En octubre parte el proceso que creará la primera Universidad Indígena de Chile. La casa de estudios se llamaría Primeras Naciones, y partiría el 2019 como un Centro de Formación Técnica para llegar a transformarse en universidad antes del año 2023.
La iniciativa es impulsada por la Corporación Enama, y costará anualmente cerca de dos millones de dólares, que se pretenden financiar con aportes del Estado y profesionales de origen mapuche.
La institución ocuparía los terrenos del ex seminario San Fidel de Padre Las Casas, que fueron cedidos por el obispo de Villarrica Francisco Javier Stegmeier, y la infraestructura de la edificación alcanzaría los seis mil metros cuadrados en un predio de 9,2 hectáreas.
Hugo Alcamán, presidente de Enama, afirmó a El Mercurio que se están haciendo los trámites para la entrega del terreno y que el edificio será “espectacular”. De concretarse el proyecto, el país se sumaría a la gran mayoría de las naciones de América, pues descontando Chile y Argentina, todas tienen alguna universidad indígena.
Pero una universidad no es solo un edificio y profesores, y si es indígena, con mayor razón no puede quedarse en aquello. Para Salvador Millaleo, mapuche y académico de la facultad de derecho de la Universidad de Chile, la creación de una casa de estudios de estas características es una buena noticia, pero debe cumplir con ciertos requisitos fundamentales para honrar su condición de indígena.
“Tiene que hacer algo que no se hace hasta ahora, que es la valorización de los conocimientos tradicionales, de las tecnologías tradicionales, y la investigación, difusión o extensión con el resto de la sociedad de esos conocimientos. Luego, un trabajo de docencia importante para transmitir esos conocimientos a futuras generaciones. Además, se debe tener discusión sobre la coyuntura, de cómo los indígenas hacen propuestas al resto de la sociedad para mejorar la relación entre los pueblos indígenas y el Estado”.
Es precisamente en la relación entre los pueblos indígenas y el Estado que la universidad debe tener un rol activo, aportando desde el conocimiento y academicismo para poder superar los históricos problemas que han condicionado la convivencia. Para Salvador Millaleo es fundamental que las propuestas que de esta universidad salgan sean de personas indígenas, diferenciándose así de lo que hasta el día de hoy se ha hecho en nuestro país.
“Un papel de análisis y de propuesta, porque efectivamente hay algunas propuestas, pero normalmente esas propuestas son intermediadas por intelectuales o políticos no indígenas, entonces es importante que una universidad pueda reunir a este grupo pensante del mundo indígena y a partir de allí hacer propuestas con valor agregado desde los indígenas. Por eso es importante que no sea de una sola organización, sino que sea abierta a todos los intelectuales y académicos indígenas”.
El historiador mapuche, Fernando Pairicán, ve en esta iniciativa un gesto interesante, sin embargo, precisó que se debe consultar con las comunidades indígenas cuáles serán los contenidos y cómo se entregarán al estudiantado.
“Se tiene que poner al debate qué es lo que se entiende por universidad mapuche, cuáles son los conocimientos que se entregarán ahí, de qué historia vamos a estar hablando, qué conocimientos antiguos se van a practicar, y de alguna manera esto tiene que pasar, lo queramos o no, por una consulta al mundo indígena para poder ver los elementos que se quieren debatir ahí”.
Otro punto que llamó la atención de Pairicán es el sitio en que estará emplazada la casa de estudios, pues es un terreno que siempre fue reclamado por las comunidades mapuches. En ese sentido, el historiador cree que la universidad es parte de un plan para desviar la reivindicación del fundo, y de paso, dividir al pueblo mapuche.
“El espacio donde la universidad se va a construir es un fundo que las comunidades han estado reivindicando por mucho tiempo, y que de alguna manera esa historia territorial de lucha, el Gobierno la desvió en la entrega de esta universidad y para un mundo mapuche en particular, por lo tanto, con la creación de esta institución se genera una suerte de división al interior del movimiento mapuche. La universidad a mí no me parece negativa, pero sí la forma en que el Gobierno la utilizó para generar fricción al interior del movimiento mapuche”.
Por todo esto, Fernando Pairicán, si bien reconoce que una universidad indígena es un gran avance, no confía en la intencionalidad del proyecto, de hecho, no dudó en catalogarlo de improvisado y populista.