Las 42 termoeléctricas de Michelle Bachelet

Desde el mundo ambiental siguen los reparos al premio ambiental que recibió la Presidenta. Para el director de Greenpeace Chile, Matías Asún, al galardón es un "incentivo" para que Chile abandone la línea extractivista que impera.

Desde el mundo ambiental siguen los reparos al premio ambiental que recibió la Presidenta. Para el director de Greenpeace Chile, Matías Asún, al galardón es un "incentivo" para que Chile abandone la línea extractivista que impera.

Recientemente la Presidenta Michelle Bachelet fue condecorada con el máximo premio medioambiental de la Organización de Naciones Unidas “Campeones de la Tierra”. Sin embargo, durante sus dos mandatos la autoridad se caracterizó por otorgar permisos para que compañías nacionales e internacionales pusieran en marcha plantas generadoras de electricidad que utilizan carbón como combustible.

Durante su primer gobierno, entre los años 2006 y 2010, se aprobó la cifra récord de 42 termoeléctricas, si bien no todas están vigentes y utilizan derivados del petróleo o carbón para funcionar, sí marcaron hasta el día de hoy a los habitantes de las llamadas zonas de sacrificio colindantes. En el segundo mandato, fueron dos las generadoras autorizadas que actualmente mantienen su funcionamiento.

Para el director de Greenpeace Chile Matías Asún, este recorte en los permisos se debió principalmente a la presión ciudadana y a la baja en los precios de las energías renovables no convencionales.

“En términos generales el estándar fue muy bajo, en relación a los otros políticos candidatos al premio. Se trata de un premio simbólico y, más que un reconocimiento, es un llamado a que continúe en este camino. Yo creo que esto obedece a la mayor conciencia ciudadana sobre los anuncios, pero quiero insistir que la Presidenta Michelle Bachelet ha ido en la dirección correcta. Las políticas aún son incompletas, insuficientes, pero aún tiene cuatro meses para realizar cambios sustantivos”, afirmó.

Es importante subrayar lo que ocurrió en la Central Campiche de AES Gener en 2009. El proyecto contó con un férreo respaldo estatal, además de un intenso lobby de la embajada de Estados Unidos y, pese a la oposición de la comunidad,  encontró la fórmula de burlar un fallo de la Corte Suprema que ordenó la paralización de sus obras. Hoy los habitantes de la comuna de Puchuncaví, región de Valparaíso, continúan pagando las consecuencias.

Dentro de las termoeléctricas a carbón en funcionamiento, destaca la ampliación otorgada hace dos años a la central Guacolda en el Valle del Huasco, una más de las cinco que funcionan con combustible fósil en esa área.

Para el académico de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile Roberto Román si bien existieron más autorizaciones en el primer mandato de Michelle Bachelet, en el segundo, se vieron restringidas producto de la nueva estrategia energética y la conveniencia económica de las Energías Renovables no Convencionales que, según el experto, sorprendió a todos.

“En ese periodo aún persistía mucho la visión convencional de que la solución de la generación eléctrica estaba en fuentes como el carbón y la construcción de grandes hidroeléctricas, entre otras. En el nuevo período se produce un cambio radical, se analiza el sistema eléctrico, las ofertas de energías renovables, tanto así que en la práctica no van a haber nuevas centrales a carbón, porque ya no compiten por costos, además son demasiado contaminantes, así que tampoco cumplen con las normas ambientales”, subrayó.

Según cifras oficiales, el parque termoeléctrico a carbón en Chile constituye el 22 por ciento de la capacidad instalada de generación eléctrica, constituido por 29 centrales.

Las termoeléctricas a carbón se encuentran ubicadas en ocho comunas del país, pero su impacto ambiental sobre los territorios y la salud de la población se concentran en solo cinco comunas: Tocopilla con siete unidades; Mejillones con ocho; Huasco con cinco; Puchuncaví con cuatro y Coronel con tres. En todas estas comunas se superan las normas de calidad del aire y han debido ser declaradas zonas saturadas de contaminantes atmosféricos y sometidas a planes de descontaminación. El más reciente es el de Coronel, cuyo plan de descontaminación se encuentra en fase de elaboración.





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