bitcoin estaba en US$ 952, mientras la semana pasada alcanzó un “peack” de US$ 7.312,25.
Junto a decisiones políticas como las adoptadas en Rusia y EE.UU., con las que se aprobó su uso para operaciones de financiamiento de emprendimientos digitales, la semana pasada la Bolsa Mercantil de Chicago anunció que pretende lanzar, antes de que termine el año, un Índice de Precios de Bitcoins. La noticia que da una mayor formalidad a la divisa virtual volcó a los inversionistas a conseguir más bitcoins y, ahora, está pendiente solo recibir el visto bueno del regulador de EEUU, la Comisión de Negociación de Futuros (CFTC), previéndose que los nuevos contratos se liquiden en efectivo en base a la cotización de referencia del bitcoin (BRR).
Con este reconocimiento formal, algunos expertos esperan que el bitcoin busque los US$ 10.000 a principios de 2018 y que en los próximos cinco años supere los US$ 20.000, no obstante las claras advertencias de mayor regulación por parte de China, Corea del Sur, Rusia y EEUU. así como los avisos de “burbuja habemus” de expertos, y hasta del “Lobo de Wall Street”, Jordan Belfort, quien ve semejanzas entre estafas que él mismo cometió en los ’70 y ’80 y estas monedas.
La enorme escalada de valor de la moneda digital ha puesto en alerta a especialistas y operadores que nos recuerdan que su precio se sustenta básicamente en la confianza de sus usuarios -pues, como el dinero “fiat”, no sirve para nada en tanto valor de uso- y, no obstante que ya se asume que estos instrumentos basados en “ceros” y “unos”, llegaron para quedarse, se advierte que razones endógenas, como la reciente división (24 de octubre) de la “cadena de bloques” (blockchain) que dio origen a una nueva alternativa llamada “bitcoin gold” y que hizo caer la moneda en casi 4,5%, añadida a una fragmentación anterior, producida en agosto, y que generó las llamadas “bitcoin cash”, pueden terminar por afectar sus aumentos de precio, y/o provocar una caída que podría dejar miles de heridos y muertos en su estallido.
El Bitcoin se basa en un software de código abierto que cualquiera puede copiar, modificar y poner en ejecución, pues una división o “fork” -en el lenguaje criptoeconómico- no tiene más ciencia que la existencia de un programa similar al original y una comunidad de desarrolladores detrás, soportándolo. El bitcoins gold es, pues, un clon de la versión original, aunque operará con reglas distintas, buscando mantener su descentralización original, de modo que la red, diseñada para ofrecer igualdad en el envío de pagos digitales alrededor del mundo, sea más accesible para una mayor cantidad de usuarios.
Según afirman sus desarrolladores en el sitio web, la innovación de Bitcoin Gold hace que sea más fácil para las personas sin hardware especial “hacer minería” y extraer el activo digital. Así, en lugar de poderosas máquinas de minería llamadas ASICs usadas en bitcoin por los “tenedores duros”, los usuarios podrán extraerlas con tarjetas gráficas de juegos estándar, similar a cómo se hace la minería con Ethereum. Tras esta división o “fork”, los propietarios de bitcoins recibirán un bitcoin gold por cada bitcoin original, asumiendo que sus billeteras o intercambios respaldan la nueva creación.
Pero el bitcoin gold ya enfrenta obstáculos, pues Coinbase, uno de los mayores traders de criptomonedas en línea, ha dicho que no lo admitirá debido a dudas sobre su software. Coinbase tampoco intercambia bitcoin cash, aunque permitirá que los usuarios lo retiren de sus “billeteras” a partir de enero, ya que los propietarios de bitcoin recibieron automáticamente el bitcoin cash después del primer tenedor
Si bien la independencia de cualquier autoridad central sigue siendo parte del atractivo del bitcoin, su destino no escapa a las decisiones de los llamados “tenedores duros” cuando emergen visiones diferentes dentro de la comunidad de criptomonedas. En efecto, los mineros y desarrolladores de bitcoins se han visto envueltos en diversos debates sobre actualizaciones de su protocolo que apunta a acelerar y/o masificar las transacciones.
Esta división del “blockchain”, el sistema que está en la base de este tipo de productos, genera nerviosismo entre los inversionistas, hecho al que se suman reportes de que el sitio de internet en el que se sustenta el nuevo proyecto de las “bitcoin gold” salió por momentos de operación, luego de un ataque DDoS, según informó la consultora especializada CoinDesk. Un ataque DDoS es una maniobra realizada por hackers que desvía tráfico masivo desde varios orígenes hacia un sitio web en particular para saturarlo y de este modo hacerlo colapsar.
Así como cualquier otra lucha por el mercado, divisiones o “forks” adicionales parecen inminentes, pues, no solo ya hay listadas más de 800 criptomonedas en Coinmarketcap, sino que el blockchain bitcoin original, ha visto emerger entre sus bloques un total de nueve “forks”, una cifra nada irrelevante para una corta vida iniciada en enero de 2009: Litecoin (Oct’11), Dash (Ene’14), Bitcoin XT (Ago’15), Bitcoin Classic (Feb’16), Zcash (Oct’16), Bitcoin Unlimited (May’17), Bitcoin Cash (Ago’17), Bitcoin Gold (Oct’17), cada uno de los cuales, además, se diferencian en base a la compatibilidad con la versión anterior.
Con la complejización creciente de este mercado resulta obvio que no todas sobrevivirán a largo o mediano plazo, y es muy difícil saber cuáles de ellas lo harán después de un eventual pinchazo de burbuja. En todo caso, en el sistema tiene también la llamada cripto-reconciliación que no es otra cosa que la reversión de las divisiones o “forks” ya producidos, permitiendo que los diferentes “hijos de Bitcoin” puedan reencontrarse y aunar fuerzas, reintegrándose a un único Bitcoin, criptomoneda que, hasta hoy, es la mejor posicionada por marca y market share, no obstante la fuerte competencia de Ethereum.
¿Hay una burbuja bitcoin? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que mientras haya un grupo que lo valide y valore, el bitcoin tendrá el precio que surja de su oferta y demanda (escasez) al interior de aquel, así como un valor de cambio muy relacionado con el número, calidad y novedad de los bienes y servicios posibles de comerciar con tales criptomonedas.