Universidad de Chile ha confirmado la contratación de Frank Darío Kudelka como su nuevo entrenador. El argentino y ex preparador de Talleres de Córdoba tendrá la misión de revertir los malos resultados y el pobre juego colectivo del equipo. Además, tendrá la responsabilidad de rescatar el juego ofensivo, la presión adelantada y rescatar anímicamente a un plantel que hoy parece desconcertado y sin respuestas deportivas. Y el trabajo no es poco porque recibe un equipo anímicamente debilitado y con enormes retos en la planeación táctica. Un mal momento acentuado por el despido del anterior entrenador, un largo y complejo interinato y el fin de las pretensiones internacionales del equipo, eliminado en la Libertadores y eliminado también de la próxima edición de la Copa Sudamericana.
El análisis de la debacle actual indica que después de la salida del cuerpo técnico de Ángel Guillermo Hoyos, la lenta descomposición futbolística mostrada por el equipo se precipitó y rápidamente la presión por los resultados, terminó develando la ya vislumbrada falta de recursos tácticos colectivos y la dependencia absoluta de los rendimientos individualidades. Es cierto que hubo algo de mala suerte, injusticias y ausentes pero al final lo más determinante fue la incapacidad de ser profundos en ataques y sólidos en defensa y también la ausencia de una ruta planificada que permitiera enfrentar las adversidades en la cancha. La “U” estuvo bien lejos de las expectativas y por ello el fracaso es mayor.
Sabemos que las grandes instituciones deportivas no someten a sus entrenadores a la presión mortal del resultado (o al menos no deberían). Que la permanencia en sus puestos de trabajo obedece al cumplimiento o no, de una serie de factores y no exclusivamente del resultado de la fecha. Con Hoyos la “U” nunca fue espectacular, nunca fue demasiado ofensiva ni defensivamente sólida. Y siendo honestos colectivamente su propuesta era bien pobre. Su salida no se debió a un resultado (como muchos afirman) sino a una secuencia de resultados calamitosos que aceleraron el desencanto que desde hace rato había en los dirigentes y los hinchas del club. Entonces que Hoyos haya sido despedido no se discute. Lo cuestionable es que una institución deportiva como la Universidad de Chile no tuviera respuestas rápidas y no supiera que hacer después de esa medida. Esa vacilación les ha costado muy caro en todos los sentidos y ha debilitado aún más la relación del aficionado con la dirigencia de Carlos Héller y su equipo de colaboradores.
Ni aunque los referentes del plantel lo pidieron a viva voz hubo celeridad y el desfile de nombres ventilados a la prensa no ayudó tampoco. Para muchos era evidente que si la U quería mantener vivas las opciones de clasificar en la Libertadores y mantener la punta del campeonato nacional necesitaba definir rápido a un entrenador de primer nivel. El plantel necesitaba reacomodar las cosas e iniciar rápido un nuevo plan de trabajo enfocado en las actuales necesidades del equipo. Las opciones estaban latentes y los jugadores bien dispuestos. Sin embargo la decisión se fue alargando e incluso el mismo presidente llegó a deslizar que Esteban Valencia era una opción para quedarse definitivamente en el cargo. Aquí no estuvo bien que los mismos entrenadores se anduvieran candidateando para seguir (ni deslizando futuras intenciones) ni que los dirigentes dieran pie a esperanzas ni especulaciones absurdas. Los entrenadores de las divisiones formativas de la U deben ser entrenadores comprometidos con la formación y con demostrada vocación educativa. No es posible que estén solamente esperando su oportunidad en el profesionalismo porque eso deja dudas sobre el valor de su trabajo en sus categorías. Completamente diferente es que ante una emergencia, deban asumir otras funciones y en ese caso se espera de ellos el mejor esfuerzo y dedicación. Tal como ha sido en este caso pese a los malos resultados obtenidos. Valencia ayudó al equipo a encontrar un respiro en medio de la crisis pero la U no puede ser una “clínica de experimentación”. Desde el primer momento había que salir a buscar un gran entrenador y había que hacerlo rápido sin escatimar recursos y con la mayor exigencia posible. Eso no se hizo. Entonces evidentemente la responsabilidad del mal momento no es sólo de los jugadores o de la delantera (como solidariamente replicó Mauricio Pinilla cuando se cuestionó a Gonzalo Jara) ni del medio campo ni del bloque defensivo ni del defensa aludido u otro nombre propio. Mucho menos de Valencia o sus ayudantes. Aquí obviamente las responsabilidades las comparten todos pero en mayor medida los directivos encargados de la planeación deportiva del club.
Con respecto al criticado defensa se debe decir que es cierto que Jara ha jugado mal ese balón en específico y que es un error imperdonable dentro del juego pero también es verdad que una jugada no puede determinar su compromiso y profesionalismo. Dicen que falló muchos pases pero también puso varios pelotazos con ventaja para sus compañeros y muchas veces debió abusar de esa modalidad del juego porque no había nadie en el medio campo desmarcado o en buena posición para atacar. Entonces uno puede entender que el fanático se enoje y silbe al jugador pero es impresentable que un gran sector de la prensa deportiva se haya prestado para esa cacería que en nada enriquece el análisis. Eso es vergonzoso y repudiable.
La “U” está fuera de todas las disputas internacionales. Sólo le queda pelear por el torneo local y la Copa Chile y tiene un rico plantel para pelear esos objetivos sin excusas. Esperamos que Frank Kudelka trabaje bien, pueda superar el mal momento deportivo, salvar el barco azul y que idealmente se quede por muchos años en la banca. También que sea la cabeza de un proyecto ambicioso que finalmente termine posicionando al club dentro de los mejores y más grandes de América. Ese salto ha quedado pendiente otra vez (como el estadio y otras promesas de la concesionaria) y la deuda internacional le pesa a todo el fútbol chileno. Ojalá esta vez los dirigentes hayan hecho bien su trabajo, estudiado y decidido correctamente. Y ojalá que de la mano de su nuevo entrenador la “U” pueda cumplir la añoranza de su hinchada y volver a disputar el sitial que se merece.