La mayoría del presidente Emmanuel Macron votó en la Asamblea Nacional una ley que el ministro de la Educación, Jean-Michel Blanquer, calificó de digna “del siglo XXI”, en un discurso ante los diputados.
Blanquer recordó que aunque la prohibición existe desde hace varios años, en el código francés de la educación, su aplicación “no había sido posible de facto”. Desde la ley del 12 de julio de 2010, los teléfonos celulares no se permiten “durante toda la actividad de enseñanza y en lugares previstos por el reglamento interno” del colegio.
El texto presentado por el partido oficialista La República en Marcha (LREM), pretende prohibir el uso de todo objeto conectado en las escuelas primarias y secundarias, excepto en caso de “uso pedagógico” o de uso adaptado para niños con discapacidades.
Actividades al aire libre, como el deporte por ejemplo, también entran en la legislación, que se aplicará a los 8,5 millones de estudiantes del sistema educativo público.
Un 86 por ciento de los jóvenes de 12 a 17 años tienen un smartphone, destaca Cathy Racon-Bouzon, relatora del texto, “y en los hechos” la regla que los prohibe “se ha aplicado a sólo la mitad” de los establecimientos escolares. Por ende, varios diputados del oficialismo han pedido un “derecho a la desconexión” para los niños.
La oposición criticó por su parte la “inutilidad” de esta ley, destacando una “reforma totalmente cosmética” y sugiriendo que su aprobación sólo ha servido para concretizar “a cualquier precio” las promesas de campaña de Macron.
El texto prevé que el personal educativo pueda confiscar celulares cuando lo considere necesario. Inicialmente, también debía prohibir el uso del celular por parte de los empleados y profesores, pero el ministro de Educación cambió de parecer para evitar problemas de seguridad.