El pasado 24 de noviembre, se cerró el plazo formal para recibir las ofertas de compra por el Canal del Fútbol (CDF) y los derechos de transmisión del fútbol chileno. El consejo de Presidentes de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP) decidió desprenderse del canal que actualmente es propiedad de la misma Asociación en un 80 por ciento y de la empresa Gestión de Televisión, de Jorge Claro, que posee el 20 restante.
Los motivos de ese desprendimiento se supone que provienen del incomprensible poco interés por auto gestionar un negocio exitoso, en franco crecimiento, que no posee competencia alguna y que tiene garantizado a los “clientes” más fieles… los hinchas. Porque para nadie es misterio que las principales entradas económicas del CDF provienen de los abonados de televisión por cable y que con la apertura del internet ese nicho ha crecido y seguirá al alza. Por otra parte, la publicidad ligada al fútbol también está garantizada pese a los vaivenes del sector y esa es otra arista monetaria de gran valor para quienes poseen los derechos de transmisión.
Entonces resulta sospechoso que con ese auspicioso panorama los dueños de los clubes hayan optado por vender antes que gestionar. Y uno supone que quizá esa decisión tenga mucho que ver con el tiempo que planifican estar en sus cargos y mantenerse ligados al fútbol. Quizá quieren recuperar y ganar rápido por si las cosas cambian y su vocación empresarial, los “obliga” a pasarse a otro rubro. Al fin que muchos no tienen ningún interés en el desarrollo deportivo y ni siquiera son aficionados de los propios equipos que gestionan. Pero eso vendrá después porque por ahora nadie piensa en la salida si no en concretar la venta y en la repartición. Ahí está el foco.
La ANFP informó oportunamente que ya se recibieron todas las ofertas y el diario El Mercurio reveló de manera extra oficial, que las compañías que habrían presentado propuestas son: FOX, Turner, Liberty y City Venture Capitals. Ahora serán evaluadas por un comité compuesto por 12 representantes de los clubes, quienes posteriormente sugerirían al Consejo la mejor alternativa para el fútbol chileno. Después será votada, incluyendo a las otras propuestas, por todos los presidentes de los equipos. La opción más votada será la ganadora.
Es decir, que nada obliga a los presidentes a votar por los mejores intereses del fútbol chileno y nada asegura tampoco, que la propuesta diseñada y elegida por el directorio comandado por Arturo Salah sea, al menos, la elegida por la mayoría del Consejo. El bienestar del fútbol está en sus manos y eso no deja de ser injusto y molesto. Los dueños de los equipos decidirán que hacer con el capital más importante de nuestro fútbol y que además se encuentra tan estrechamente vinculado con la pasión del hincha. Sin abonados no hay valor en el CDF y sin hinchas no hay fútbol Esa es la parte que olvidan los grandes grupos presentes en la convocatoria de venta.
Por parte del directorio o el presidente tampoco se han visto propuestas que sugieran avances o cambios en el diseño original de la repartición de las platas de la venta (que solo asigna porcentajes) ni en las obligaciones adquiridas por los clubes si reciben ese dinero. No hay tan siquiera una recomendación sobre en que áreas invertir o cuales exigencias de calidad deberán cumplirse después de la inyección económica. Es evidente la ausencia de un interés común y un plan de trabajo que cubra las necesidades y aspiraciones de los hinchas. Todo queda sujeto al interés individual y así el fútbol sigue dependiendo de los buenos y los malos dirigentes. Al igual que casi todo en el país, el fútbol chileno carece de un proyecto nacional que nos enfoque en objetivos comunes y solidarios y que muestre las rutas reales por las que se avanzará para lograrlos. Somos egoístas y ansiosos. Por eso quizá es que no podemos desarrollar bien prácticamente nada.
Nuestro Campeonato de primera es desprolijo en lo administrativo y pobre en lo deportivo. Los torneos cortos no ayudaron a fomentar y desarrollar los proyectos que eran (y son) necesarios para nuestra realidad. La necesidad de resultados a corto plazo rompe todos los procesos antes de tiempo. La inmediatez y la búsqueda de ganancias ha atentado visiblemente contra la formación y contra el desarrollo deportivo de nuestros futbolistas.
La Primera B perdió el dinamismo y la competencia por el absurdo sistema de ascenso y descenso de categorías que asegura un negocio cerrado para los dueños. Con ello ha perdido también el incentivo asociado a la movilidad y al sueño de crecer y subir tan característicos del hincha y el socio. En cambio se ha vuelto un buen lugar para negocios de medio pelo y empresarios de ocasión. Por supuesto todos atentos a la venta del CDF y a la repartija.
Pero ahí no termina el problema porque mirando hacia abajo también hay un embudo que limita la participación en nuestro fútbol. Porque si bien un equipo baja de nivel, existe una regla que determina que el que sube de la Segunda Profesional debe indemnizar económicamente al que bajó. Conociendo la realidad de nuestro deporte esa “cuota” aparece como infranqueable para algunas instituciones que no logran ver gratificado con un ascenso su enorme esfuerzo en la cancha.
Y todavía más abajo es lo mismo porque la Segunda Profesional es otro filtro inventado por los mismos dueños, para evitar que los asociados de la Tercera (el sector amateur) tenga la ilusión de aspirar a meterse en su “negocio”. Aún más, desde hace tiempo el fútbol de menores está estancado y por presupuesto ni siquiera juegan todos contra todos. Por eso, el nivel de competencia es bastante mediocre y el torneo termina siendo aburrido ya que los jóvenes muestran atrasos notorios en su desarrollo.
Pero no hay que olvidar que todo esto lo decidieron los mismos que hoy deciden el destino del CDF y que son los mismos que pusieron a Sergio Jadue en la presidencia ¿Alguien pensó en el nivel de la competencia y el espectáculo ofrecido? ¿Algún dirigente defendió entonces lo mejor para el fútbol chileno? ¿Por qué deberíamos confiar ahora?
Lo más curioso es que la Selección quedó eliminada del mundial en un despilfarro de talento, que desde hace tiempo nuestros equipos hacen el ridículo en los torneos internacionales y que pese a las reconocidas dificultades nuestro fútbol sigue siendo un tremendo negocio.
Se pone a la venta el CDF y pese a todas las pobrezas deportivas llueven las ofertas. Entonces la pregunta sale sobrando ¿No habría que pensarlo mejor?