Paulina Brugnoli, tejiendo memorias entre artefactos y lenguajes

Además de participar en diversas exposiciones, es autora de una serie de textos que son un aporte para la disciplina y el patrimonio.

Además de participar en diversas exposiciones, es autora de una serie de textos que son un aporte para la disciplina y el patrimonio.

Ha sido calificada como la “más destacada artista chilena de la segunda mitad del siglo XX dedicada a la producción, docencia e investigación del arte textil”. Con una formación que integra diversas áreas, Paulina Brugnoli vive este 2018 un momento único.

“Tejiendo Memorias” es su primera exposición en solitario. En abril, la muestra formó parte de las actividades del Centro Cultural Montecarmelo (Providencia).  Con la organización del grupo Santiago Arte Textil, la exhibición fue un reflejo de su pasión, conocimiento e interés sobre los textiles precolombinos andinos.

Desde este jueves 17 de mayo y hasta el 15 junio, se presentará en el Centro de Extensión de la Universidad de Talca.

En entrevista con Diario y Radio Universidad de Chile, la artista nacional comenta los desafíos para este año, recuerda su formación en la Escuela de Artes Aplicadas y da una mirada a las nuevas generaciones de tejedoras o tejedores.

¿Cómo surgió la exposición “Tejiendo Memorias”?

Fue un regalo de Dios. Por un lado, aparece Susan Herz con esta propuesta inesperada. Siempre he pensado en colectivo, pero en esta ocasión contaba con una colección disponible porque mi marido me compra tejidos y también le regalo.  Al tener la colección, dije que sí y, además, creo que uno si es artista quiere mostrarse.

La exposición fue emocionante. “Tejiendo Memorias” tiene que ver con mis orígenes que son tan mixtos. Los recuerdos de mi niñez, los ancestrales por mis bisabuelos italianos, memorias de tejedoras y tejedores que he conocido y las propias. Además, cuando estás tejiendo hay un estímulo muy importante cerebral entre el tacto y uno de los lóbulos por lo que se activa la memoria de una manera impresionante.

Los tejidos que se incluyen en esta muestra abarcan trabajos que desarrollé desde 2010 a 2018. Tengo una experiencia de color larga, los amo y los elijo con bastante cariño.

 

 

¿Por qué los artefactos textiles son los protagonistas?

 Tienen todos los componentes que hacen muy atractivo al ser humano. Son extraordinariamente flexibles y se adaptan a todas las condiciones vitales. Si se piensa, a veces un artefacto no es textil en sí, pero hay un pensamiento constructivo. Es una mirada estructural textil que penetra la arquitectura y otras actividades.

Si uno empieza a pensar… hay muchas casas tejidas. Son como tejidos metálicos.

Además de la flexibilidad, está lo matemático y geométrico. Es fantástico porque ahí empieza lo táctil (ej. suave), si es opaco o brillante. También lo cromático, es un mundo seductor.

Arte o artesanía, ¿cuál es su mirada ante este debate?

Eso pasó en la historia hace rato, pero tuve que trabajarlo mucho con mis alumnos: arte, artesanía y diseño. Con reuniones de discusión, textos de los más variados, leí mucho y tomé apuntes. Me sirvió mucho el libro “Las voces del silencio” de André Malraux porque lo resuelve en una página.

El tema era: ¿cuándo un cofre tallado de madera pasa a ser un artefacto de arte? Malraux expone: siempre el artefacto te provoca un cambio de conciencia. Puedes ver muchos cofres de madera tallados magníficamente, pero hay uno que provoca una actividad sicológica importante y transformadora. Así pasa con la cerámica, pintura, música, en general con todo.

 

De un telar a inéditas investigaciones

 

Paulina Brugnoli se formó en la Escuela de Bellas Artes y en la Escuela de Artes Aplicadas, ambas instituciones de la Universidad de Chile. Según se destaca, “ella ha transitado entre ambos mundos” en una época donde se vivieron tensiones entre las artes “plásticas” y las “aplicadas”.

Los recuerdos de niñez recorren pasajes relacionados con su cama que tenía una sábana bordada por su madre y “en la que pasaba horas tocando las figuras”. Como a los 11 años, tuvo que hacer reposo por una enfermedad renal y su abuela llegó con un pequeño telar.  “No sabía que (estas experiencias) eran un capital” reflexionó la investigadora.

Al iniciar los 50, Artes Aplicadas había ampliado considerablemente su oferta de cursos y talleres, y esto significó también un crecimiento significativo en el número de maestros. Entre ellas, la primera profesora del taller de telar de la Escuela, Margarita Johow. “Siento que Margarita me adoptó, fui su alumna, su ayudante y tengo una gratitud muy grande. A pesar de la diferencia de edad, logramos una conexión muy fuerte” reconoció Brugnoli.

¿Qué rescata de su inicio académico?

 El paso desde la danza a las artes aplicadas y el tejido fue muy duro hasta físicamente. Estar quieta y preguntarme: ¿por qué estoy en esto? Aunque estaba con ganas. En ese dilema, se me ocurrió preguntarle a mi madre: ¿qué hacían tus abuelos en Italia? Tenían una fábrica textil de seda natural. Algo te queda genéticamente, cuando ves a una tejedora mapuche o aymara es algo superior a toda comprensión. Es una maravilla de habilidad e inteligencia.

Y tenía un puente. Estudié pintura y escultura en el Bellas Artes. Siempre estaba dibujando y pintando. Pintar me producía insatisfacción porque no lograba la textura y ahí se juntaron muchas cosas hasta que pensé en el tejido.

 

FOTO ESCUELA

¿Cómo pasó de las técnicas europeas a un interés por lo indígena?

Siempre sentí una admiración, pero había un misterio y un drama porque el reconocimiento estaba ausente.  El año 68, en el verano, fuimos con un grupo de amigos hacia el norte y conocimos a Gustavo Le Paige en San Pedro de Atacama. Cuando supo que estudiaba tejido, abrió un cajón y tenía muchos textiles. Y pensé: tengo que estudiar esto algún día porque observé tanta perfección. Por ejemplo, en los mensajes cromáticos.

Margarita ganó el Fondecyt en el setenta. Acepté ser co-investigadora aunque en ese momento estaba en Valparaíso y no concentrada aun en estas materias.  Fue un muy buen equipo de investigación y se hizo lo más serio posible porque fue la primera en textiles arqueológicos del norte de Chile preincaico.

No teníamos conocimiento total de la complejidad de los textiles andinos, pero nos apoyamos en todo el estudio de estructuras occidentales.

De ahí me mantuve fiel en la medida de lo posible porque vino el golpe de estado, pasaron cosas muy terribles y murió Margarita. Fue abrumador y me había retirado de la universidad.  Volví a concursar y quedé en la Universidad Católica y estuve en el taller de tejido. Ahí tenía que hacer que las alumnas entendieran desde un punto de vista de un diseñador porque el foco era servir a una industria, pero creo que no abandoné nunca lo andino.

“Esto se hace en equipo”

 “Nos conocimos en 1964 en el grupo 20 artesanos contemporáneos (ceramistas, orfebres, artesanos textiles) donde destacaba Paulina y expusimos en el Cultural de las Condes, en el Instituto Chileno Británico y hasta tuvimos una pequeña venta los sábados en Providencia” recuerda la artesana Alicia Cáceres de Reyes, también estudiante de la Escuela de Artes Aplicadas.

Alicia, quien ha dado forma a metales y piedras inspiradas en las raíces chilenas, agrega: “(Paulina) ha participado en exposiciones, publicaciones, seminarios, docencia, una vida entregada a sus oficios, sin restarse jamás, cada año, con su sencillez de siempre, de ir al encuentro con los artesanos, sus amigos”.

Además de participar en diversas exposiciones, Paulina Brugnoli es autora de una serie de textos que son un aporte para la disciplina, la memoria y el patrimonio. Entre ellos: “Manual de Técnicas Textiles Andinas” en dos versiones (Representación y Terminaciones) y Awakhuni, Tejiendo la Historia Andina”.

 

FOTO LIBRO

¿Cómo ha sido el recorrido y la participación en diversas exposiciones?

La verdad es que cuando uno se relaciona con el arte tiene que mostrar. Fue una sorpresa en Bellas Artes cuando se seleccionaron trabajos y me vi expuesta. Después en la Escuela de Artes Aplicadas se habilitó un stand para la Feria de Artes Plásticas del parque y me vi ahí cuidando las obras y participando de un mundo más grande. Y siempre en colectivo.

Además, es muy sorpresivo, la gente sufre una atracción por lo textil. Crees que no van a mirar y opinan. Eso es fabuloso.

Con mis primeros tapices en la Universidad de Chile recibí comentarios muy estimulantes de reconocidos profesores. En ese momento, tejía lo que yo pintaba. Y lo que pintaba era bastante personal. Finalmente, me reconcilié conmigo porque uno se llena de dudas.

¿Y la importancia de los libros?

Esto, se hace en equipo y he conocido buenas personas. Varias publicaciones se relacionan también con el trabajo del Museo Chileno de Arte Precolombino.  Recuerdo que en 1985 me llamó Julie Palma, jefa del laboratorio, porque había llegado una pieza maravillosa y había que entenderla. Tenía referencias de mi trabajo. ¿Cuál era la pieza? El traje ceremonial Chimú.

El equipo del museo lo restauró y luego me dediqué a dibujarlo… lo que fue una maravilla.

 

 

 “La textilería de esta cultura fue una prestigiosa e influyente artesanía que se expandió por toda la costa norte y central del Perú”. Contenido del catálogo y exposición se basa en los estudios de Paulina Brugnoli B., Soledad Hoces de la Guardia Ch., Paulina Jelvez H. y Tania Gómez A., materializados en el libro “Fertilidad para el desierto. Un Traje ceremonial Chimú. Costa norte de Los Andes Centrales, siglos XII-XV” (1997, Editorial Lom)

FOTO TRAJE CHIMU¿Cuál es la cercanía de la población con lo textil?

Está la industria textil, pero no te relacionas con el proceso.  En la ciudad, normalmente no tienen idea como empieza el cuidado de una planta que puede tener una fibra textil. Ve un producto, lo compra, lo atrae o porque está de moda, pero es más descartable.

Tengo textiles que los vi urdir y cuando se comenzaron a tejer, ahora no estoy en contra de la industria, pero hay una cosa objetiva. Le quita a la persona su rol creativo y mecaniza todo. Un diseño de 30 años atrás se sigue haciendo y ojalá con los menos costos posible, y rápido.

Pensando en la actualidad y el futuro, ¿cómo se puede proyectar lo que realizó la Escuela de Artes Aplicadas?

Hay una tendencia a alienarse. Sin embargo, lo veo como una oportunidad de recuperar la propia originalidad para hacerse responsable de los demás y recuperar grados de libertad.

¿Qué sentido tiene hoy enseñar a tejer? 

Mientras la Escuela tenía su versión textil con estampados, tejido, diseño y teñido también había una búsqueda considerando el contexto nacional y humano. Hicimos un trabajo serio, pero tenía las dudas sobre la producción en serie.

¿Ve interés en las nuevas generaciones?

De algún modo secreto las tradiciones persisten. Son tradiciones porque van cambiando, sino serían elementos perdidos. Se actualizan según la circunstancia del grupo y la persona. Adoro a los jóvenes. Me entretienen, aprendo y me dan alegría. Se mantiene vivo el afán por lo textil, más allá del artefacto lo usan como lenguaje.

 

*Fotografías (portada y galería):  Trinidad Quito

 





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