En las recientes semanas el movimiento feminista ha conmocionado al país. Las estudiantes, académicas y funcionarias y la comunidad entera de nuestra universidad han jugado un rol preponderante en esta avanzada que promete un cambio cultural en Chile en todo lo referente a igualdad de género, transformando nuestra sociedad en una más plena, democrática y equitativa.
Nuestra Universidad ha sido pionera en reconocer la existencia de estos problemas y visibilizarlos gracias al esfuerzo de las integrantes de la comunidad, proponiendo e impulsando a su vez cambios en el país. Además de lo realizado internamente en cuanto a políticas, protocolos, mesas, difusión, estructuración e instalación de una nueva Dirección de Igualdad de Género dependiente de Rectoría; hemos también incidido en contenidos muy relevantes de la Ley de Universidades Estatales, promulgada el día de hoy, que permitirán tratar más apropiadamente la violencia de género a través de la modificación de la investigación sumaria y el sumario administrativo.
Esta labor se ha intensificado desde el comienzo de las movilizaciones. Así, decidimos abordar marcos para cambios normativos, planes de capacitación para modificar los espacios educativos, modelos de atención a víctimas satisfactorios y no revictimizantes, planes de comunicaciones para la información de todas y todos sobre los mecanismos existentes y el fundamental estudio del modelo educativo institucional en una Mesa de trabajo con estudiantes, funcionarias y académicas coordinada por la Dirección de Igualdad de Género.
Pocas veces, en tiempos recientes, un movimiento había concitado un apoyo tan unánime. Es responsabilidad de sus integrantes transformar ese apoyo en fuerza de cambios reales para la universidad y el país. Esto se logrará convocando y no enajenando las voluntades del conjunto de la comunidad. La consecución de las propuestas se logrará en mesas de trabajo triestamentales y democráticas. Debemos recuperar un espacio libre y participativo donde, sin procedimientos coercitivos, para generen los cambios que se reclaman. Es la responsabilidad de sus integrantes evaluar si paros y tomas son instrumentos que benefician o dañan a la Universidad y al justo apoyo que la causa feminista hoy ha logrado.
Como Rector quiero explicitar mi voluntad de diálogo y convocar al conjunto de la comunidad a una conversación con visión de futuro, que nos permita avanzar en las propuestas surgidas de este movimiento, movimiento que tiene la oportunidad de provocar un cambio cultural histórico en nuestro país.
