El fin de la espera: crónica de la primera eutanasia colombiana

Ocurrió en 2015 y el protagonista fue el padre de ‘Matador’, un caricaturista reconocido en ese país. Aquí, el dibujante entrega su relato acerca de cómo fueron esos días para la familia, para él y para su progenitor.

Ocurrió en 2015 y el protagonista fue el padre de ‘Matador’, un caricaturista reconocido en ese país. Aquí, el dibujante entrega su relato acerca de cómo fueron esos días para la familia, para él y para su progenitor.

La fecha de la eutanasia de Ovidio González estaba fijada para el 26 de junio de 2015. Era el primer ciudadano que recurriría a esta medida, luego de que un año antes se diera el visto bueno para aplicarla en los servicios públicos de salud colombianos. Su familia lo acompañaba en la clínica, listos para presenciar esta especie de hora final. Pero cinco minutos antes de que comenzara el proceso, llegó una orden para cancelar.

–Mi papá iba a la cita más importante de su vida. Sin embargo, un médico que formaba parte de los que tenían que aprobar esta decisión, no lo quiso hacer por cuestiones religiosas –dice Julio César González, o ‘Matador’, caricaturista famoso del diario El Tiempo de Bogotá.

Ese día no habría muertes.

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El cáncer de Ovidio se apreciaba de cerca y de lejos. Atacaba específicamente los huesos cercanos a su boca. Había sido detectado en 2010, y tras una serie de intervenciones quirúrgicas, quimioterapias, su rostro se desfiguró, como si la garganta empezara a aspirar, lento y hasta tragarla por completo, esa mejilla del lado izquierdo de la cara.

Después de ese momento, ‘Matador’ cuenta que su padre vivió durante cinco años con una relativa calidad de vida. Todo hasta 2015, cuando la enfermedad volvió a tomar fuerza y el dictamen médico indicó que se trataba de un asunto terminal.

–Mi papá padecía de muchos dolores en el cachete, que no los paraba ni con morfina. En un minuto, el solo hecho de comer era un suplicio. El cáncer le estaba comiendo la cara. Entonces un día me llamó y me compartió su determinación.

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Los países europeos que tienen autorizada la eutanasia son Luxemburgo, Bélgica y Holanda. Estos dos últimos la permiten para pacientes con trastornos mentales. Colombia, por su parte, fue el primero que legisló a su favor en Iberoamérica, dejando fuera el apartado que permitiría el acceso de personas depresivas o con una patología similar.

Esta misma semana se publicó el caso de un anciano de 91 años, al que la Corte Constitucional de ese país le negó la ‘muerte digna’ por no poseer enfermedad terminal alguna. Comunicaron que se debía “distinguir entre una situación dramática pero superable, de una situación trágica que imponga cargas heroicas frente a los sufrimientos que comprometan gravemente la posibilidad de existir en dignidad”.

En Chile no hay modo de acceder a la eutanasia por el conducto regular. El diputado del Partido Liberal, Vlado Mirosevic, es el que ha manifestado con mayor claridad su intención de re impulsar un proyecto de ley que la despenalice. En aquella propuesta, se establece que la medida abarcaría a aquellos pacientes que se encuentren en un “estado de sufrimiento físico o mental constante e insoportable”, que no puedan ser “apaciguados” por la ciencia médica.

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Ni el padre ni el hijo sabían, en ese instante, que la eutanasia ya era legal en Colombia. Julio César González relata que después del llamado de Ovidio, contactaron a un doctor que la practicaba “al filo de la ley”.

–Era ilegal, pero se podía acceder con el consentimiento del paciente –dice.

No fue necesario recurrir al clandestino. Al poco tiempo, una abogada amiga de la familia se contactó con ellos y les comentó que ya era exigible a los servicios prestadores de salud. El primer paso fue recurrir a esa instancia para solicitar el proceso. Luego les tocó lidiar con las filas de psicólogos y psiquiatras que debían verificar que la decisión estaba siendo tomada por alguien que se encontraba dentro de sus cabales. La opinión pública, en tanto, se manifestaba por todas partes.

–Había gente nos tachaba de asesinos. En redes sociales me insultaban mucho, pero a mí no me importaba, porque mucha gente también nos apoyaba. Estábamos luchando contra un gigante poderoso, y se nota que la sociedad es muy religiosa.

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La contingencia es lo que es. Ni más ni menos. Si no fuera por Paula, la joven de Talca que se quema, se retuerce y exige desde su cama una muerte pronta –como lo mostró un artículo de El Mostrador–, esta discusión legislativa seguiría descansando en la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados.

En Colombia fue algo parecido. Alejandro Toro, presidente de la Fundación Avanza Colombia, relata que la eutanasia rondaba por los pasillos del Congreso Nacional desde 2008, a lo menos. Se inició por otro anciano que había pasado los 90 años.

–Su calidad de vida había menguado a puntos casi insostenibles en el dolor. Se hizo la propuesta de que el legislativo presentara una ley donde se autorizara, pero salieron cantidad de marchas de organizaciones cristianas y católicas que lo rechazaban –dice.

En 1997 la Corte Constitucional de ese país había animado al Congreso Nacional “para que en el tiempo más breve posible (…) regule el tema de la muerte digna”. Pero la sociedad conservadora, y el temor a perder cierta cantidad de votantes, hicieron posponer la idea de llevar a cabo la confección de un reglamento.

Según Toro, el hecho de que exista esta política no significa que la eutanasia esté asegurada en la salud pública colombiana. Los mismos grupos religiosos que se opusieron durante esos años podrían recuperar terreno político y cambiar el escenario.

–Existen actualmente unas propuestas que harían un retroceso en estas decisiones, que es el poder que han ido tomando las iglesias cristianas dentro del poder legislativo. Estamos ad portas de elecciones de congreso y presidenciales, y algunos candidatos han asumido como bandera derrumbar estos logros de las organizaciones sociales ­–acota.

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Ovidio González fue ingresado un jueves por la noche a un centro clínico de la ciudad de Pereira. ‘Matador’ cuenta que la eutanasia se planeaba para la mañana del día siguiente. Pasó esa noche dormido. Al lugar llegaron muchos familiares: hijos, sobrinos, nietos y amigos. Se la pasaron acordándose de chistes del gran padre.

Ocho y media AM. Viernes 3 de julio de 2015. Primero aplicaron sedantes. El cerebro se desconectó: el paciente dejó de soñar. Luego le introdujeron un relajante muscular, en dosis letales. Se apagó lentamente, hasta que se escuchó ese típico aparato de las películas.

–Cuando sonó, yo lo único que hice, y que no había hecho en toda mi vida, fue darle un beso en la frente. Algunos aplaudimos, como cuando despega un avión. Entendimos que debía irse para que no sufriera más.

Esta fue la caricatura que hizo circular Julio César González luego de la muerte de su padre por eutanasia.

Esta fue la caricatura que hizo circular Julio César González luego de la muerte de su padre por eutanasia.





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