Pasa el tiempo pero nada cambia

  • 23-10-2018

1Inmigrantes-Chile

Mientras el gobierno, a través del departamento de extranjería encabezado por Álvaro Bellolio, envía a la policía de investigaciones a realizar redadas en busca de migrantes en situación irregular, o negocia con la oposición para exigir la acreditación de sustentabilidad económica para obtener la permanencia definitiva, o eligen a organizaciones ad/hoc para su consejo consultivo, las organizaciones sociales, migrantes y pro migrantes cuestionan cada una de estas medidas desde el sentido común.

Que se entienda bien, comparto todos y cada uno de los cuestionamientos que realizan estas organizaciones, sin embargo, creo necesario reflexionar sobre Chile y la región en materia migratoria. Pese a lo antigua de nuestra legislación, al hacer un barrido histórico de las leyes de migración y extranjería siempre han puesto el énfasis en dos tópicos: seguridad interior y selección. Nunca ha sido distinto. Así como la sociedad siempre ha discriminado al pobre, al distinto y, con mayor razón, al pobre y distinto que viene de lejos.

Para muestra un botón. El 18 de abril de 1911, en su portada, el diario el Mercurio publicó el texto “Callejeando”, opinión editorial en la que se analiza el comercio ambulante en el centro de la capital. Pese al paso de los años, la nota expone argumentos discriminatorios y xenófobos, que se pueden leer hasta hoy en la prensa. El desorden y la informalidad de los comerciantes, el comercio ambulante como foco de delincuencia y suciedad, además de la falta de autoridad del municipio incapaz de poner orden en la Alameda.

El comercio ambulante descrito por la nota de el Mercurio tiene como eje a un grupo de inmigrantes, los palestinos que, por ese entonces, se erguía como uno de los grupos migrantes más numerosos del país.

El 26 de agosto de 2017, el mismo diario el Mercurio, publicó una carta al director de la cámara nacional de comercio, quejándose por la informalidad del trabajo que ejercían migrantes. Curioso que a pesar del paso del tiempo, muchas de las críticas continúen siendo las mismas, más curioso aún si el medio que lo reproduce es el mismo. “Solo basta caminar por las calles de las principales ciudades del país para darse cuenta de que no sólo el comercio ilegal se ha quintuplicado, sino que también que está siendo realizado por extranjeros, los que acceden a éste como un trabajo de entrada, buscando radicarse en Chile, quedando muchas veces atrapados por verdaderas mafias”.

Pero “Callejeando” no se queda sólo con eso. También hace una crítica abierta a la política migratoria chilena, que permite el ingreso de indeseados que vienen con enfermedades extrañas a contagiarnos. “… ya sean mahometanos o budistas, lo que se ve y huele desde lejos, es que todos son más sucios que los perros de Constantinopla, y que entran y salen del país  con la libertad que esos mismos perros disfrutan en el suyo; pues nadie les pregunta quienes son, de donde vienen y para donde van. ¿Ni siquiera se comprueba si traen o no alguna de esas horribles y misteriosas plagas de oriente, como el caso de lepra descubierto en días pasados en Talcahuano, después de siete años que el infestado se paseara tranquilamente en ese puerto, repleto de marinos chilenos. Y así es como han entrado a Chile por la gran vía de nuestras indolencias todas las plagas que al presente sufrimos, desde ratones que vinieron de España, la viruela del Perú, los chinches de Mendoza, etc, etc., hasta los turcos y árabes que vemos aumentar de día en día, monopolizando el pequeño comercio que antaño callejeaban los faltos de puerta en puerta…”  (el Mercurio 18 de agosto de 1911, Portada).

Ejemplos como este hay miles y habla de la forma en que se ha construido Chile, pero no es exclusivo nuestro. Si ampliamos la mirada, rápidamente podremos observar que la mayoría de los países de la región han sido resistentes a las migraciones, tanto desde el plano del marco legal como social. Por eso no es extraño que hoy Ecuador o Perú intenten cerrar la puerta a los migrantes venezolanos por vía administrativa. Por eso no es extraño que la sociedad colombiana rechace a los venezolanos.

Por eso no es extraño que nuestro gobierno envíe a la policía de Investigaciones a realizar redadas en Plaza de Armas.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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