El fracaso de Mauricio Macri

  • 03-09-2018

Argentina vive en estas horas en el asombro y la incertidumbre: nunca antes, siquiera en el fatídico 2001 que terminó con la huida en helicóptero del presidente Fernando De la Rúa desde la Casa Rosada, la moneda había llegado a este nivel de devaluación. El pasado jueves, día en que todo se descontroló, las transacciones se paralizaron: nadie sabía cuál era el posible precio de compra o de venta, mientras las personas consultaban compulsivamente en sus teléfonos móviles cuánto había cambiado la cotización del dólar en el último rato.

Esta situación se ha transformado en una tragedia social que no se ve del todo en la zona céntrica, donde circulan los turistas y residen los sectores acomodados de la población, pero sí en las zonas populares donde hoy el sueldo vale menos de la mitad que lo que valía el pasado verano. Adicionalmente, el Gobierno eliminó subsidios de todo tipo, con lo que no solo estamos ante una caída, sino que además ante una caída sin colchón.

El asombro, entre otras razones, se produce porque ocurre bajo la presidencia de Mauricio Macri, quien dijo en campaña que la inflación no iba a ser un problema durante su gobierno. Su proyecto era ambicioso y los plazos explícitos: en el primer día de mandato le pidió al pueblo ajustarse el cinturón para que al cabo de unos meses se produjera el resurgimiento de la macroeconomía. Pero el cinturón sigue apretado hasta el día de hoy y la situación, en vez de mejorar, empeoró.

Frente a la gravedad de la situación, Macri parece no comprender. Las señales que ha dado a la opinión pública no tranquilizan, como por ejemplo la conferencia de prensa de la semana pasada, donde quiso dar una señal de tranquilidad, pero la cadena nacional duró menos de un minuto y esto hizo cundir aún más el desasosiego. Incluso el Diario Clarín y el periodista Jorge Lanata, artífices de su llegada al Gobierno y de las embestidas contra Cristina Fernández, han empezado a criticarlo -incluso con dureza- en las últimas dos semanas. Ante esta falta de confianza, existe temor de que los anuncios de este lunes no estén a la altura de las circunstancias y terminen empeorando las cosas.

Macri está más débil que nunca y su presidencia se acerca al abismo, tanto que parece que un empujón fuerte de la oposición podría, hoy por hoy, botarlo. Pero hasta el momento parece primar la idea de que nadie ganaría en ese escenario parecido al de 2001 y que es mejor, como sea, que el Presidente llegue al final de su mandato. Esta percepción, por cierto, podría cambiar si es que Macri no logra revertir la crisis.

Lo que está ocurriendo en Argentina también tiene consecuencias para la región. El giro a la derecha, o al neoliberalismo, o a los TLC, o a la Alianza del Pacífico según como se le mire, queda en entredicho. Este lunes, diarios argentinos de derecha como La Nación no esconden su decepción por lo que consideran ya como una oportunidad perdida. Las políticas neoliberales no resultaron en Argentina y la arremetida de gobiernos de este signo en la región ya no es tan obvia, si se tienen además en consideración los acontecimientos en México, Brasil y Perú.

Por el otro lado de la moneda, la gente no se cruza de brazos: el pasado jueves 350 mil personas marcharon por las calles para manifestarle su indignación al Gobierno. Frente al pesimismo propio de estos tiempos, bien vale la afirmación de una dirigenta social argentina, difícilmente cuestionable: América Latina sigue siendo el lugar del mundo donde hay un mayor movimiento social movilizado en favor de sus derechos.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

Presione Escape para Salir o haga clic en la X