Ai Weiwei en Chile: El arte de la indiferencia

El pasado jueves se inauguró en el Centro Cultural CorpArtes la muestra Inoculación del artista Ai Weiwei. Sin embargo, más allá de los alcances de la obra, que entre sus temas aborda la crisis de los refugiados en el mundo, es importante detenerse a pensar el sentido de la muestra en nuestro país.

El pasado jueves se inauguró en el Centro Cultural CorpArtes la muestra Inoculación del artista Ai Weiwei. Sin embargo, más allá de los alcances de la obra, que entre sus temas aborda la crisis de los refugiados en el mundo, es importante detenerse a pensar el sentido de la muestra en nuestro país.

Es indiscutible. Durante los últimos años el artista Ai Weiwei (1957) se ha transformado en todo un referente, sobre todo, por el compromiso que ha tenido frente a causas como las violaciones a los derechos humanos en el mundo y la democracia.

Su último documental, Human flow (2018), constató esta postura. Esta película fue el resultado de un largo proceso donde el artista registró, en una veintena de países, la grave crisis de los refugiados en el globo.

Pero, previamente, el artista ya había creado un sinnúmero de obras con el fin de cuestionar el régimen vigente. En el 2000, por ejemplo, presentó en Shanghái la muestra Fuck off. En ella el artista exhibía una serie de imágenes donde insultaba tanto a la Casa Blanca y como la Torre Eiffel, entre otras.

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Otra de sus exposiciones más polémicas fue Semillas de girasol de 2010. Este proyecto consideró millones de pipas de girasol que fueron confeccionadas por más de mil artesanos. Entonces, la muestra fue presentada en el Museo Nacional Británico de Arte Moderno, sin embargo, pocos días después de su inauguración la muestra fue censurada, ya que las autoridades sanitarias consideraron que las piezas, al ser pisadas por los visitantes, desprendían un polvo tóxico.

Y es que su trabajo ha generado tal revuelo que en 2011 estuvo preso durante 81 días. Esto originó que cientos de artistas se manifestaran exigiendo su libertad.

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En Chile

El jueves pasado la obra del artista llegó a Chile en el marco de la exposición Inoculación de Fundación CorpArtes. Esta exhibición incluye instalaciones, esculturas, objetos y fotografías del artista. De esta forma, se repasa la biografía del artista y sus distintos proyectos.

La muestra también incorpora textos escritos por el poeta Ai Qing, padre de Ai Weiwei, quien conoció a Neruda en 1954.

Pero más allá de esta exposición, la muestra también alcanza otros espacios, como lo son la explanada de CorpArtes, donde se presenta Forever Bicycles, una instalación donde se aglutinan cientos de bicicletas; y en el Archivo Nacional, donde se exhiben chalecos salvavidas pertenecientes a diversos grupos de refugiados.

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El arte enfermo

La exposición de Ai Weiwei en Chile está construida a partir del desecho. Pero no cualquiera, uno que se repite infinitamente. Forever Bicycles es un ejemplo de ello, pero también hay otros casos como lo es Ai Weiwei Dropping a Han Dynasty Urn. En esta última obra el artista se retrata, a través de una composición de legos, rompiendo un milenario jarrón.

Esta repetición, como bien lo entendió Warhol, es propia de un sistema cómodo con la abundancia. Pero, ¿qué sentido posee esta reiteración del desecho en Ai Wewei, si la misma reiteración propone una pérdida del sentido original?

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Más allá de la crítica presente en cada pieza, Inoculación (cuyo significado tiene que ver con el introducir en los organismos gérmenes), insta a reflexionar justamente eso: cómo en esta cultura del desecho y de la reiteración estamos enfermos. Enfermos de tradición, enfermos de hostilidades, enfermos de plástico. ¡Perdidos casi del sentido original!

De ahí que la obra dedicada a los refugiados, Ley de viaje, sea representada con una gran balsa inflable en la que se pierde la humanidad. Allí todos son iguales. Nadie tiene rostro. destacada-151

Pero la muestra logra su objetivo: enferma. Enferma a tal punto que los visitantes se pierden en la experiencia y la fotografía. La humanidad, lo original se difumina entre las reiteraciones que quedan reducidas a su mínima expresión. Es por ello, que pocos logran dimensionar que la muestra está cubierta por un terrible relato: la crisis de los refugiados. Y no hay quien decide dar la espalda a la narración para tomarse una fotografía.

Indiferencia finalmente. Ese es el resultado. La indiferencia ante el dolor y las violencias.





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