La última visita del director venezolano Gustavo Dudamel no alcanzó a completar 24 horas. En marzo apenas se asomó para un concierto en el Municipal de Santiago con la Filarmónica de Viena, pero ahora ha regresado y lo ha hecho con un plan muy distinto.
En las últimas semanas, el músico ha acompañado a su mujer, la actriz española María Valverde, en el rodaje de la nueva película del director chileno Andrés Wood (Araña). También ha aprovechado de disfrutar de la comida y del vino y de “empaparse del mundo cultural”, según contó en un encuentro con la prensa, previo a los conciertos que ofrecerá este jueves 28 y viernes 29 en Santiago. “A mi maestro” es el título de ambas presentaciones, que tributarán a José Antonio Abreu, el creador del Sistema de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, fallecido en marzo pasado en Caracas.
“Estoy profundamente feliz y honrado de estar en este maravilloso país”, dijo al mediodía en el teatro de la Fundación Corpartes, que organiza los conciertos junto a la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles (FOJI). Fue una más de sus actividades en el día, porque en la mañana recibió la Orden al Mérito Pablo Neruda en La Moneda y en la tarde ensayó junto a la orquesta que conducirá. “Mi corazón se desgarra por mi gente y mi país, pero sigo levantando mi batuta como símbolo de esa esperanza”, había dicho en el palacio presidencial, en referencia a la situación política venezolana.
En su conferencia de prensa, Dudamel recordó que el director chileno Jorge Peña Hen fue un referente para crear “El Sistema” y consideró que los conciertos de esta semana serán un tributo “a todos los maestros que han dado su vida en la enseñanza musical y artística en nuestros países”, aludiendo a otros músicos chilenos como Fernando Rosas y Hernán Jerez.
El director nacido en Barquisimeto liderará esta semana a 77 músicos de las orquestas de la FOJI, quienes serán acompañados por intérpretes de la Filarmónica de Viena, la Filarmónica de Berlín, la Filarmónica de Los Ángeles, la Sinfónica de Gotemburgo y la Juvenil Simón Bolívar de Venezuela. Todos juntos interpretarán la Sinfonía No. 4 de Tchaikovsky y la Sinfonía no. 7 de Beethoven, además del preludio de la ópera Lohengrin, de Wagner.
“Músicos de grandes orquestas han venido a entregar su conocimiento. El maestro Abreu siempre dijo: la cultura para los pobres tiene que ser la mejor cultura, no puede haber ningún tipo de límite. Porque seamos jóvenes y quizás no tengamos recursos, eso no nos va a limitar. Este es un ejemplo de que se puede, con jóvenes que están empezando su carrera y están tocando con gente que ya la tiene establecida”, destacó.
Ambas presentaciones tendrán distinto formato: la primera es abierta al público (con entradas desde $71.000) y será transmitida por 13C y por streaming, a través de medios como El País y Deutsche Welle; la segunda no tiene entradas a la venta y su audiencia serán cerca de 500 niños y jóvenes de las orquestas de la FOJI, quienes viajarán desde diferentes regiones.
Dudamel elogió la capacidad de los intérpretes con los que ha ensayado y aseguró que “cuando me encuentro un grupo de artistas con un maravilloso nivel soy mucho más exigente, no escatimo en exigir mucho más de lo que ellos creen que pueden. Esa dinámica es la que hemos vivido en estos días”.
“Yo no siento que vengo a enseñar algo. Cuando dirijo, siento que la dinámica es de descubrir juntos lo que vamos a interpretar. A mí no me gusta imponer, a mí me encanta escuchar, es una colaboración permanente. Es ver lo que tienen, pedir y entregar. Esa interacción ha sido maravillosa”, añadió.
Finalmente, el director manifestó su deseo de presentar en el país La canción de la Tierra, la puesta en escena que la compañía chilena Teatrocinema creó a partir de la obra de Gustav Mahler y se estrenó en el Walt Disney Concert Hall, con él mismo liderando a la Filarmónica de Los Ángeles: “Además de que es una obra maravillosa, lo que hicieron fue mágico”, sostuvo.
“Fue la primera vez que yo la dirigía. Siempre esperé por dirigirla, había hecho todas las sinfonías de Mahler y los ciclos de canciones, y fue justo lo primero que dirigí luego de la muerte del maestro Abreu. Fue tan hermoso ver esa última canción, donde lo eterno se convertía en ese teatro, el Disney Hall, como en un ciclorama de eternidad que no tenía fin. El gusto de este grupo teatral es maravilloso, deben estar orgullosísimos de tenerlo acá. Como latinoamericano, yo me siento representado por ellos y claro que sí, vamos a planificarlo porque es un montaje que se debe repetir muchísimas veces”, concluyó.