El precio del cobre ha experimentado sucesivas alzas en la Bolsa de Metales de Londres y ha estado recuperando lo perdido en días previos, en medio de un aumento en las posiciones especulativas debido a previsiones de una mayor demanda del metal rojo por parte de China.
En efecto, no obstante recientes alzas de los stocks en la plaza londinense -que superaron esta semana las 359 mil toneladas métricas- las ascendentes estimaciones de demanda por metal rojo de China, el mayor consumidor del mundo, están impulsando sus precios, tras conocerse positivos datos de alzas del valor de las viviendas, mayor crecimiento y a la espera de un consecuente incremento en la demanda del metal.
Aunque el dato de las reservas de cobre en China (Shanghai) se conocerá este jueves, analistas sectoriales aseguran que se ha estado observando una relevante caída de esos inventarios, hecho al que se suma el crecimiento de las posiciones especulativas, que, en Londres, casi llegan a las 60 mil la semana pasada, un proceso que se registra desde inicios de abril, reflejando que el mercado está apostando a un valor del cobre en ascenso, o, al menos, que habiendo tocado piso, debería retomar una tendencia alcista hacia precios parecidos a los de comienzos de año. Como se sabe, el cobre se ha estado cotizando en el orden de los US$ 3,14 la libra spot, mientras los contratos futuros a tres meses han cerrado en alrededor de US$3,16 la libra física.
Estas buenas noticias para la caja fiscal de Chile han ido aparejadas de una clara tendencia del dólar a sostenerse bajo la barrera de los $600, lo que, si bien resulta favorable para contener la inflación y mejorar el consumo, afecta a una serie de exportaciones en el margen. En los últimos días, el billete verde se ha ubicado en el orden de los $595, contrastando con la estabilidad y cierta tendencia a su valoración a nivel internacional. Como se sabe, este comportamiento está muy correlacionado con el aumento del precio del metal rojo. Los analistas creen que esta caída está en línea con los fundamentos y proyecciones, las que estiman un tipo de cambio interno en el orden de los $600 este año.
Las buenas noticias, empero, podrían ser por poco tiempo, en la medida que el mayor exportador de petróleo del mundo, Arabia Saudita, ha declarado que espera ver precios del petróleo por encima de los US$80 o incluso hasta en US$100 dólares próximamente, expectante ante las alzas registradas en el precio del crudo en las últimas semanas, a raíz de las tensiones geopolíticas derivadas de la intervención de EE.UU., Inglaterra y Francia en Siria.
La cotización del barril Brent, de referencia en Chile, ya se sitúa cerca de los US$73, nivel que superó la semana pasada por primera vez desde 2014. La del barril West Texas, de referencia en EE.UU., en tanto, se acerca a los US$68, similar al valor que los nuevos futuros de petróleo de la Bolsa de Shanghai (denominados en yuanes) han alcanzado recientemente.
Analistas han advertido que llegar a los US$100 sería inviable si la OPEP decidiera en junio próximo abandonar los recortes de producción vigentes desde el inicio de 2017. De allí que las declaraciones de Arabia Saudita se interpreten como una evidente declaración de intenciones de Riad de renovar el acuerdo restrictivo hasta 2019, no obstante que los países productores ya están cerca de alcanzar el propósito previsto de los recortes iniciales, es decir, reducir los stocks de crudo de países desarrollados a la media de los últimos cinco años.
Otro factor relevante que podría impulsar el valor del petróleo -afectando los costos de producción de países que, como Chile, no cuentan con esa materia prima- es la decisión saudí de sacar a la Bolsa a Aramco, su petrolera estatal, pues, su precio de mercado depende del valor del crudo, y, en consecuencia, las autoridades saudíes se han transformado en claras defensoras de una línea dura respecto de los recortes de producción, pues, un suministro menor eleva los valores del “oro negro”, reforzando así el atractivo de mercado de la estatal Aramco.
Así y todo, como la economía tiene efectos multidireccionales, una eventual alza petrolera desproporcionada favorecería el auge del shale oil’, más flexible que el crudo tradicional a la hora de reaccionar a los vaivenes en el precio. Y con un barril Brent por encima de los US$70, la producción de este petróleo no convencional ya se ha elevado por sobre los diez millones de barriles diarios en EE.UU. -un récord desde los 70- alcanzando niveles cercanos a los de potencias petroleras como Rusia o la propia Arabia Saudí.
Se trata, pues, de una contraposición competitiva que pone techo a las expectativas de precio árabes y que mejora la postura geopolítica de Washington, aunque, por cierto, incide en la eficiencia productiva de países importadores del petróleo como Chile, cuya potencialidad de crecimiento parece condenada a seguir dependiente de los avatares del cobre y la energía, las decisiones de política de China, las previsiones del FMI, las clasificaciones de riesgo y las mejores o peores expectativas de los Gobiernos de turno.