Las claves para entender la crisis desatada por vocero del Banco Mundial

La retractación de Paul Romer quitó el piso a los dirigentes políticos que salieron a condenar el hecho a pocas horas de haber ocurrido. En la comunicación estratégica estos casos se conocen como ‘whistleblowers’: personas que realizan una especie de denuncia sin ocultar su identidad y que deben ser tomados con precaución, pues a veces declaran motivados por intereses muy propios.

La retractación de Paul Romer quitó el piso a los dirigentes políticos que salieron a condenar el hecho a pocas horas de haber ocurrido. En la comunicación estratégica estos casos se conocen como ‘whistleblowers’: personas que realizan una especie de denuncia sin ocultar su identidad y que deben ser tomados con precaución, pues a veces declaran motivados por intereses muy propios.

Cada vez se abren más cuestionamientos respecto del episodio ocurrido en el Banco Mundial, luego de que su economista jefe, Paul Romer, se retractara de los dichos iniciales sobre cifras que habrían afectado el panorama de inversión en Chile tras un manejo supuestamente malintencionado. “Hice comentarios sobre el informe Doing Business que daban la impresión de que yo sospechaba de una manipulación política o una parcialidad. Esto no fue lo que quise decir”, escribió en su blog este lunes.

El nuevo escenario dejó en tierra de nadie algunas declaraciones del oficialismo -las menos cautas- como aquellas que elucubraron una estrategia emanada desde la derecha para desestabilizar al gobierno. El principal apuntado fue Felipe Larraín, economista que es parte del consejo asesor de este ranking.

Desde  el prisma de la comunicación estratégica se puede observar este caso como el del famoso ‘whistleblower’, o denunciante. Se trata de una persona que conoce bien de cerca una organización y que, por medio de un testimonio a cara descubierta, pone en riesgo la reputación corporativa de la misma.

Acorde a la literatura, lo que se debe hacer en estos casos es mirar con detenimiento las palabras de la denuncia. Sin embargo, Fernando García Naddaf, analista de comunicación política y académico de la Universidad Diego Portales, explicó que habría resultado muy difícil no creerle a Paul Romer, precisamente por ostentar un cargo fundamental dentro del Banco Mundial, que lo autorizaba a criticar, entre otras cosas, el trabajo de sus subordinados.

“Se registra una disociación entre la acción pública, que representa la institución, y su acción privada, como si estuviera actuando en privado desde la institución. Nos habla como si no estuviera investido en su cargo pero se le da una tribuna en virtud de esa investidura. Esto tiene que ver con la disolución de las instituciones que estamos viendo, por lo menos, hace veinte años”, dijo.

La manipulación del ranking como factor de la derrota

La tesis de la manipulación de los datos se constituyó en varios sectores del oficialismo como el “punto final” de una estrategia de la derecha contra la Presidenta, hecho que, tal como se manejaba hasta antes de la rectificación, habría sido determinante en la derrota del candidato de la Nueva Mayoría en la segunda vuelta de la elección presidencial.

Claudia Heiss, académica del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, indicó que esta mirada le parece exagerada.

“Yo no creo realmente que la gente hubiera votado más por la continuación del gobierno si no hubiera sido por este informe. No creo que haya tenido ese peso que algunas personas le intentaron dar. Sí creo que puede haber tenido efectos en la inversión, en la mirada desde el mundo económico hacia Chile y, en ese sentido, es importante que se investigue y se sepa qué fue realmente lo que pasó”, argumentó.

Carlos Correa, experto en comunicación estratégica y ex subdirector de la Secretaría de Comunicaciones (Secom) de Bachelet durante este período, coincidió en esta suerte de sobrerreacción por parte del oficialismo, incluida la elucubración respecto de las influencias que habrían tenido estos indicadores económicos en la elección presidencial.

“Echar la culpa de la derrota sonaba bonito. El problema es que, como pasa muchas veces con los ‘whistleblowers’, los relatos empiezan a desarmarse después. La gente que actúa como tal tiene su propia agenda; no siempre es la verdad. Lo que demuestra esto es que el gobierno en términos de comunicación anda con la brújula perdida. De hecho, el director de la Secom se tomó vacaciones y dijo que no volvía”, expresó.

Por último, afirmó que no ve “a la derecha chilena con influencia en lo que decida el Banco Mundial, que aplaudió las reformas como la tributaria, y por tanto es una institución que más bien ha sido proclive”.

 





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