Los Perros : El relato de una clase


Aún se encuentra en cartelera el segundo largometraje de ficción de Marcela Said, quien se dió a conocer por sus interesantes documentales “I love Pinochet” (2001), “Opus Dei, una cruzada silenciosa”(2006) y “El Mocito” (2010), este último co dirigido junto a Jean de Certeau. En su trabajo como documentalista, la realizadora se caracterizó por ser capaz de mostrar la otredad con habilidad y riesgo, utilizando los recursos cinematográficos para enfatizar las denuncias y presentar su mirada crítica al discurso de los protagonista de sus películas. Defensores de Pinochet, miembros del Opus Dei y este dificil personaje que asistió, encubrió y quizá participó en delitos de lesa humanidad y que protagoniza “El mocito”, quedan todos expuestos en el discurso cinematográfico de Said. En su paso a la ficción la realizadora ha escogido un lenguaje mucho más sofisticado formalmente y también más ambivalente en terminos de su propio discurso frente a la moralidad de los personajes.

Ya en “El verano de los peces voladores” (2013) Said se adentraba en la construcción de una narración desde la clase más rica de nuestro país, aquellos que han sido beneficiados con el modelo neoliberal impuesto por la dictadura y que lo administran con eficiencia asegurando su permanencia. En ese primer largometraje de ficción la cineasta armaba su historia desde la mirada de la hija adolescente de una familia terrateniente en el sur de Chile, que observaba con cierta conmoción, pero siempre desde una segura distancia, como el conflicto del Estado chileno con el pueblo mapuche podía llevarse la vida de algún sirviente mientras su padre intervenía y cercaba las tierras originarias. Esa distancia se supera bastante en “Los Perros” aunque para el espectador sigue siendo un desafío empatizar con su protagonista: Una mujer que juega a ser independiente mientras sigue instrucciones de todos los hombres que la rodean y es incapaz de superar los mandatos de su clase.

“Los perros” llegó a la cartelera en nuestro país después de estrenarse en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes y recibir premios en el Festival de San Sebastián. La cinta está filmada con elegancia y eficiencia en donde vale la pena destacar el trabajo de fotografía y especialmente las actuaciones de Antonia Zegers, Alfredo Castro y Alejandro Sieveking. En la película Zegers interpreta a Mariana, una mujer de 42 años de edad que de a poco va descubriendo que los horrores cometidos durante la dictadura están mucho más cerca de ella de lo que imaginaba. En este recorrido, impulsado por la curiosidad y por cierta rebeldía ante su propio estatus, Mariana se ve enfrentada a cuestionar los orígenes de su propia comodidad.

La cinta crea un notable retrato de clase, especialmente de esas mujeres que han escogido transformar la ignorancia en indiferencia -por temor a perder sus privilegios- generando incomodidad en el espectador, y quizá cierta indignación frente a el retrato de un país que sigue manteniendo redes de protección y silencio frente a las brutalidades de la dictadura. La apuesta de Said es nuevamente poner a sus personajes en evidencia, aunque sin hacer -desde el discurso cinematográfico- juicio sobre ellos. Eso será, en las salas, responsabilidad de cada espectador. Y fuera de ellas, una tarea que, como sociedad, aún está pendiente.





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